Advierte INAH sobre impacto del Tren Maya en patrimonio cultural
Nacional miércoles 27, Mar 2019- Se abre el debate sobre el megaproyecto
- Tratan el tema que supondrá su trazo sobre los sitios arqueológicos, flora y fauna de los cinco estados involucrados
El Tren Maya, la megaobra con la que el gobierno federal busca detonar el desarrollo del sureste mexicano, región que padece un dilatado retraso socioeconómico respecto a otras zonas del país, representa múltiples retos. El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), una de las instancias involucradas, se abre también como un foro para esclarecer —desde distintas trincheras— los aspectos concernientes a este gran proyecto que abarcará al menos mil 554 kilómetros de vía en cinco estados biodiversos, pluriculturales y de una riqueza arqueológica y paleontológica exorbitante.
A través del ciclo de mesas de análisis: Políticas públicas y cultura, organizado por la Dirección de Estudios Históricos (DEH) y la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC), el pasado lunes se trataron dos temas de vital importancia para el emprendimiento del Tren Maya, el impacto que supondrá su trazo sobre la flora y fauna de los territorios de la península de Yucatán y del estado de Chiapas, así como en la preservación de un patrimonio cultural que yace oculto, principalmente vestigios de antiguas poblaciones mayas. Otra de las aristas tratadas en el debate fue la intención de detonar aún más el turismo en la región.
El coordinador de estas mesas, el doctor Bolfy Cottom Ulín, investigador de la DEH y especialista en legislación cultural, detalló que titular a este encuentro “El Tren Maya. Realidades y mitos”, obedece a la necesidad de despejar las incógnitas de su puesta en marcha. Para ello, se propuso conocer los planteamientos surgidos en el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), y los procedimientos que el INAH hará del caso, considerando su papel como institución normativa en lo que respecta al estudio, conservación y divulgación del patrimonio arqueológico.
El neurofisiólogo, Javier Velázquez Moctezuma, quien por parte del Fonatur encabeza la vinculación entre el equipo que coordina el Proyecto Tren Maya, con la comunidad científica y académica del país, precisó que de los mil 554 km de recorrido que contará con 15 estaciones, cerca de 500 corresponden al tramo de selva; 365 km al tramo Caribe y casi 700 al tramo Golfo. Parte del trazo incluye la utilización de una vía férrea ya existente que va de la ciudad de Palenque, en Chiapas, a la capital yucateca, Mérida.
Destacó que el equipo que encabeza el titular del Fonatur, Rogelio Jiménez Pons, responsable del proyecto Tren Maya, es consciente de la biodiversidad y la riqueza cultural de la región, de ahí que entre los objetivos está impulsar el desarrollo económico de la región, particularmente de las comunidades marginales; conservar y rehabilitar las áreas naturales protegidas de la península de Yucatán; fomentar la inclusión social y la creación de empleos; fortalecer y diversificar la industria turística de México; promover y preservar las expresiones culturales locales; contribuir al ordenamiento territorial de la región; y proteger y preservar al patrimonio cultural.
Javier Velázquez hizo hincapié en que ya se tiene un convenio con el IPN y la UNAM, y ya se está constituyendo un comité asesor científico en colaboración con cinco universidades estatales y cinco federales, la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) y la Red Nacional de Consejos y Organismos Estatales de Ciencia y Tecnología (Rednacecyt), entre otros.
Una de las ideas —dijo— es la construcción de pasos de fauna adecuados, tanto para el tránsito de especies como el jaguar, que serán extensos pasajes sobre la vía; como subterráneos para especies menores como los roedores. Primates y quirópteros como los murciélagos requerirán, asimismo, de estrategias para su manejo.
Adujo que hace décadas, con el trazo del citado ferrocarril, de autopistas y carreteras, “se perdió la conectividad” de la fauna, por lo que los animales han estado “aislados” y son constantes las noticias de atropellamientos de algunos de ellos.
El representante del Fonatur mencionó que se llevará a cabo la reforestación de amplias zonas devastadas a través de Sembrando Vidas y otros programas gubernamentales; también, dado que el Tren Maya será en parte de carga, es previsible una disminución de gases contaminantes por la reducción de tráileres circulando en carretera.
Sobre la consulta a los pueblos originarios, el funcionario indicó que en observancia del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Pueblos Indígenas, buscando que sea libre e informada, se ha planteado en cinco etapas: de acuerdos previos, en la que se somete a el protocolo a consideración; informativa, en la que se proporciona de datos a los interesados; deliberativa, en que los pueblos analizan dicha información; consultiva, donde se desarrollan reuniones para llegar a acuerdos; y de ejecución y seguimiento de los mismos
Estimó que el Tren Maya puede ser una oportunidad para regular asentamientos urbanos desordenados, entre ellos la ciudad de Palenque, donde un paraje cercano a la carretera hacia Villahermosa será utilizado para crear un centro urbano próximo a una de las estaciones del tren. Alrededor de dicha estación, cuyo diseño respetará el entorno y estará inspirado en la máscara funeraria de Pakal, se construirán viviendas dignas y comercios para promover la producción local. El Tren Maya, “es un acto de justicia con el sureste”.
Impacto al patrimonio cultural
En lo que respecta al patrimonio cultural que podría verse impactado por el proyecto, el doctor Pedro Francisco Sánchez Nava, coordinador nacional de Arqueología del INAH, señaló que en el área de influencia del Tren Maya se localizan 30 zonas arqueológicas abiertas al público y dos Zonas de Monumentos Históricos. De las 30 zonas arqueológicas señaladas, tres están inscritas en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO: Palenque, Chichén Itzá y Calakmul, esta última inscrita como Bien Mixto por sus componentes natural y cultural.
Sin embargo, precisó el arqueólogo, el anterior no es todo el universo. Dentro de esa misma zona de influencia se tienen registrados tres mil 24 sitios arqueológicos, cifra que puede cambiar prácticamente “cada semana”, aunque se cuenta con poligonales de protección de las zonas arqueológicas, esto “no quiere decir que no haya patrimonio fuera de ellas”. Asimismo, 15 áreas naturales protegidas se insertan en la esfera de influencia.
El coordinador nacional de Arqueología comentó que desde la primera reunión con el equipo del Proyecto Tren Maya, celebrada el 2 de octubre de 2018, se ha dejado en claro que el INAH tiene amplia experiencia en el acompañamiento de estas grandes obras de infraestructura. Esto en concordancia con su función normativa asentada en un aparato legal que abarca desde artículos constitucionales, como su propia Ley Orgánica, y la Ley Federal de Zonas y Monumentos Arqueológicos, Artísticos e Históricos.
Entre las prioridades del INAH en el caso del Tren Maya, como ya lo ha comentado su propio director general del INAH, Diego Prieto Hernández, está la protección al patrimonio cultural, el mejoramiento de la infraestructura y las condiciones de las zonas arqueológicas, y la eventual apertura de algunos sitios, como puede ser Ichkabal, en Quintana Roo.
Entre las posibles consecuencias, se encuentra el incremento exponencial de la visita, con una consecuente solicitud de eventos que viene de los más diversos remitentes: organismos internacionales, sindicatos, asociaciones civiles y religiosas, iniciativa privada, por mencionar algunos. El aumento del flujo de público requerirá además de estudios de capacidad de carga; del mejoramiento de señalamientos, áreas de servicios y centros de visitantes; equipamiento y mobiliario, taquillas, etcétera.
Fernando Mohedano, especialista de la Escuela Superior de Turismo del IPN, que colabora con el equipo del Proyecto Tren Maya, consideró que esta iniciativa puede representar una oportunidad única para implementar en México el llamado “Turismo regenerativo” que, a través de distintas acciones, entre ellas de carácter ambiental, busca involucrarse en el mejoramiento de las comunidades que visita.