Polarizados y sin líder
Francisco Rodríguez jueves 3, Feb 2011Índice político
Francisco Rodríguez
Todo nos divide a los mexicanos. Formamos bandos. Cualquier evento nacional o hasta internacional provoca que cada cual adopte una posición, que a la postre resulta exactamente contraria a la del familiar, el vecino, el amigo… Estamos polarizados, merced a la política.
Y es que los políticos se pelean en público, pero acuerdan en lo oscurito. Ahí, como ejemplo reciente, está la versión muy creíble de que Marcelo Ebrard, quien ante las cámaras y micrófonos sistemáticamente ha dicho que no se sacará la foto junto a Felipe Calderón, se ha reunido otra vez con el ocupante de Los Pinos ahora que ambos coincidieron el resort alpino de Davos, Suiza.
Dirán algunos que la polarización social resultante de los desacuerdos (públicos) de los políticos es mal de muchos. Que ahora mismo, en Estados Unidos, se vive una situación similar, consecuencia de la embestida que el Tea Party propina cotidianamente a la Casa Blanca de Barack Obama. Lo pueden sostener, es más.
La diferencia, empero, es que el líder político estadounidense cuando menos intenta reunificar, mientras aquí todos los días los dizque gobernantes se dedican a enfrentarnos a unos con otros.
Sobre esto es que ha escrito apenas monseñor Abelardo Alvarado Alcántara, a quien agradezco me permita reproducir para usted algunas de sus bien hilvanadas frases.
Recuenta el obispo auxiliar emérito de la Arquidiócesis de México los hechos del 8 de enero de 2011, cuando en Tucson, Arizona, un “joven perturbado mental de 22 años y adicto a la marihuana, disparó contra 20 personas, dejando sin vida a 6 e hiriendo a otras 14 víctimas”, entre las cuales se encontraba la congresista Gabrielle Giffords, que resultó herida en la cabeza.
“Respecto a la denuncia de la violencia -escribe el obispo- algunos comentaristas en los medios la han atribuido a la polarización del discurso de los partidos políticos, especialmente de los republicanos que han estado haciendo fuertes críticas al gobierno del presidente Obama; esto puede haber motivado que la mente perturbada de Jared Lee Loughner lo llevara a perpetrar la tragedia, pues posteriores investigaciones han demostrado que tenía planeado el asesinato de la congresista.
“Sarah Palin, ex gobernadora de Alaska y lideresa del Tea Party, grupo radical ultraconservador, replicó a las acusaciones advirtiendo de no incitar al odio a su grupo con “libelos de sangre”, es decir, con calumnias y acusaciones de tener las “manos manchadas de sangre”. Sin embargo, en su página web aparecía el nombre de Giffords (y de otros representantes demócratas) inscrito en una diana.
“La polarización política y un discurso corrosivo en los Estados Unidos han llegado a niveles preocupantes, en especial en Arizona, donde la cuestión de la inmigración suscita fuertes debates. Los liberales y los conservadores suelen culparse de todos los problemas en el país unos a otros. La derecha, en particular, había comenzado a usar un discurso destinado a crear miedo, lo que alienta un clima de violencia…
“Cuatro días después de la masacre, el 12 de enero de 2011, en el Centro Mc Kale, de la Universidad de Arizona, en Tucson, en la ceremonia realizada en honor de la Congresista Gabrielle Giffords y todas las víctimas del atentado, el Presidente Barak Obama, después de visitar a los heridos, pronunció su discurso ante una audiencia de 14.000 personas en el centro McKale de la Universidad de Arizona y otras 10 mil que no pudieron entrar en el pabellón. Un discurso que conmovió a toda la nación y que fue calificado por la prensa americana como el mejor discurso de Obama desde que fue electo para ocupar la Casa Blanca.
“Un discurso cálido, emotivo, salido del corazón, en un lenguaje claro, directo, con un mensaje para todo el pueblo americano de los EU, de gran trascendencia en el contexto que vive el país. Este discurso le ha permitido al presidente recuperar su imagen y recobrar el liderazgo y la esperanza despertada en muchos durante su campaña para su elección. En los 32 minutos de duración, Obama consiguió ahuyentar la división y el odio, haciendo aflorar lo mejor de esta nación: su optimismo, la confianza en sí misma, su fe en el porvenir, su envidiable capacidad de reconciliación.
“El discurso debe ser leído íntegro porque no tiene desperdicio (se puede leer en español en el blog de Daniel Fernández: www.danielfernandez.es/?p=844) Empezó expresando el dolor por la tragedia y haciendo un homenaje a las víctimas; describió los rasgos más positivos y el testimonio de amor a su patria de quienes perdieron la vida; invitó a no utilizar la tragedia para atacarse unos a otros y a usar un lenguaje conciliador y no hiriente; hizo un llamado a reflexionar sobre los propios actos y actitudes que se tienen hacia los demás, sobre las prioridades de la nación y la necesidad de recobrar los valores morales. Concluyó exhortando a pensar en sus hijos para “que les leguemos el “sueño americano” a generaciones futuras” y haciendo un llamado a la unidad de todos los ciudadanos americanos: “Creo que aun con todas nuestras imperfecciones, estamos llenos de bondad y decencia, y que las fuerzas que nos dividen no son tan poderosas como las que nos unen”.
“Leyendo este discurso he pensado en la situación que vivimos en nuestro país y en que, no obstante que es muy diferente el contexto social y político que se da en ambos países, el discurso del presidente Barak Obama debería servir de inspiración a nuestros políticos para que comprendan lo que significa el liderazgo y el servicio que se debe prestar al pueblo que los elige para su conducción hacia una sociedad más justa y fraterna”.
Pero nuestros políticos, monseñor, no leen. No escuchan.
Índice Flamígero: El nuncio apostólico en México, Cristophe Pierre, convocó a la comunidad católica a actuar con transparencia y honestidad y no aceptar las llamadas narco-limosnas para la manutención de templos o el desarrollo de obras de beneficencia. Pierre pidió también a los miembros de la Iglesia católica no pactar con el narcotráfico porque viven de la explotación y de la honestidad. En ese tenor, los clérigos tampoco deberían recibir las político-limosnas, ¿no cree usted?