Revocación y consultas ¿Trampas a nombre de la democracia?
Jorge Luis Galicia Palacios lunes 18, Mar 2019Como veo, doy
Jorge Luis Galicia Palacios
- Desvincular estos ejercicios de las elecciones de 2021, proponen opositores
- “Dados cargados en elecciones”, el riesgo
Suena bonito eso de que con la posibilidad de convocar a una consulta revocatoria de mandato se abre una ventana de mayor participación ciudadana y se fortalece la vida democrática del país.
Hasta cierto punto, lo aprobado en la Cámara de Diputados, es un ejercicio atractivo en términos electorales, por lo novedoso que podría resultar este instrumento en un proceso electoral, pero no hay que ser experto jurídico o un sesudo analista político para darnos cuenta que la propuesta legislativa tiene ciertos tintes de trampa.
Con 329 a votos a favor y 153 en contra, en la Cámara de Diputados inició la ruta de lo que la mayoría parlamentaria en San Lázaro ha llamado proceso de revocación de mandato del presidente del Presidente de la República, gobernadores y jefe de Gobierno de la Ciudad de México, cuando en realidad debería ser de “confirmación o revalidación”, dado que en un escenario hipotético de que la votación fuera adversa el ejercicio no obligaría a ninguno de los titulares de los ejecutivos, federal o estatales, a concluir o renunciar al cargo para el que fueron electos, de ahí que la inclusión en las boletas, particularmente el nombre de Andrés Manuel López Obrador, como lo establece la minuta enviada al Senado de la República, lo único que estaría logrando será apuntalar y fortalecer las candidaturas del partido del primer mandatario.
En ese contexto, quienes se oponen a la enmienda constitucional tienen razón cuando señalan que la reforma planteada tiene dedicatoria y esta se llama Morena, de ahí que los opositores vislumbren que detrás de dicha propuesta se asoman aires reeleccionistas o bien “dados cargados” hacia una opción política en las elecciones intermedias, donde se elegirán diputados federales, 13 gobernadores y un buen número de diputados locales y alcaldías.
“Hay trampa”, es lo menos que dicen quienes no comulgan con lo aprobado y con esas palabras del debate en torno a este polémico tema apenas inicia.
Por supuesto que entre la opinión publica existe una mayoría que comparte la idea de someter al presidente a un ejercicio de consulta revocatoria, pero lo que no se quiere es regresar a los tiempos donde un solo partido decidía todo por la vía de la imposición o triquiñuelas políticas donde, en muchos de los casos, los adversarios eran engañados y traicionados.
“Hay que hacer el ejercicio propuesto”, proponen quienes no están de acuerdo y agregan que este debe ser ajeno al proceso electoral de 2021, tal como se hizo en las consultas para los proyectos de Construcción del NAICM, el Tren Maya o la Planta Hidroeléctrica, al tiempo que señalan su acuerdo para que sea el Instituto Nacional Electoral quien dé fe de la legalidad del mismo.
No obstante, contra los argumentos que demandan pluralidad, inclusión y transparencia política, los impulsores de las figuras de revocación de mandato y la consulta popular se escudan en la alta votación obtenida en las elecciones del año pasado y dicen que esto forma parte del cambio prometido.
Es cierto, nadie discute los votos alcanzados en la elección presidencial ni las mayorías alcanzadas en la integración de los grupos parlamentarios del poder legislativo, aquí el tema es que el ciudadano también ha cambiado y de ahí precisamente el querer ser tomados en cuenta en estos nuevos mecanismos de participación, sin agandalles ni nada que tenga esas connotaciones.
Por si fuera poco, junto con la figura de la revocación, los diputados están enviando para visto bueno de la Cámara Alta una serie de modificaciones a la reforma constitucional aprobada en 2013 en materia de consulta popular. La propuesta es simple, aligerar los requisitos para la realización de estos simulacros, perdón, de estas consultas.
En ese sentido, la mayoría del pleno también respaldó modificaciones a la Carta Magna, para que puedan ser convocadas por el Congreso de la Unión a petición del uno por ciento de los ciudadanos inscritos en la lista nominal de electores, y no el dos por ciento como en la actualidad se establece. En tanto que el umbral de participación en las consultas populares quede en 25 por ciento y no del 40% como se estableció en la reforma política de 2013, para que sus resultados sean vinculatorios, es decir requiere de ese apoyo para que la autoridad competente acate dichos resolutivos.
Lo anterior para hacer efectivo un instrumento de democracia directa que estimule la participación de la ciudadanía y fomente el ejercicio de gobierno en forma cercana a la gente. Así, con esas bonitas palabras, se aprobó la minuta enviada al Senado, en tanto que los que no están de acuerdo reviraron con un tajante “paso y sin ver”.
VA MI RESTO. – ¿Está usted de acuerdo en que AMLO continúe su mandato?, podría ser la pregunta que se formule en una consulta revocatoria como la que se propone.
Si la respuesta es sí, la probabilidad de que esa respuesta tenga un efecto cascada es muy alta, como sucedió en la elección donde los votantes sufragaron a favor del tabasqueño y por consecuencia votaron a favor de líderes ampliamente cuestionados como Napoléon Gómez Urrutia.
Entonces lo que puede ser un buen instrumento para mejorar la participación ciudadana, para evaluar resultados de nuestros gobernantes y para atraer aires nuevos a nuestra incipiente democracia, todo eso puede ser opacado por el uso a modo de intereses políticos, donde las preguntas, también a modo y otros abusos, se hacen al amparo de una supuesta democracia. Que conste, y hasta ahí porque como veo doy.