Guisado de liebre
Alberto Vieyra G. jueves 21, Mar 2019De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Usted y yo sabemos que, para hacer guisado de liebre, se necesita una liebre y para dar con uno de esos veloces animales, se tiene que explorar un vastísimo terreno y una vez localizada la liebre, se procede a su cacería y entonces sí, hay que tener lista la olla o una cazuela de buen tamaño.
¿Por qué le hablo de este suculento guisado de liebre?
Mire usted, el gobierno de la “Cuarta Transformación” anunció con bombo y platillo que va la construcción de la refinería de gasolinas de Dos Bocas en Tabasco, con un costo de entre 6 y 8 mil millones de dólares y que, para evitar corrupción con inmorales empresas extranjeras, serán empresas mexicanas con asignación directa de contratos. ¡Qué maravilloso suena todo eso!
¿Ya adivino usted?…
Sí, el señor presidente López Obrador tendrá como quien dice lista la olla o la cazuela para el guisado de liebre, en lugar de haberla cazado antes. Es decir, que para que haya refinería de gasolinas, tiene que haber primero extracción de petróleo, y para extraerlo se tienen que hacer exploraciones en los territorios donde tantas veces se nos ha asegurado que los mexicanos estamos nadando en excremento del diablo (petróleo).
Desde 1994, y por dictado del Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y demás chinches chupeteadoras, México no invierte en exploración y extracción de petróleo, a razón de lo cual la producción petrolera mexicana se ha reducido escandalosamente hasta alcanzar el año pasado una producción de 1.76 millones de barriles de petróleo diarios es decir reducir de poco más del 50 por ciento lo cual obliga a que el gobierno tenga que importar el 81 por ciento de las gasolinas que se consumen en México.
La crisis productiva de petróleo ha obligado a Pemex, que dicho sea de paso es una empresa en quiebra por tantos ladrones huachicoleros de cuello blanco y de pacotilla, a comprarle a Estados Unidos 1.4 millones de barriles de petróleo ligero a la empresa estadounidense Phillip 66, tan solo durante el mes de noviembre pasado.
El señor López Obrador acatarró durante su campaña electoral que durante su régimen pretende elevar la producción petrolera a 2.5 millones de barriles diarios al cierre del 2024. Promesas, promesas y más promesas.
Pero llama poderosamente la atención un doble y hasta triple discurso oficialista. Hace un par de semanas, el sub-secretario de Hacienda, Arturo Herrera, declaró al londinense rotativo de Financial Times que Dos Bocas no se construiría por falta de dinero que sería destinado a otros fines, pero a las dos horas del anuncio del Times, López Obrador y la titular de Energía, Rocío Nahle, desmentían categóricamente al funcionario segundón.
Más aun, doña Rocío Nahle señaló que la declaración de Arturo Herrera era más bien una forma “de jalarle la cobija del presupuesto federal”. ¿Qué nos dice semejante desconcierto?
¿Qué la orquesta no tiene una batuta como director?
Ya adiviné lo que usted está pensando: Falta de seriedad de un gobierno.
En ese desconcierto tan desconcertado, el señor López Obrador está en contra del uso del fracking, es decir, el fracturamiento hidráulico (conocido en inglés como fracking), por contaminante y la gran cantidad de agua que se requiere para ello, pero doña Rocío le juega a las contras y jura y perjura que: será mediante el fracking como se extraerá la mayor cantidad de petróleo, emulando a naciones como Estados Unidos que lo hacen mediante esa técnica y pasaron de ser naciones importadoras a exportadoras de petróleo.
Ni hablar, cuando una orquesta no tiene director, cada músico toca su son.