Termómetro de inseguridad
Freddy Sánchez martes 23, Abr 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Con la Guardia Nacional en plena acción, llegó la hora de marcar la diferencia entre lo que se hizo mal y lo que se espera que se haga bien en la nueva lucha contra la delincuencia organizada.
Porque es evidente que en el pasado, vivimos un rotundo fiasco en materia de seguridad en el país. Varios sexenios de ineficiencia e ineptitud en las políticas institucionales para combatir el delito.
Matanzas y más matanzas que no sirvieron para contener el crecimiento y la expansión del crimen organizado.
En resumidas cuentas: “mucho ruido y pocas nueces”, en lo referente a enfrentar a las organizaciones delictivas.
De ahí que, actualmente, las mafias criminales con sangre nueva en sus manejos operativos y de alta dirección, prosiguen sumando ingresos millonarios a sus arcas, en virtud a la diversificación de sus actividades, el dominio de un mayor número de territorios y una capacidad de funcionamiento bastante más eficaz que la de sus perseguidores.
Así que una “guerra perdida” contra el hampa, es tristemente la realidad a la que se enfrenta la Guardia Nacional.
Una institución que en el ánimo ciudadano es vista como el remedio que tanta falta le hace a este país para volver a disfrutar de seguridad en todos sentidos.
No sólo para la realización de actividades productivas, sino en otros aspectos vitales para una sana convivencia social, en la que se garantice el derecho de las personas a salir a las calles sin el temor a ser víctimas de alguno de tantos grupos delictivos, lo que impide a la gente sentir la confianza para visitar a la familia, comer tranquilamente en un restaurante, ir al cine o al teatro e inclusive poder estar en paz y a buen resguardo en la privacidad del hogar.
De modo que ante el estado de desamparo colectivo imperante e inocultable que se sufre actualmente en México, se requieren resultados y no discursos como lo dijo el presidente.
Porque, si una cosa es inadmisible entre la sociedad mexicana, es que se repita la demagogia que en gobiernos pasados caracterizó las acciones contra la delincuencia, adoptando políticas erráticas y contraproducentes, además de lo que fue un desperdicio mayúsculo de recursos públicos al amparo de la reiterada falacia de estar bajando los índices delictivos.
Algo que además de no ocurrir, se intentó “maquillar” con bajas ficticias en el registro de los delitos, lo que salió a relucir en los “dimes y diretes” entre autoridades actuales y del reciente pasado en la Ciudad de México.
En ese contexto, justo es exigir a la Guardia Nacional que más allá de una amplia difusión de sus propósitos de acción, demuestre en los hechos que la seguridad ciudadana ciertamente mejorará de aquí en adelante.
Y para ello, es preciso conseguir una sensible disminución en los brutales crímenes entre mafiosos, los violentos enfrentamientos de policías contra delincuentes y el prácticamente libre actuar de rufianes que matan a ciudadanos indefensos, a resultas de asaltos, secuestros y extorsiones.
Hace falta pues, que en el futuro se pongan y se alcancen metas específicas en el combate a las organizaciones criminales.
Y por lo mismo, habrá que llevar un escrupuloso conteo con absoluta trasparencia social del comportamiento de las incidencias delictivas que más agravian a la sociedad mexicana, así como de los bienes recuperados mediante la aplicación de la nueva ley de extinción de dominio, puesto que ambas acciones y sus resultados concretos y verificables servirán como una especie de “termómetro” de la inseguridad.