La polarización, auspiciada por el pripanismo
Francisco Rodríguez viernes 3, May 2019Índice político
Francisco Rodríguez
A propósito de marchas y “cacerolas” no debe soslayarse que cargamos con la pesada losa de las castas gobernantes mexicanas que siempre han sido complacientes y obsequiosas con el invasor. Como ejemplos históricos destacados en este rubro, basta recordar el servilismo mostrado por Agustín de Iturbide, Guadalupe Victoria y los primeros republicanos ante Joel R. Poinsett, el embajador de la Doctrina Monroe.
Porque el adelantado procónsul del Imperio, designado por el presidente James Monroe, sólo venía en plan de investigador de las riquezas minerales y naturales y como un invasor adelantado para saber qué estaba mal acomodado y proceder a levantarlo de inmediato, ante el azoro de quienes habían ganado la revolución de Independencia.
El malinchismo proverbial de las castas gobernantes locales facilitó las maniobras de Poinsett, espía tamaño caguama, que perseguía fundamentalmente la venta en cómodas condiciones, usted sabe, de estados norteños a los estadunidenses. Texas, Nuevo México, Sonora, Coahuila y Nuevo León, entre otros. Pero llegó más allá.
A través del rito masón de la logia yorkina, que él introdujo, se infiltró ideológicamente entre los guerreros republicanos, causando una división mayúscula que acabó despedazando a los dirigentes del país. El historiador Lorenzo de Zavala, poseído por las obsesiones monroístas acabó apoyando la anexión de Texas.
Los yorkinos se anularon entre ellos. Vicente Guerrero acabó corriendo del país a Nicolás Bravo, quien había criticado la infiltración de Poinsett. Los yorkinos, envenenados, acabaron dividiéndose en centralistas y federalistas. Los primeros dieron golpe de Estado al presidente Manuel Gómez Pedraza. En medio de este caos, entre los federalistas tenían que surgir los traidores polkos.
La tradición malinchista siguió. Las castas han sido serviles y obsequiosas con el invasor, del tamaño que sea. Entre los distinguidos palafreneros de Maximiliano de Habsburgo, encontramos al abuelo de Juan Sánchez Navarro, el ya fallecido gurú del empresariado mexicano, y en la defensa judicial de compañías petroleras extranjeras, al abogado revolucionario Luis Cabrera.
Porfirio Díaz controló a las familias aristócratas por la vía de atraer a los juniors de los poderosos —los afamados lagartijos— al dinero fácil y rápido de los trámites sin obstáculos de las empresas eléctricas, petroleras, henequeneras, mineras y ferrocarrileras. Los convirtió en coyotes al servicio de patrones de allende las fronteras.
Los gobiernos sonorenses, triunfantes en la Revolución, se agacharon a firmar los Tratados de Bucareli, gracias a los cuales se reconoció a los obregonistas, los forraron de plata y armas contra los adversarios. Pero nos condicionaron a no incursionar en el terreno de las industrias pesadas.
Lo cierto es que nunca hemos producido un solo bien de los llamados de capital. Algo que pueda reproducirse en más bienes. En el ADN de los gobiernos mexicanos, sean coloniales, independentistas, centralistas, federalistas o revolucionarios, ha estado el sello de la genuflexión ante extraños e imposición de duras penas a los autóctonos.
Ese es el país que quieren que regrese los marchistas del próximo domingo 5 de mayo
Dudo que quienes hoy se oponen a López Obrador sepan esto. Lo destacable es que sus reacciones en pro de la injusticia y a favor del robo y el entreguismo responden a irremediables taras genéticas que en ellos llegan al nivel de lo estridente. No puede explicarse de otra forma, pues algunos de ellos nunca han leído un solo libro, a confesión de parte.
Loan a los corruptos. Levantan altares a los inservibles. Protegen a los esbirros. Queman incienso a los depredadores del país. Son malinches, en el peor sentido de esa expresión tan nuestra. Ya casi no hay quien les dé la mano, por el temor de perder los anillos , los relojes, los retratos de familia y hasta los dedos.
Y es que el abandono sistemático de las actividades industriales y comerciales en los sectores productivos del país, la parálisis del mercado interno y el excesivo trato privilegiado a las empresas transnacionales y a sus subsidiarias locales, dibujaron en el pasado reciente un Estado malinche, perforado por la ambición, infiltrado por el anexionismo ridículo.
Ese es el país que quieren que regrese los marchistas del próximo domingo 5 de mayo.
Los gobiernos pripanistas no estaban hechos para saber —menos para poder— hacer un solo control de daños en favor de la población. No conocían una sola forma, una solución, una posibilidad de utilizar las inmensas oportunidades de un sistema presidencialista con poderes absolutos, hecho para proteger castas de malinches.
Lo demostraron palmariamente en sus respuestas formales y bravatas frente a conflictos internacionales y nacionales que ellos mismos provocaron, enredándose en sus propios hilos de corrupción desenfrenada. Los abusos en la desastrosa campaña priísta de 2018, así como en la masacre militar huachicolera son realmente bochornosos.
Las negociaciones en lo oscurito de quien fuera aprendiz de canciller, el autollamado estadista Videgaray con el yerno de Trump, formado como mandadero en los sótanos de la financiera Goldman Sachs, son históricamente reprobables. No tenían un solo punto explicable, menos defendible.
Videgaray y su mocito Peña Nieto concedieron, como fue público y notorio, un nivel de Jefe de Estado a alguien que otros mandaderos vernáculos del mismo grupo bancario, como Agustín Carstens, le recomendaron en una hora desafortunada para este país. Antipatriótica e ignorante, a más no poder.
Ese es el país que quieren que regrese los marchistas del próximo domingo 5 de mayo.
Políticas al gusto y a la orden de Estados Unidos, atentatorias para la viabilidad de México como Nación. Reprobadas y atacadas por las mentalidades más lúcidas de la Tierra. Entreguistas y obsequiosas, colaboracionistas rupestres en el sentido más estúpido de la expresión. Se basaban en el voluntarismo pedestre, en la capacidad de influencia de un yerno recién llegado a las lides políticas.
Abominable como todo lo que hicieron los tolucos y pachuquitas. Desquiciados por la rapiña y la codicia, los nefastos mexiquenses continuaron sus labores de zapa como auténticos traidores a la patria.
Ese es el país que quieren que regrese los marchistas del próximo domingo 5 de mayo.
La venta de la patria, la demolición maquinada de sus estructuras, la traición a la diplomacia, el saqueo del circulante monetario, los obstáculos a las investigaciones criminales contra los rateros de los estados, la protección a los carteles del narco, la represión salvaje a los ciudadanos, casi todo salió del escritorio de Videgaray, el jefe de Peña Nieto.
Acumuló tal cantidad de poder el ex presidente Videgaray, que todo mundo sabía, condicionaba al presidentito de Atlacomulco a ser un espectador cariacontecido y bobo de lo que pasaba a su alrededor.
Hoy que tenemos un Presidente de la República que está en todo, que defiende los intereses de México, que postula ahorro, lucha contra la corrupción, reinstalación de la seguridad pública, un mejor reparto de la riqueza, hay quienes marcharán el próximo domingo 5 de mayo para que regrese el país de la injusticia y el entreguismo pripanista.
Cosas veredes…
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Wikipedia nos recuerda la auténtica Marcha del Silencio: “…fue una manifestación de desobediencia civil y protesta política por la paz realizada por integrantes del movimiento de 1968 en la Ciudad de México el viernes 13 de septiembre de ese año. Se realizó en protesta por el desalojo violento de la Plaza de la Constitución (Zócalo), en el que ocu rrieron detenciones arbitrarias, brutalidad policial y diversos enfrentamientos entre simpatizantes del movimiento y fuerzas como el Heroico Cuerpo de Granaderos y el Ejército Mexicano. Fue convocada por el Consejo Nacional de Huelga (CNH) como una manifestación silenciosa pacifista, ya que era más elocuente que las palabras que acallaron las bayonetas, y por el silencio que hizo el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz en su Cuarto informe de gobierno el 1 de septiembre de 1968 sobre el movimiento. Por tanto, se marchó no con las banderas rojinegras del CNH sino con banderas de México y retratos de héroes de la Independencia y la Revolución. El trayecto fue desde el Museo de Antropología, hacia el Zócalo, unos 6.1 kilómetros, aproximadamente.” + + + Con el término del segundo periodo ordinario de sesiones del Congreso de la Unión queda claro que el andamiaje jurídico del nuevo gobierno tiene avances sustanciales. Muestra de ello son la creación de la Guardia Nacional, las reformas a las leyes Laboral y de Educación, mismas que requirieron un trabajo minucioso y acucioso.
En esta labor, destacan dos servidores públicos, uno del Ejecutivo y otro del Legislativo, en la instalación de esta estructura: por un lado, Julio Scherer Ibarra, el consejero jurídico del presidente Andrés Manuel López Obrador; y, por otro lado, el líder de la mayoría y jefe de la bancada de Morena en el Senado, Ricardo Monreal Ávila. A este último, nadie le regatea el mérito de hacer posible el consenso y la unión de voluntades de los distintos grupos parlamentarios en la construcción legal de la Cuarta Transformación. + + + En todo el planeta hoy se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa. ¡Felicidades! ¡A quienes transmiten las noticias! ¡A quienes las reciben!
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