Cubano vs cubano
¬ José Antonio López Sosa lunes 6, May 2019Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Cienfuegos, Cuba.- Cada país y cada sociedad tienen particularidades que hacen precisamente un factor de diferencia en la convivencia y en el diseño del tejido social, que al final del día, genera un modo de vivir, un modo de ser y sobre todo, un modo de convivir con el otro.
Cuba es un país de muchas peculiaridades, desde el año 1959 están inmersos en una Revolución que llegó a garantizarles libertad pero que con el paso del tiempo, transformó esa doctrina libertaria en barrotes ideológicos que controlan prácticamente todos los movimientos de un ciudadano.
Cuba es un estado paternalista donde sus ciudadanos son menores de edad que tienen que vivir supervisados por un gran hermano llamado gobierno, que dice, los cuida para garantizarles la libertad, así de antagónico.
Dentro de muchas otras cosas, este sistema económico que lejos de ser socialismo, es en términos pragmáticos un capitalismo de estado, ha generado movimientos sociales curiosos, donde el cubano humilla al cubano, cuando alcanza otro nivel económico dentro del control absoluto que ejerce el estado sobre sus vidas.
Vamos con los ejemplos prácticos:
El cubano que por alguna razón, tiene una percepción económica en CUC (peso convertible, equivalente al dólar estadounidense) por trabajo o negocio propio, tiene acceso a más satisfactores que alguien que gane su salario en CUP (pesos cubanos, los del pueblo).
Ahora bien, estos satisfactores no necesariamente están relacionados con la calidad de vida de las personas o las familias sino con la fantochería y la apariencia en muchos casos, así vemos por la calle personas con escandalosas cadenas y relojes, ropa aparentemente de marcas comerciales, bebiendo cerveza y fanfarroneando frente a su compatriota que no tiene acceso económico a ello, pero ¿qué diferencia hay entre uno y otro?, sociológicamente ninguna más allá de su idiosincrasia, es decir, puede ser que tengan una mejor y más cómoda vivienda, quizá un automóvil, pero lejos de buscar esa movilidad económica para tener de la mano una superación personal, lo utilizan para poner énfasis en el éxito que creen tener, frente al fracaso en el que señalan, viven los demás cubanos.
En muchas ocasiones, el cubano se queja de su sistema con toda justificación, pero saca provecho del mismo, es decir, si las cosas funcionaran de otra forma no estarían dispuestos a las condiciones del libre mercado para trabajar y salir adelante bajo las normas del capitalismo que tanto evocan en la isla.
La vida de un cubano que percibe dinero en CUC se va en comisiones, como una suerte de vendedor universal se acerca al turista y desde una comida hasta una noche de hospedaje, se recomienda sí y sólo sí, se cobra una comisión no escrita que canibaliza un día sí y el otro también al turismo.
Hay un dejo de incompetencia que no necesariamente obedece a la escasez o al mal funcionamiento del sistema, sino que tiene que ver con la actitud frente a la vida y a las cosas, con un “aquí es Cuba” pretenden justificar una y otra vez la falta de compromiso con las cosas.
En fin, luego de varias visitas, diferentes lugares y circunstancias, muchas charlas con cubanos dentro y fuera de la isla me convenzo que uno de los peores enemigos de un cubano no es el sistema, ni los Castro ni el embargo, es sencillamente otro cubano, adentro y afuera, una extraña hermandad que se disfraza con un abrazo entre vecinos o familiares y se paga con una comisión por lo que sea.
Así pasa la vida en esta isla, con los abusos del estado, la falta de libertades y la promesa eterna de libertad y soberanía que sólo se traduce en una serie de prohibiciones absurdas, un cambio que llega a los que tienen dinero para invertir y que tardará décadas quizá, en beneficiar al cubano de a pie, mientras quienes están cerca del turismo siguen explotando al turista y no al turismo y, siguen fanfarroneando frente al otro.