México, frágil
¬ Claudia Rodríguez lunes 15, Feb 2010Acta Pública
Claudia Rodríguez
Apenas a inicios del año pasado en el tercer año de la administración calderonista, se desató un debate entre la opinión pública en torno a si México era o no un Estado fallido. Los responsables de la conducción del país atajaron y atacaron sobre estas hipótesis y conclusiones porque se apuntó que sólo se trataba de desprestigiar a la nación sin datos contundentes. Pero hubo quienes con análisis aportaron en torno a que si no se era fallido, muchas características tenía del mismo y que marchaba a pasos agigantados con condición de frágil, hacia un Estado fallido.
Si bien, la gran mayoría de los mexicanos vivimos el día a día con cierta cotidianidad, ya nada nos garantiza que hasta una simple ventisca o una lluvia fuerte se conviertan en factor de riesgo no sólo para nuestros bienes materiales, sino incluso para nuestra salud y nuestras propias vidas.
Antes que el narcotráfico, al que hoy en día se le quieren anotar el 99:9 por cierto de nuestros males nacionales, en casi todo el país se vive una corrupción imparable en las calles, las escuelas y los centros laborales, hasta la empresa privada le entra al asunto con gusto.
Es innegable reconocer que la inseguridad en donde los robos y secuestros están a la orden del día, son otro signo de la fragilidad y del estado anómalo en que se desenvuelve la sociedad. Tan podrido está el asunto, que ya nadie quiere perder el tiempo cuando los delincuentes simulan un secuestro y dan aviso vía telefónica a un incauto, aún cuando todo se trate de un engaño.
La crisis económica nacional, donde el desempleo y la falta de dinero en los bolsillos del mexicano de a pie y en las cuentas de los empresarios es cosa común, es otro síntoma de la gran fragilidad nacional.
Es así, que la corrupción, los territorios inseguros —en donde un día sí y otro también se asesina a sangre fría— y la crisis económica, son el ambiente perfecto para que los cárteles del narcotráfico asienten sus reales en casi todo el territorio nacional y empiecen a dominar entidades fallidas, donde el narco es el verdadero poder.
Muertas por gastritis, quemados en una guardería, rafagueados en una fiesta, afectados o muertos por la fuerza del agua fluvial o pluvial y más, son síntomas de la fragilidad rumbo a lo fallido de nuestra nación.
Al final de cuentas, a la gran mayoría de los mexicanos no nos importa discutir el nivel de lo anómalo del país, lo que nos preocupa es que está fallando en muchos terrenos y que al conjugarse, debilitan las oportunidades y las propias esperanzas.
Acta Divina… En marzo del 2009 el presidente Felipe Calderón Hinojosa advertía que “decir que México es un Estado fallido es absolutamente falso”, y precisaba que no haber perdido ninguna parte del territorio mexicano.