Tiempos de guardar
Freddy Sánchez martes 16, Abr 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
¿Una semana de espiritualidad o de solaz y esparcimiento?
Ambas cosas, sin duda, hallamos en la Semana Santa.
Con templos y centros de veraneo pletóricos de concurrentes deseosos de ponerse en paz consigo mismos. Unos asumiendo actos de devoción religiosa y otros dedicados al descanso y el relajo.
Claro que ni los que acuden a orar ni los que se olvidan de hacerlo, son merecedores de reconocimientos especiales o de condenas divinas.
Lo mismo, se puede pecar saliendo de una iglesia, que entrando o no a un centro de diversión, durante un viaje de placer e inclusive cuando alguien distrae su atención de lo religioso con una mirada que no debe hacer en una parte que no es correcto ver y menos con un ánimo pecaminoso.
Pecar pues, es lo común
Lo hacen creyentes y no creyentes, quienes se abstienen de consumir alimentos que no son recomendados en esta temporada, así como los que ven en la Semana Santa la ocasión propicia para depurar su conciencia cumpliendo con las enseñanzas de su fe cristina y quienes, devotos o no, aprovechan este tiempo de reposo laboral para salir a vacacionar con la familia.
Y la verdad es que cada quien es libre de elegir qué hacer o no hacer en estos días, que algunos consideran idóneos para la reflexión y otros encuentran adecuados para convivir sanamente con sus seres amados.
De modo que en cuestión de credos religiosos, la libertad es un derecho del que todos deben gozar.
Aquellos que se recogen en sus hogares y deciden participar en los actos de religiosidad a desarrollarse en los templos de su vecindario.
Así como quienes, considerándose con derecho a un descanso, salen a departir con los suyos en lugares turísticos. Comen, juegan, bailan, cantan y se divierten de distintas formas, recurriendo en algunos casos a evocar sus sentimientos religiosos. Cosa que muchos no hacen.
El caso es que, nadie está obligado a actuar de una u otra manera (pasando estos días en las iglesias o en las playas y lugares de paseos), salvo lo que a unos y otros les dicte su conciencia.
Sobre el particular, justo es decir que el hecho de que haya cientos de miles de paseantes en todos los lugares para vacacionar, representa un alto beneficio económico familiar entre los que están dedicados a la proveeduría de servicios turísticos, lo cual significa una obra de bien en favor de los demás.
Y eso equivale a un acto cristiano. Dar de comer al hambriento, dice la palabra bíblica.
Tal cosa sucede con toda proporción guardada, cuando los que utilizan la Semana Santa para vacacionar, en sus visitas a distintas partes de la República Mexicana, llevan bienestar a los que mucho tiempo dedican a prepararse para atender a sus clientes durante estos días.
Así que bien podría considerarse lo anterior como una demostración de amor al prójimo.
Lo que naturalmente se desvirtúa cuando en la relación de vacacionistas y prestadores de servicios, se dan conductas inmorales, proclives a cometer abusos, malos tratos, agresiones físicas, engaños y desencuentros violentos por inclinaciones de codicia, envidia o avaricia. Toda esa suma de actitudes contrarias al espíritu religioso que suele ser común en lugares de esparcimiento vacacional en la Semana Mayor.
Y que por desgracia igual sucede entre otros cristianos, que si bien cumplen con devoción sus tareas religiosas, a la par pueden llegar a cometer las más censurables conductas pecaminosas, debido a la doble moral de aquellos que se dan golpes de pecho y andan por la vida repartiendo enojos, discriminaciones, maledicencias e insanos comportamientos contra los demás, lo cual hacen habitualmente y también en tiempos de guardar.