Acoso, de los golpes físicos al linchamiento en las redes sociales
Seguridad lunes 8, Abr 2019- Ciberbullying se extiende a los adultos
- Con las tecnologías se ha ido descontrolando
Roberto, un alumno del segundo grado de primaria en una escuela rural de Oaxaca, anhelaba que todos los días fueran fin de semana para no ir a clases, para no tener que ver a sus compañeros, algo que su familia no lograba comprender.
El miedo era tan grande que al llegar al salón siempre buscaba sentarse en la parte de atrás, para así pasar desapercibido; en algunas ocasiones se quedaba dormido en el pupitre, y sus compañeros lo despertaban aventándole agua en la cara, golpes y burlas que casi hacían vibrar el aula.
En muchas ocasiones, cuando despertaba ya no encontraba sus libros o sus trabajos estaban deshechos, además sus compañeros se reunía en grupos para golpearlo dentro y fuera del salón de clases; a los pocos meses dejó de ir a clases, se encerró en casa y finalmente, un día estuvo a punto de quitarse la vida.
El acoso del que fue víctima Roberto sólo quedó en el aula de clases, en la calle, en su familia, ya que en ese tiempo los estudiantes no tenían acceso a internet, mucho menos a las redes sociales. Sin embargo, hoy en día este fenómeno escaló a todas las plataformas digitales, por lo que la víctima es expuesta a nivel mundial, provocando que el hostigamiento sea mayor.
Recientemente, en los medio de comunicación se dio a conocer el caso de una joven de 19 años, originaria de Coahuila, que decidió quitarse la vida, tras difundirse imágenes íntimas suyas, sin su autorización, a través de una página de Facebook.
Al ser el espacio donde interactúa todo el mundo, las redes sociales como Facebook, Twitter y WhatsApp se convirtieron en una ventana para transportar un problema social: el acoso, donde se humilla, ofende, amenaza, extorsiona o difama a alguien, que cuando se aloja en el espacio cibernético se convierte en ciberacoso o ciberbullying.
De acuerdo a Priscila González Mar, académica y consultora en la carrera de Psicología de la Universidad Panamericana (UP), el ciberbullying es un tema que antes se suscitaba más en la niñez y adolescencia, pero con la democratización de las tecnologías se ha ido descontrolando y evolucionando, hasta llegar a la adultez.
“(En las redes sociales) tú información no es segura y puedes ser presa fácil de este tipo de situaciones; puede ser por acoso sexual o por un acoso social sumamente fuerte que te puede llevar a situaciones verdaderamente graves como lo es el suicidio”, señaló en entrevista con Notimex.
La tarde del domingo 31 de marzo, la cuenta de Twitter del movimiento Me Too Músicos Mexicanos dio a conocer un testimonio anónimo de una mujer que aseguró haber sido víctima de acoso sexual por parte de Armando Vega Gil, bajista del grupo musical Botellita de Jerez, cuando ella tenía 13 años y el bajista 50.
Luego de esta publicación, la madrugada del día siguiente, el músico mexicano anunció su suicidio en Twitter, asegurando ser inocente, sin embargo, dijo estar consciente de que esas acusaciones mancharían de por vida su trayectoria artística y afectarían a su familia. “La persona que llega a sufrir este tipo de acoso (cibernético) es alguien que es sumamente vulnerable a esta situación; llega a afectar su autoestima de una forma muy grave y su autoconcepto, inclusive, hasta a dudar de quién es, la fortaleza, los recursos propios con los que pueda afrontar una situación se tambalean”, señaló González Mar.
Sin saber si es cierta o falsa la acusación que se hace en en el mundo virtual y sin conocer a la persona que está detrás de ella, el señalado es víctima del “linchamiento” mediático, ya que los internautas se convierten en jueces y verdugos.
“Ahí entra la parte grave de hacer acusaciones cuando no hay fundamentos; hay que tener mucho cuidado; (…) al crear cuentas que son para denuncias, siempre se debe tener fundamento en lo que se dice, porque la situación puede ser perjudicial”, consideró la especialista.
Y es que, dijo la psicóloga, la vida laboral de la víctima se ve completamente afectada, ya no quieren salir; además se ve completamente “tronado” y desecho en la parte emocional, por situaciones de este tipo.
La especialista consideró que lo grave del ciberbullying es el alcance que llega a tener, pues entrando a redes sociales ya está fuera del alcance de la víctima para detenerlo.
Abundó que de nada sirve que esa persona acusada sea “linchada” en redes sociales, ya que puede que “sea cínica y lo siga haciendo, y si realmente es un acosador es un peligro y está libre”, pero si no estarían acusando sin fundamentos a una persona inocente.
“Jurídicamente, las únicas denuncias se deben hacer ante las autoridades competentes, sino es una denuncia se puede llamar queja o se puede caer, incluso, en difamación, porque el único órgano del Estado para determinar que una persona culpable o inocente de algo que se le imputa es un juez, por lo tanto cualquier otra imputación que se haga vía redes sociales carece de sustento y validez alguna”, sostuvo.
La especialista en derecho informático dijo que al final del día no habrá forma de saber si la denuncia anónima que se hizo a través de esta cuenta de Twitter (Me Too Músicos Mexicanos) realmente tenía sustento o era algún tipo de forma para extorsionar o acosar a este músico, sin embargo, el hecho es que terminó en un suicidio.
Solís Arredondo dijo que el problema de las denuncias anónimas es que no llevan a ningún lado, es decir, que no se le va a atender correctamente a la víctima, y por otro lado se está faltando a las garantías constitucionales fundamentales como es el hecho de tener que pasar por un proceso debidamente juzgado.
Priscila González Mar, académica y consultará en la carrera de Psicología de la UP, dijo que antes de hacer una acusación en cuentas de redes sociales, hay que tener en cuenta que esto puede ser perjudicial para la otra persona.
Tras la muerte de Vega Gil se abre el debate sobre hasta qué punto es correcto realizar denuncias anónimas, tomando en cuenta que muchas de ellas pueden ser ciertas, mientras que otras solo afectan la vida de un inocente, a través del “linchamiento” mediático.