Trump debe pensar que aún trata con los corruptos mexiquitas
Francisco Rodríguez miércoles 3, Abr 2019Índice político
Francisco Rodríguez
Hoy que se critica al presidente López Obrador porque, aparentemente, no ha puesto cara a las bravatas del Orange Trump, habría que recordar que durante los gobiernos pripanistas, especialmente en el de los atlacomulcas, las únicas acciones del aparato político que se radicalizaron para “defendernos” de las agresiones extranjeras fueron las relacionadas con el entreguismo, un anexionismo inexplicable, deseos febriles por darlo todo a cambio de nada. La razón mínima habría sido que los “gobernantes” buscaran protección del exterior para defenderse de los estropicios causados a propios y extraños.
Las modernas cruzadas contra los adversarios locales tienden a repartir el planeta en regiones insulares, indefensas ante cualquier agresión, sólo repudiada desde las trincheras del pensamiento crítico. Por parte de los mandatarios pripanistas, sólo obediencia al extranjero y traición a los nacionales.
Todas las estrategias de penetración se basaron en el control de las materias primas y en el diseño de mercados sometidos. El control de las materias primas, del aparato financiero, de las redes de comunicación terrestre y satelital y de los sectores comerciales e industriales… íntegra, paulatina, pero persistentemente las cuatro generaciones de dominio.
A partir de la imposición del dogma neoliberal y la instauración perversa del reino de la aldea global, se enderezó un ataque frontal contra los sistemas políticos y sus clases dirigentes, para provocarles crisis manipulables desde los centros de mando y convertirlos en pasto digerible de los grandes monopolios.
Pero parece que los mexiquitas no sólo no se dieron cuenta, sino que se sumaron al cabús de las agresiones, se formaron con los enemigos, empinaron sus espaldas al gusto del invasor, formaron el torbellino de traiciones para engullirnos a bajo precio y legitimar ante la población todos los actos depredatorios.
Frente al desmantelamiento del Estado como éste se ha concebido desde las últimas centurias, las clases políticas inocentes se alinean, se reconocen en términos ajenos, de ideologías dominantes y “modernas”. Ceden cotidianamente ante la seducción y agilizan sus contradicciones y su demolición a pasos agigantados.
Aseguran la explotación económica bajo el pretexto de que ésta brinda viabilidad económica y política y sólo logran refrendar su propia condición de explotados y rehenes de la justicia internacional al servicio de los más poderosos. En el mejor de los casos, sufren una especie de ilusión óptica y son incapaces de resolver en mejores condiciones los procedimientos de solución adecuados.
Hoy, todo así lo indica, en México no parece ser la opción prevaleciente.
En el sexenio anterior, en cambio, tuvimos una claque gobernante enredada en su ignorancia y en su supuesta inocencia que no nos defendió de las agresiones externas. Sólo testimoniaron y apoyaron el dominio ideológico, las etapas de la penetración estratégica, las fases de aceptación de otra civilización como norma de perfección.
Los de Zacazonapan, palafreneros del gabacho —recuérdese la invitación al entonces candidato Donald Trump—, fueron flagrantes traidores de las causas mexicanas. Se encargaron de hacer trizas al país y a socavar nuestras fuentes de identidad y de legitimidad. A falta de un gobierno con figura humana presenciamos impávidos el imperio de la delincuencia sin freno…… medios de comunicación que elevaron al paroxismo mensajes ridículos que envenenaron el pensamiento popular, exaltaron nuestro descenso al último lugar de competitividad y productividad internacional, aplaudieron la dependencia monoexportadora del petróleo que quebraron y cuyos resultos ya no alcanzan ni para cubrir las nóminas burocráticas.
Se ataron consciente y voluntariamente a las generosas remesas que envían a sus familiares los trabajadores expulsados al exterior por un deficiente sistema económico y laboral, y todavía, impulsados por Luis Videgaray, buscaron la forma de caer fiscalmente sobre sus remesas. Llenaron de lodo e indignación lo que se atravesó a su paso.
No tuvimos un solo proyecto de gran visión y menos de sobrevivencia en el mundo actual. Dependíamos del estado de ánimo de un mequetrefe en Washington que oficia como yerno de un esquizofrénico de pelambre anaranjada. La desintegración familiar, la pobreza, el desempleo y el hambre, acompañadas…… por la crisis económica, política, de liderazgo, legal, de justicia, de partidos políticos, del Ejército, fuerzas armadas de todos los niveles territoriales y de la seguridad pública y nacional, florecieron en un sistema político sin orden, sin diques legales y sin instituciones fuertes…
… donde privaba la ley de la selva, del más corrupto, del mejor armado, del más impune, del complicitado con los que mandan. La democracia, sinónimo de orden, justicia y estabilidad, tenía mucho tiempo que perdió su nombre, para convertirse en una bolsa de compensaciones para los paniaguados.
Peor aún: las reglas del reparto no las fijaba un poder sin brújula ni dirección posible, sino la mafiocracia, las organizaciones del crimen organizado y del trasiego indiscriminado que se apoyaban en el encubrimiento del poder público, para llenar todos los vacíos del mismo poder sometido a sus arbitrios .
Hoy, la lucha y el objetivo de la gente con dos dedos de frente debe ser apuntalar al Estado para atemperar la delincuencia y las reglas ciegas del mercado, impuestas y obedecidas desde el exterior. Cumplir con las obligaciones mínimas de cualquier aparato pagado por los contribuyentes exprimidos:
Brindar bienestar económico, seguridad en la convivencia, estabilidad política, justicia individual y social, gobernabilidad mínima; acabar con todo tipo de inmunidades, desde la que se asienta en relaciones de parentesco, intereses económicos, pertenencia a partidos oficiales, desempeño en cargos públicos, hasta las que amenazan con divorciarnos de la realidad, desintegrando aún más el debilitado cuerpo social.
Aún hoy, el panorama nacional está absolutamente dominado, en todos los flancos, por los poderes extralegales, la desintegración económica y política de las regiones, la catatonia institucional, la balcanización de los territorios que se resisten a correr la misma suerte que todos los demás. Que se niegan a ser saqueados por el mismo procedimiento, en la misma ruta.
Todas las razones que sustentaron en el pasado la viabilidad del país fueron desvanecidas por Peña Nieto y sus secuaces. La ausencia de autoridad legítima y moral que los caracterizó pulverizaron las cadenas productivas, la cohesión nacional, el orgullo de pertenecer a un mismo pueblo.
El resultado lógico de estas insensateces, que tomaron cuerpo como agresiones extranjeras y locales contra el sentimiento popular, provocaron el repudio de las comunidades emprendedoras en los estados federados hacia un poder central descarnado y corrupto, dedicado en cuerpo y alma a someterse a los designios exteriores y a robar el producto del esfuerzo nacional.
Peor aún, el rechazo al estado del latrocinio hizo resurgir los ánimos separatistas largamente anunciados por las entidades del norte, del centro y del sur de la República. No era para menos, de ninguna manera, aunque suene como un proyecto irrealizable. Vimos cosas peores, una larga cauda de agresiones corruptas y estropicios de todo género y tamaño desde el gobiernito de los mexiquitas.
El país estaba desvertebrado, despedazado por los mercachifles que sólo operaban como una caja registradora de comisiones y moches en pago al crimen, al prevaricato y a las graciosas concesiones de obra pública varias veces solventada, a los remates de soberanía nacional y popular.
Y cuando el río de la corrupción desbordó los diques, escolleras, atracaderos y malecones, ya era difícil parar la inundación de inconformidad. Más difícil cuando la mayoría de los mexicanos teníamos razón en nuestra rabia e indignación, cuando los ciudadanos de todas latitudes y geografías habían sido ofendidos y despreciados hasta el cansancio.
Índice Flamígero: Donald Trump declaró hace 45 días una “emergencia nacional por una crisis de seguridad y humanitaria en la frontera”, lo que le permitía tomar presupuesto de distintos rubros para construir el muro fronterizo que había prometido en campaña electoral. Son fondos que no pudo conseguir durante dos años y que, ahora con una mayoría demócrata en el Congreso, difícilmente podría obtener. Por eso, las presiones a los demócratas —más que al gobierno mexicano— y sus anuncios de que podría cerrar la frontera ente las dos naciones. Mientras tanto —retomo el editorial de don Francisco Sánchez en su ameno Pachacate Informativo—“la Casa Blanca dijo el martes que México está siendo más responsable para lidiar con la inmigración ilegal e instó al país a seguir abordando el tema para que Washington no tenga que seguir amenazando con cerrar su frontera sur. La portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, dijo a Fox News que el gobierno del presidente Donald Trump ha visto que México está “asumiendo un mayor sentido de responsabilidad en el proceso… Necesitamos que continúen haciendo eso para que no nos veamos obligados a tomar medidas drásticas, como cerrar los puertos de entrada en nuestra frontera. Yo no entiendo nada ¿y tú?” Conclusión: Hace bien el presidente AMLO en tirar “de a loco” a su homólogo estadounidense. EPN ya estaría empinado, ¿no cree usted?
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