Anonimato criminal
Freddy Sánchez martes 9, Abr 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Mucho seguirá dando de qué hablar, el fatídico acontecimiento que tuvo un gran eco en el medio musical y otros sectores sociales, por un suicidio anunciado.
El de quien no resistió la acusación en su contra por acoso sexual, asegurando en un escrito póstumo ser inocente al mismo tiempo que se declaró “asesinado socialmente” por lo que tildó de un infundio difamatorio que destrozaría su reputación y su tranquilidad para siempre.
Horas más tarde sobrevino la muerte de un conocido músico, que a sus sesenta y cuatro años, se arrancó la vida antes que estar dispuesto a soportar las devastadoras secuelas de un acoso distinto y a la vez semejante al que anónimamente se le atribuyó a él mismo, por una supuesta violación en la persona de quien lo acusó, sin identificarse.
Y las voces de indignación no se hicieron esperar. Saltaron a la palestra los que abogan por la difusión de las denuncias anónimas y los que tanto las critican.
Unos convencidos de que este medio acusatorio de uso común en las redes sociales se ha convertido en un medio eficaz para desenmascarar conductas inmorales de violadores que mucho tiempo gozaron de impunidad ante el largo silencio de sus víctimas.
De ahí un alto número de seguidores y simpatizantes de medios como “Me Too”, sumamente popular en la internet, justamente por su dedicación a difundir denuncias anónimas de acoso sexual.
Y eh ahí el punto a debatir sobre la pertinencia o no de poner bajo la lupa esta clase de las libertades en materia de difusión amparadas en el anonimato, cuyo principal argumento de apoyo, es sin duda irrefutable.
Antes que nada y por encima de todo, está la protección a las víctimas. Máxime que institucionalmente es insuficiente y en no pocos casos nula la ayuda a quienes indefensas han sido ultrajadas vilmente por abusadores sexuales con o sin influencias y poder.
Defender a las victimas es, por consiguiente, un deber superior de toda sociedad civilizada y racional.
Pero, en ese punto justamente habrá que detenerse a reflexionar. Porque en algunos casos, la víctima podría ser el victimario.
El anonimato protector de los denunciantes ante la eventualidad de amagos contra su seguridad y hasta su vida, al atreverse a denunciar los atropellos en su contra, se entiende y debe mantenerse como medio indispensable para la protección de las víctimas.
Solo que sería importante crear perfiles indagatorios que hagan creíbles las denuncias, invitando por ejemplo a las víctimas a aportar algunos indicios que permitan ubicar a los acusados en los lugares donde fueron consumados los hechos denunciados, a precisar algún rasgo peculiar de su físico que al no ser públicamente conocido, ayude a su identificación, entre otros elementos informativos que den paso a un interrogatorio entre los presuntos responsables de un ilícito, antes de proceder a exhibirlos ante la sociedad como “monstruos”, bajo el mero supuesto de que en efecto cometieron actos inmorales e incluso criminales.
Antes pues de que se filtre el nombre de cualquier persona en las redes sociales o algún medio de difusión, por haber sido objeto de una acusación, tratar de corroborar que el que denuncie y quiera protegerse por el anonimato, al menos aporte elementos que permitan dar credibilidad a sus relatos, evitando en lo posible denuncias calumniosas y de mala fe.
Y es que los que perpetran malos tratos, violaciones y asesinatos contra las mujeres, (adultos mayores e incluso niños), al igual que quienes formulan denuncias de hechos semejantes sin revelar sus nombres ni aportar pruebas que acrediten sus dichos, sino más bien con el único afán de destruir la reputación de cualquier gente, a causa de resentimientos, mal querencias y frustraciones, obviamente, incurren en un acto deleznable bajo la cubierta del anonimato criminal.