AMLO debe acercarnos a los nuevos polos de poder
Francisco Rodríguez martes 14, May 2019Índice político
Francisco Rodríguez
Contra todo lo que se ve, son buenas noticias las que llegan del Imperio… del chiquito que es nuestro vecino al norte, y de los grandes en Europa y Asia. Languidecen los amarres iniciales de Donald Trump con los prestanombres locales, acordados desde su victoria electoral en la mansión de Palm Beach. Han sido arrasados por enfermedades terminales.
La peor, el ofertismo fiscal, esa vieja práctica republicana de quedar bien con los grandes capitales a costa de los compromisos con los de abajo, que están a punto de acabar con la sólida base electoral del anaranjado. Un 40% inconmovible hasta hace poco, hoy se está derrumbando.
Donald Trump resultó igual que sus antecesores en el mando republicano: grandes reducciones de impuestos para las empresas y al diez por ciento de los muy ricos y, al mismo tiempo, apretar el estómago a los más pobres, despedazado el colchón de protección social. Por eso China se ha convertido en un mercado clave para los productos agrícolas estadounidenses.
Los impuestos a las importaciones acabaron siendo también impuestos a las exportaciones, porque impulsan el dólar al alza. Los cuentos de Trump empiezan a ser llamados mentiras cochinas, cual afirma Paul Krugman, Premio Nobel de Economía, en The New York Times.
Las bases electorales, los WASP —white, anglosaxon and protestants, o blancos, anglosajones y protestantes, en español— en los estados norteños y en los mayoritariamente rurales del Oeste Medio, le están retirando a Trump el apoyo incondicional, pues no se puede confiar en los arreglos con las compañías productoras de automóviles y asentar su campaña de reelección sobre ofensas a migrantes. No alcanza.
Peligra la reelección del 2020. Las buenas cuentas de hace dos años, cuando sólo perdió la Cámara de Representantes y conservó el Senado, ya no dan para más. Aunque se avizoraba un nuevo triunfo sentado sobre esa ola, las condiciones económicas acabaron siendo impactadas por doble déficit fiscal y financiero que no augura nada bueno.
Y es que se descuidaron sus indicadores. El manejo pueril de las contribuciones dejó a los Estados Unidos a merced del voto de carne y hueso, y es momento de que han empezado a sentirse los impactos que la falta de circulante produce en el sistema alimentario, crediticio y en el consumo.
México ya es el mayor consumidor del Hemisferio para los inversionistas del exterior.
Para colmo, el distanciamiento de los republicanos habilitados en el poder con los grandes grupos financieros de Wall Street es un hecho que se refleja con nitidez en que las decisiones económicas transnacionales han escapado del control de Washington. Cada quien toma sus decisiones cómo quiere. Inaudito.
Los consorcios optan por los modos y maneras de Obama y Clinton y se alinean con las nuevas posturas de negociación política, monetaria y comercial con las potencias de Asia, Oriente Medio, Rusia, India, Paquistán y China. Los jugadores emergentes ya traen el balón. Los capitales financieros han dejado a Trump chiflando en la loma.
Así, aunque para efectos de prensa manden a decir a sus subsidiarias y calificadoras que recortan sus previsiones a Pemex, saben en la cúpula que lo mejor es medirle el agua a los camotes, porque el mundo efectivamente está cambiando.
Es por eso que las firmas petroleras neoyorquinas, tipo Evecord y subsidiarias en manos de testaferros como Aspe, Salinas y Gérard, personajes de trapo, cedieron en las sondas petroleras del Golfo de México y las concesiones antes en su poder han pasado a manos alemanas. Se vislumbra otra composición del poder.
Los viejos dicterios ceden su lugar a los nuevos requerimientos. Larry Fink, el CEO de BlackRock, juega un papel primordial. El es el jefe de los prestanombres mexicanos y ha entendido que ya no se puede jugar con esas fichas. Están muy gastadas.
Y esa nota hay que leerla bien. Porque las trescientas compañías del manejo de fondos en activo BlackRock, incluidas las petroleras y bancarias, facturan 60 billones de dólares anuales, una cifra que ningún conglomerado anterior en el Imperio habría siquiera imaginado. Es la mayor empresa de la historia estadunidense.
El mundo occidental ya no es el mismo. Ya no es aquel cuando mandaba un solo dedo, el de la dinastía Rockefeller. Desde ahí se formaban los Somoza, los Pinochet y los Noriega. Y todo mundo a callar y disciplinarse. Ahora saben que ya no se puede. El mundo ha dejado de ser unipolar y monocorde. Hay que oír a todos.
En medio de ese nuevo escenario es la única forma de entender que los halcones republicanos hayan doblado las manitas en la tan celebrada invasión militar en Venezuela y el ridículo de Guaidó, a quien dejaron más solo que la luna.
Y es también la única forma de entender que mil seiscientas empresas chinas tecnológicas, comerciales y manufactureras estén a punto de establecerse en territorio mexicano, mercado al que los orientales dan preeminencia sobre el almácigo de consumo que formaban los Estados Unidos antes de la era de Trump.
No pasa por alto el régimen de Xin Jinping que el consumidor mexicano ha hecho grandes fortunas de los emporios Uber, Netflix, Spotify, Santander, BBVA, entre muchísimas otras. Quieren también participar en esas derramas. Pero hasta hace poco, el capital chino en México estaba prohibido por Washington. Son otros tiempos.
Al fin se tiene margen de maniobra. La visión geoestratégica ha llegado para quedarse. Y en esa cola sí hay que formarse, si no queremos repetir los dramas anteriores. Sólo falta una camada de empresarios responsables con casta y coraje para poder subirse a ese tren y aprovechar las oportunidades.
Y una mayoría política que sepa leer y entender las claves reales del nuevo escenario mundial.
Si no actuamos en consecuencia, seremos arrasados por incompetencia y molicie, otra historia demasiado conocida. Tenemos que ponernos las pilas. Las oportunidades las pintan calvas.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Los fiscales del caso #NXIVM, donde están implicados los hijos del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, dicen que tienen nuevas pruebas de que la campaña de Hillary Clinton contribuyó ilegalmente al notorio culto sexual con la “esperanzas de obtener influencia política.” El mes pasado, el fiscal federal Richard Donoghue le pidió a un juez federal permiso para presentar pruebas condenatorias de un “plan ilegal para superar los límites de contribución a una campaña primaria presidencial” con la “esperanza de obtener influencia política para avanzar en su propia agenda”, según una presentación de la corte en marzo. El grupo supuestamente intentó comprar influencia para la “campaña primaria presidencial” de Hillary Rodham Clinton, de acuerdo con el ex-publicista de NXIVM convertido en informante, Frank Parlato, quien dijo a Big League Politics: “Estuve allí y supe que más de una docena de miembros de NXIVM participaron en la campaña presidencial de Hillary Clinton.” En la actualidad, el juez que supervisa el caso no ha respondido en el expediente del caso. Fundada por el pedófilo convicto Keith Raniere, NXIVM comenzó como un negocio de autoayuda de marketing multinivel para personas que querían “alcanzar su potencial” a través de varios cursos. Emiliano Salinas Occelli compró la franquicia para nuestro país y la convirtió en la que más seguidores le dio a Raniere —hijos de ricos políticos y cresos empresarios—, lo mismo en la que lo proveyó de esclavas sexuales, incluidas menores de edad.
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