Las madres de ayer y de hoy
¬ Sócrates A. Campos Lemus viernes 10, May 2019¡Que conste,.. son reflexiones!
Sócrates A. Campos Lemus
LOS VIEJOS COMO YO, ya no tenemos madre, en el buen sentido de la palabra, nos vamos a los recuerdos de aquellos años cuando ese día era festejado en las escuelas, los maestros nos ponían a realizar diferentes trabajos manuales que se pintaban o en los festivales a dar bailables o poemas y llevar las flores y, desde temprano, todos, poníamos cara de yo no fui y de portarme bien, porque era el estilo, ahora, muchos, nos dicen que eso era simplemente cursi y que al final de cuentas fuimos la generación que propició la comercialización del DÍA DE LA MADRE, como si los niños de aquellos tiempos tuviéramos la visión comercial del capitalismo que explota muchas cosas vía el sentimentalismo, no los sentimientos, y es cierto, ya no se hicieron aquellos trabajos manuales, sino que se compraban las planchas, licuadoras, pistolas para el pelo, coloretes y perfumes y así se inicia aquel ciclo que, hasta el día de hoy, permanece para que todo se comercialice y se sienta que el que no puede comprarle algo fino a la madre, pues, no la tiene…contenta.
También, recordaba que, acercándose a ese día, en Zacatecas, me contaba uno de mis amigos de Fresnillo, en la familia de los Bonilla, uno de ellos era especialmente vago y la noche anterior se fue de vago al “calichal” y en la madrugada, cuando llegaba, su madre, mujer piadosa y creyente, lo que quería es que su hijo estuviera bien y cuando éste llegó, pues le dijo que lo que pasaba es que después de ir a dejar a unos animales al potrero, pues en el regreso como que perdió el rumbo y, de pronto, en una peña vio clarito cómo se le aparecía la virgen y, la madre lo apapachaba y besaba. Su padre andaba recorriendo calles y lupanares para buscar al chico que ya andaba en los malos pasos y las pasiones amorosas y desesperado llegó a la casa y encontró a la madre dándole de desayunar al muchachón de la virgencita y, cuando el padre le reclamaba, la madre, como toda madre mexicana protectora y apapachadora con los hijos, pues le dijo que le dejara en paz, porque venía bendito, ya que acababa de ver a la virgencita cerca del potrero y que por eso se había atrasado y llegado en la madrugada. El viejón, que no se tragaba los cuentos, lo levantó de las greñas y sacando el cinturón le dijo: “Pues a VER, JUAN DIEGO CUAOHTLATOATZIN si la virgencita te quita estos cintarazos…. Y, desde entonces, tenemos al segundo Juan Diego Cuaohtlatoatzin, allá, en las tierras zacatecanas de Fresnillo.
Y bueno, en 1969, me encontraba detenido en la cárcel de Lecumberri, no por rata o por contrabandista o asesino, sino por ser parte de una lucha social y política estudiantil que culmina con la gran represión de Tlalteloco el 2 de octubre de 1968, entonces, mi compañera Simone, estaba embarazada, y ya otro día les contaré las de Caín que pasaba con la represión y por el hecho de ser extrajera, francesa, y pues para darle el toque al Día de la Madre ese día, 10 DE MAYO, nace mi hijo Iván, y bueno eso de ser padre tan joven y encerrado en la prisión sin saber qué nos deparaba el destino cuando se hablaba de que cuando menos pasaríamos 40 años de cárcel en Lecumberri, la angustia era enorme y, sobre todo, porque no contábamos con los recursos económicos para cubrir los gastos del parto y para criar a Iván, en tales condiciones, seguramente, la angustia de Simone era mucho mayor, pero tal como lo ha mostrado a lo largo de su vida, era una mujer fuerte, valiente y de gran corazón y así, hasta la fecha, pues Iván crece y nosotros envejecemos como es la ley de la vida y así se siguen festejando a dos, en el mismo día…por cierto, mi hija Tania, escribió una obra de teatro en esa etapa de la persecución y del ir y venir y las angustias en una obra de teatro que se llama EPHER, ya presentada con gran éxito en muchos sitios y forma parte inicial de una trilogía que escribió sobre el 68. Estas obras las ha puesto en escena mi yerno Alejandro Guerrero, un joven y talentoso director de teatro y extraordinario músico y cantautor…Así, es por lo que me encanta el mes de mayo, ya explicaba también que de chiquillo me decía “Mayo” cuando mi madre andaba de buenas, pero cuando andaba encabritada por las maldades de su hijo o las desobediencia, pues, simplemente me gritaba: “¡Amado! venga acá” y, cómo no ir si el cinturón estaba en la mano…
Y como buena maestra, mujer trabajadora, también, para completar el gasto que llevaba en control de todo, ella cosía en la máquina Singer de pedales primero, hasta que después alguien le adaptó un pequeño motorcito y me sentaba a su lado para que mientras ella pedaleaba y cosía la ropa, yo le fuera recitando las tablas de multiplicar o contando las cosas de la historia que nos dejaban de tarea y claro que me tenía cerquita para que no me fuera de vago, no tanto como mi amigo Juan Diego, pero, sin duda, esa atención era suficientemente amorosa para que jamás se nos olvidaran sus ojos y su cara seria o su sonrisa amable, seguramente le di mucha lata, rebelde con y sin causas, era la tónica de los tiempos, protestatarios inmaduros, pero luchadores callejeros, veníamos de los barrios bajos y bravos, ahí nos llevó el destino de los padres y, mi madre, en ese campo supo resolver muchas cosas que no eran sencillas, por ejemplo, aprendió a poner inyecciones y sueros y, en las noches o en los días de sol o de lluvia venían de muchas vecindades a solicitar su servicio para inyectar a los enfermos y nos levantaba para que la acompañáramos y en esas calles oscuras del centro de La Lagunilla, cercanas a Tepito, jamás nos robaron o atracaron, al contrario decían: Aguas, hay va DOÑA CLEMEN… ABUSADOS, PORQUE VA A INYECTAR y así, con respeto hasta por los malandrines ella caminaba segura y valerosa para prestar sus servicios y, muchas veces, pues ni siquiera cobraba y, ese respeto también le daban a mi padre Homero, el profe, que siempre andaba dando consejos o ayudando a la gente que lo necesitara, así que, cuando me dicen que el Día de la Madre es un día de cursilería, pues les digo que se vayan mucho a la fregada, cuando menos, yo, tengo otra visión, experiencia y recuerdos que no cambio por nada… FELICIDADES A LAS MADRES EN SU DÍA.