AMLO ante la corrupción: tres bolas… ¡dos strikes!
Francisco Rodríguez lunes 25, Mar 2019Índice político
Francisco Rodríguez
Hace unos años, en 2015, nos dejó el espectacular mánager de Los Tigres, Luis Chito García. Decían los comentaristas beisboleros de la época que nunca, nadie, logró descifrar las señas que el fabuloso mánager mandaba a sus jugadores desde el dog out y que esa fue la razón de que se convirtiera en un invencible.
Con un equipo de jugadores mexicanos, que después exportó a las Grandes Ligas, el coach jarocho logró la mayor cantidad de títulos en las competencias coronadas en el Parque Delta del Seguro Social. Las señas beisboleras quedaron para el Guinness. Mandaba a robar bases, pegar cuadrangulares…
… robarse las almohadillas, “sacrificar jugadas”, dar pases de bola y una serie de tretas que nunca pudieron ser comprendidas por sus contrincantes. Era un mago de la distracción y de la estrategia en la pelota caliente. Incluso, como jugador profesional en su juventud llegó a “macanear” un promedio de .225, demasiado alto para un jugador.
Dominó un arte en la dirección que muy pocos han podido alcanzar.. siquiera entender. En un juego que, es sabido, guarda más de cientos de posibilidades para desarrollar la imaginación y las tácticas. Incluso, se convirtió en un ícono de la maestría, de tal suerte que muchas de sus enseñanzas fueron adoptadas de inmediato en la política.
El mánager legendario nunca fue descubierto. No tenía enemigo al frente. Les dejó a los políticos la enseñanza de las señas. Los políticos tropicales la practican de suyo casi desde que nacen, pues la traen en su ADN competitivo, igual que el dominó o el lenguaje cascabelero. El actual Presidente es un heredero natural del Chito García, posiblemente sea el emblemático en el pandero.
Dueño de la experiencia en el combate contra lo establecido, también lo es de la estrategia. Desafortunadamente para él, muy pocos miembros de su equipo básico son aficionados al rey de los deportes —Mago Septién dixit— y casi nadie entiende las señas y los mensajes que emite desde el dog out. Se pierden en la diletancia o en las bolas de humo.
En este juego de la política mexicana, el tabasqueño se las sabe todas. Es imposible imaginar un pasito del bailable que no haya practicado. Ha sufrido en carne propia el engaño, la represión, las truculencias, los fraudes electorales y todas las artimañas inventadas para hacer subsistir al viejo dinosaurio.
Los controles, antaño ejercidos por imitadores de políticos que no sabían de la misa la mitad, han sido asumidos por él, en una dirección casi impecable. Rebasa los lenguajes, mensajes y señas de sus opositores, y los deja a mil millas de distancia, incapaces de entender sus reacciones inmediatas. Es veneno puro.
La oposición ha quedado como niño de teta. Responde con tartamudeos o con rechiflas cuando el coach manda obuses incomprensibles, señales poco digeribles para amateurs de esto. Desgraciadamente para todos, van demasiado aprisa, viajan a velocidad de turbo, y está preocupando a los insensatos sobre varias cosas.
La primera de ellas, es que ante lo incontenible de su raudo recorrido, todos temen ser enjuiciados por el pasado corrupto, y muchos piensan, equivocadamente o no, en la posibilidad de la reelección, una puerta más cercana que en cualquier época del período posrevolucionario, pues él si tiene todo para hacerlo. Pero ya empeñó su palabra y estampó su firma y no lo hará.
El embate de las políticas restauradoras del poder presidencial es de un tamaño tan magno como realizable. Heredó un páramo miserable, en el que los políticos sólo se dedicaban a la corrupción y al saqueo, y ha llegado para establecer todas las alternativas del poder depositado en una sola persona.
Pero esa no puede decirse que sea su culpa. Ya Bertolt Bretch decía que el poder se hizo para ejercerse… y con lo que se tuviera. Lo que hace el tabasqueño es aprovechar que nadie más que él lo puede y lo sabe utilizar. Es un hecho incontrovertido hasta ahora. Va en caballo de hacienda, logrando que todos sus críticos, locales y extranjeros, se queden en el camino, varados y estupefactos.
La conducción económica, que era su principal falla existencial, a decir de los loritos radiofónicos y los textoservidores de relumbrón, ha sido la mejor carta para demostrar que tanto las calificadoras neoyorquinas como los banqueros nylon de huarache están rotundamente equivocados si siguen pensando que es un aficionado.
El peso, los tamaños de la inversión nacional y extranjera, los indicadores macroeconómicos, la inflación, la devaluación, las fugas de capitales de todos tan temidas, ceden espacio ante la certidumbre del 80% de la población acerca de que el manager del equipo nacional está dirigiendo el juego impecablemente.
El reconocimiento a la política exterior del hombre de Tepetitán es francamente abrumador e inusual para un político local. Los estándares de aprobación extranjeras sobre sus posiciones diplomáticas abarcan gruesas franjas de latitudes internacionales, francamente impensables al inicio de su gestión, hace poco más de cien días. Un éxito cabal.
Propios y extraños han tenido que reconocer que pisa caminos poco transitados, constitucionalmente olvidados y francamente en desuso, debido a las complicidades anteriores con el trasiego del narcotráfico y con la corrupción boyante e impune. El camino es el correcto, a pesar de todos los nubarrones prefabricados por los analistas financieros.
Hasta los dueños de la banca y el dinero doblan las manos ante un pequeño gesto, ante una señal casi beisbolera, desde el dog out, de inminente acción política desde el Congreso o desde los gobiernos estatales. Es avasallador. La base del poder político ha vuelto a ser el miedo… ¡ya hacía falta! Las comisiones bancarias, altísimas y refinanciadoras de los bancos internacionales pueden tocar fondo, antes de que el poder intervenga. Para los anales.
La oposición se victimiza, ante la imposibilidad de reaccionar con cordura, con mínimo convencimiento de su existencia. Le chiflan, lo llaman dictador, déspota, omnímodo, de todo, ante la imposibilidad de contestar siquiera una amenaza de cachetada con guante blanco. Un espectáculo que hace muchísimo tiempo que no veíamos en México.
Se quiere reelegir, señalan, ante la posibilidad de aparecer la revocación del mandato a la mitad del gobierno. Un argumento que no tiene desperdicio, que señala fehacientemente la orfandad de los grupitos opositores financiados con el dinero de los líderes corruptos del sistema. Huérfanos ante el desprestigiado paso de los presidentillos neoliberales. Pero así es esto del abarrote.
En la política, en la guerra y en el amor, todo se vale. Un viejo aserto que quiere desobedecerse cuando no favorece. Sobre todo por los perdedores de siempre, por aquéllos que se mantuvieron en base a la desinformación, el saqueo y la masacre consuetudinaria.
Pero algo es inexplicable. La gente sigue preguntándose en todos los caminos de México por qué el hombre de Macuspana no actúa de inmediato en los casos de corrupción comprobada, pública y notoria de los salinistas, zedillistas, foxistas, calderonistas, peñistas y, sobre todo, de los viejos caciques sindicales que se han robado junto con los políticos de postín un millón de barriles diarios de crudo. Es algo que nadie entiende, ni dentro del círculo interior ni en la opinión generalizada.
Y aquí sí, mucho cuidado, pues el mánager triunfador parece estar ubicado en la difícil cuenta regresiva de tres bolas, dos strikes, fatídica para un beisbolero contumaz. Nadie puede estar por encima de la ley y del pueblo, máxime cuando se trata de temas delicados de soberanía, independencia y supremo interés nacional.
Posiblemente esta entrada ya no pueda repetirse. Y sería una verdadera lástima, un desperdicio de una oportunidad fallida e incalculablemente peligrosa. Tres bolas, dos strikes… y no podemos ni debemos cambiar de pitcher. ¿No cree usted?
Índice Flamígero: Nuevamente agradezco a don Miguel Ramírez su mensaje desde Torreón, Coahuila: “La estrecha cercanía que ha mantenido con Televisa obliga a tener cierta cautela hacia lo relacionado con él. No se trata de actuar con prejuicios, pero la realidad siempre debe estar presente. Fue quien nombró a López Obrador como Mesías tropical, calificativo que no resiste un mínimo análisis. Desde hace muchos años, Enrique Krauze, que es a quien me refiero, estuvo muy activo tratando de evitar que AMLO llegara a la Presidencia de la República. Se le señala como partícipe en una campaña negra que se le hizo al tabasqueño en la elección presidencial del pasado año, de la que ya se deslindó, como, generalmente, hacen todos los que reciben alguna acusación, a pesar de que gente de su círculo íntimo lo incrimina directamente. Se ha dicho que al investigar lo realizado por el grupo que encabezó Krauze se estaría atacando la libertad de expresión. No es así, ya que el presunto delito que se cometería se refiere a la violación de la Ley Electoral. Es notorio que el golpazo que recibieron los partidos políticos a los que la sociedad detesta, algunos grupos empresariales y la prensa escort propinado por Morena y AMLO, fue de tal magnitud que aún se sienten muy adoloridos. Para tratar de aliviar algunas de sus partes afectadas, es recomendable que empiecen por darse un baño de asiento con agua caliente.” + + + Tweet de José Luis Amador: “El abucheo a @lopezobrador_ en el estadio de los Diablos Rojos no es más significativo que una encuesta de twitter inflada con bots. Sin embargo, sirve para alimentar una narrativa que la derecha impulsa desde el 1 de julio. Les urge que AMLO sea impopular. Impopulares, ellos.” + + + Y el comentario del aludido al tomar nota de la inconformidad en ciertos sectores del graderío, fue señalar que se trató de la porra del “equipo fifí”, al cual “voy a seguir tirando pura pejemoña, los voy a seguir controlando con lisas, con rectas de 95 millas y con curvas. Vamos a seguir ponchando a los de la mafia del poder.”
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