Justicia lenta
¬ Augusto Corro jueves 9, May 2019Punto por punto
Augusto Corro
El asunto estaba en el olvido. Nadie se acordaba de las arbitrariedades del góber-precioso, Mario Marín.
El mandatario poblano ya es buscado por la Interpol en alrededor de 200 países.
¿La razón? ¿El motivo? Presentarlo ante la justicia para que responda por el delito de tortura contra la periodista y escritora Lydia Cacho.
Claro, el ex mandatario no estará solo. También las autoridades ordenaron la aprehensión de otro de los implicados: Kamel Nacif.
La escritora Lydia Cacho fue víctima de un sinnúmero de arbitrariedades en 2005, tras la publicación de su libro “Los Demonios del Edén”, en que dio a conocer las redes de trata de menores.
Otros ex gobernadores
Tres ex gobernadores se encuentran en la cárcel por varios delitos, entre otros el de peculado.
Nos referimos a los ex mandatarios Javier Duarte, de Veracruz; Roberto Borge, de Quintana Roo, y Andrés Granier, de Tabasco.
El primero recibió una sentencia de 9 años de prisión, al aceptar su responsabilidad de la que se le acusó.
Una pena insignificante, si se compara con el daño que le causó a los veracruzanos. Basta con ver la ola de violencia que aún continúa en esa entidad.
Roberto Borge está recluido en una cárcel de Morelos, en espera de la sentencia. El ex mandatario fue acusado de saquear las arcas públicas y rematar 22 predios de una reserva natural.
En enero, el ex gobernador Andrés Granier dejó la Torre Médica del penal de Tepepan para continuar con la prisión preventiva domiciliaria. Enfrentaba procesos federales y locales por evasión fiscal y peculado.
Libertad a Andrés Granier
El ex gobernador Andrés Granier obtuvo, ayer miércoles, su libertad absoluta, al quedar sin efecto la acusación de peculado por un monto de 196 millones de pesos. Por ese delito fue condenado a 11 años de prisión y al pago de la mencionada suma de dinero.
Falta por aprehender al ex mandatario de Chihuahua, César Duarte, quien es buscado por la policía, pues saqueó el erario y se enriqueció inexplicablemente. Llegó a la política como vendedor de coches seminuevos y terminó como dueño de un banco.
Los cuatro ex mandatarios llegaron al poder apoyados por el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
La lucha por el Partido
En el Partido Revolucionario Institucional (PRI) la lucha por el poder es intensa. Tras su estrepitosa derrota el que fuera un “partidazo” quedó para el arrastre.
Algunos funcionarios sobrevivientes de esa organización política alcanzaron a llegar a las cámaras de Diputados y Senadores.
Los demás dirigentes partidistas se esfumaron o se encuentran en la pelea por dirigir las cenizas del Revolucionario Institucional.
Entre los priístas más conocidos que quieren la presidencia del tricolor se encuentran el gobernador de Campeche, Alejandro Moreno, a quienes sus allegados lo llaman “Alito”; pero sus adversarios le dicen “Amlito”, por su cercanía con el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Es el citado mandatario el hombre que encabeza la lista de aspirantes a la presidencia nacional del PRI.
Podría estar en segundo lugar el doctor José Narro, ex rector de la UNAM y ex secretario de Salud. Sus cartas de presentación eran buenas hasta antes de convertirse en funcionario público bajo las órdenes del entonces presidente Enrique Peña Nieto.
El ex rector no pudo controlar ni poner orden en el Sector Salud, que a la fecha sigue en pésimas condiciones.
El doctor Narro tuvo su tiempo y su oportunidad que no aprovechó. Tenía suficiente capacidad y autoridad para contender como candidato a la Presidencia de la República, pero Peña Nieto lo desdeñó.
De los otros aspirantes, mejor ni hablar. Entre estos están la oscura gobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega; y el inefable ex gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz Ortiz, recientemente acusado de delitos de lesa humanidad, en el tribunal de La Haya.
Una oposición sin cabeza
El domingo pasado se efectuaron manifestaciones de rechazo a la política del presidente Andrés Manuel López Obrador, en diferentes ciudades del país. Fue interesante ver cómo grupos dispersos se dejaron llevar por la inercia de la protesta deshilvanada completamente.
Las consignas aunque fueron dignas de tomarse en cuenta, no decían nada nuevo.
Lo que se vio en las manifestaciones fue la falta de un líder que los dirigiera o encabezara. No se vio la cabeza por ningún lado.
De lo anterior se desprende que el llamado contrapeso político contra López Obrador todavía no se repone de la derrota de las últimas elecciones.
Lo que sí se notó fue la presencia de Vicente Fox, en León, Guanajuato, en una actitud destemplada, tibia, muy diferente a la que asumía en la lucha por la presidencia.
Por su parte, Felipe Calderón, ya forma parte de la oposición al gobierno actual e intenta resurgir de sus cenizas. Una de sus armas es el tuiwter para convocar a quien lo desee a formar parte del Partido México Libre de su esposa Margarita Zavala.
Por ahora, López Obrador puede estar tranquilo.