Tradiciones y regateo
¬ Salvador Estrada martes 9, Abr 2019Folclor urbano
Salvador Estrada
El próximo domingo 14 empezará la Semana Santa y concluirá el día 20 y durante esa festividad religiosa se pondrá de manifiesto que las tradiciones y costumbres están extinguiéndose.
Muchos capitalinos empiezan a planear sus vacaciones para viajar a las zonas turísticas, que incluye la playa y a los estados con cultura prehispánica, y se olvidan de la tradición religiosa y no acuden a los templos y solamente piensan en la diversión y convierten la Semana Mayor en “ditirambos báquicos”.Para el Domingo de Ramos, el inicio de la Semana Santa, los indígenas, sobre todo la etnia de los otomíes, ya están trabajando en las cruces de tejido de palma.
Esas cruces, que venden con Cristo crucificado o sin él, en los templos capitalinos, según la tradición, también son utilizados en los días de tormenta. Cuando la tempestad arrecia, a las cruces se les prende fuego y se hace un rezo y la tormenta disminuye, según los creyentes.
Pero después de la venta de las cruces de palma, que les dio algún ingreso a la etnia, ¿qué van a vender? Los artistas tejerán canastos, bolsas, tortilleros y hasta sombreros, que son difíciles de vender, porque los “capitalinos” siempre les regatean el precio, y por es
a acción se vuelven egoístas, malos ciudadanos que no reconocen el esfuerzo y el trabajo de esos mexicanos marginados que luchan por sobrevivir.
En los estados con monumentos prehispánicos, los “turistas” son los más quisquillosos para comprar, no aceptan el precio que piden los artistas indígenas y regatean y regatean y no quieren pagar el justo precio que les piden por ropa, suéteres o camisas, trabajos laboriosos, muy bien hechos, con sello indígena.
Los turistas que van a la playa gastan y gastan, claro con su tarjeta de crédito, y aunque los precios son elevados, suben más en temporada vacacional, no “regatean para nada” y son hasta espléndidos con las propinas, pero en la compra de artesanías indígenas son “duros de gastar”, codos, avaros, mala onda.
En esa temporada vacacional la Iglesia, en la festividad del Domingo de Ramos, hace un llamado a sus fieles para que disfruten los días de asueto, pero que recuerden que son días santos, para que no “anden en la fiesta, bebiendo y bailando”, y durante su descanso se den una escapadita a los templos a “dar gracias” y a recordar a Cristo que sufrió y murió por nosotros para el perdón del género humano.
Jueves y viernes santos son para reflexionar y después de esos días, acuérdate que hace muchos años en las pulquerías se tronaban a los judas el famoso “Sábado de Gloria” y también que se mojaban los chamacos.
El sábado ya no es de gloria, ahora es el Domingo de Resurrección, pero en algunos sitios todavía truenan judas. Y por la escasez del agua está penado mojarse, desperdiciar el líquido arrojando cubetazos a los transeúntes, como era tradición hace muchos años.
En algunas colonias populares, los muchachos se mojan entre sí y corren cuando advierten el acercamiento de una patrulla. Una tradición difícil de olvidar. ¡uya, uya, la patrulla!