Refinería Dos Bocas, error que aún se puede corregir
Jorge Luis Galicia Palacios lunes 13, May 2019Como veo, doy
Jorge Luis Galicia Palacios
- Ni Pemex, ni Rocío Nahle, tienen experiencia en construcción
- Proyecto de Tula abortó por malas decisiones
Sin tramite de licitación, sin estudios técnicos de factibilidad, sin un cronograma preciso que hable de tiempos y acciones, sin experiencia en el ramo de la construcción especializada, vamos, sin encuesta de por medio, la semana pasada nos informó el presidente Andrés Manuel López Obrador que para mayo de 2022 estará lista la refinería de Dos Bocas, Tabasco. “Me canso ganso”, enfatizó para quienes recibieron con escepticismo la noticia.
La refinería, una de las tres obras insignia de la presente administración en materia de infraestructura (las otras dos son el Aeropuerto Internacional “Felipe Ángeles” y el Tren Maya), se ha visto opacada en su proyección debido a que, por un lado, apenas y fue mencionada en el contenido del Plan Nacional de Desarrollo (PND 2019-2024) entregado a la Cámara de Diputados para su aprobación, sin que se especifiquen los qué y cómo,
En tanto que, por otro lado, se declaró desierta la licitación donde participaron cuatro empresas especializadas para su posible construcción, lo que en automático, por decreto presidencial, se dijo que ahora la obra correrá a cargo de la empresa productiva Pemex, mientras que la dirección y proceso de ejecución recaerá en la persona de la titular de la Secretaría de Energía, Rocío Nahle.
El anuncio por supuesto que sorprendió a más de uno de los presentes en la mañanera del pasado jueves, porque es de sobra conocido que ni Pemex tiene experiencia en la construcción de refinerías ni a la señora Nahle se le conoce trayectoria alguna como arquitecta o ingeniera civil pues ella es ingeniera petroquímica de profesión, lo que para muchos esto se ha interpretado como una ocurrencia como en tiempos de campaña electoral: “Eso no tiene ninguna ciencia”, se decía entonces al abordar el tema de la extracción de petróleo.
Se desconocen los planos y maquetas de la obra en cuestión, ni tampoco hay estudios de impacto ecológico en la región donde se erigirá, y todos esos faltantes en su conjunto hablan de improvisación y mucha incertidumbre en el resultado final, aunque se diga que las obras iniciarán el 2 de junio del año en curso para entregarse en un plazo de cuatro años con un costo no superior a los 8 mil millones de dólares y la generación de miles de empleos.
También hay escepticismo en la obra anunciada por otras razones, hace apenas dos meses, en el mismo escenario, el titular del Ejecutivo Federal dijo que el proyecto Dos Bocas se asignaría a una empresa extranjera, por la experiencia que estas tenían en la construcción de refinerías en diversas partes del mundo y porque, así lo dijo, “no hay la experiencia suficiente en las empresas mexicanas”.
Es cierto, especialistas en la materia señalan que Tabasco es la entidad que mejores condiciones presenta para la instalación de una refinería y en ello consideran ventajas como su infraestructura instalada para el transporte de la producción de ductos hacia la zona de mayor consumo comercial, así como capital humano especializado para su operación, pero hasta ahora no habíamos escuchado que petróleos mexicanos tuviera experiencia alguna para edificar refinerías, eso sin contar que entre sus facultades, ni las de la Sener, está la construcción de refinerías.
Otro argumento que refuerza el escepticismo es que en diciembre pasado se dijo que, en su primer año de funcionamiento, de Dos Bocas se espera una producción de 600 mil barriles de gasolina diarios; que con esta obra México dejaría de comprar combustibles en el extranjero y en tres años más bajarían los precios de los hidrocarburos, lo cual está requetebién.
Pero esos pronósticos se hicieron cuando la idea era contratar los servicios de una empresa con amplia experiencia en la realización de ese tipo de proyectos, por lo que ahora, argumentan los especialistas, es poco probable que Pemex tenga lista la obra en cuatro años y en caso de que así fuera se duda que en dichas instalaciones haya capacidad para producir ya no solo 600 mil sino ni siquiera un litro de combustible. En fin, la decisión está tomada y no parece la mejor.
VA MI RESTO. – Hace diez años el presidente Felipe Calderón Hinojosa se equivocó no en los argumentos que motivaban la construcción de una refinería sino en el lugar que eligió para hacerlo, pues aunque en la puja para la construcción de dicha infraestructura se inscribieron entidades como Campeche, Michoacán, Tabasco, Tamaulipas y Veracruz, al final la decisión recayó en Tula, Hidalgo, donde lo único que hoy se puede observar es un polígono de 700 hectáreas de tierras ociosas, cientos de campesinos sin tierra y también miles de millones de dólares invertidos que se fueron a la basura, lo que en su conjunto se traduce en una historia que refleja corrupción, malas decisiones, negligencia e ineptitud gubernamental.
Hoy, a casi 10 años de aquel anuncio presidencial, pero ahora con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el tema nuevamente se ha colocado en el interés de la opinión pública nacional y aunque el anuncio de la refinería de Dos Bocas en un principio tuvo buena aceptación entre los sectores económicos y financieros del país, y sobre todo entre la población directamente beneficiada, las condiciones favorables de ayer no parecen ser las mismas de hoy.
Por supuesto que a Dos Bocas se le desea mejor suerte que a Tula, pero ante malas decisiones y peores justificaciones han surgido comentarios adversos, donde los argumentos de estos últimos parecen más que realistas, y no es para menos, la experiencia de Hidalgo dejó con mal sabor de boca a los contribuyentes por lo que nadie quiere otra experiencia igual de dinero público mal usado.
Que conste, aún hay tiempo para corregir, y hasta ahí porque como veo doy.