¿Por qué encubre Gertz Manero al líder Romero Deschamps?
Francisco Rodríguez jueves 7, Mar 2019Índice político
Francisco Rodríguez
Ochenta años de regímenes anexionistas —con raros momentos excepcionales— de un sistemita dedicado al patrimonialismo, a la explotación indiscriminada de los recursos naturales, a la represión popular y a obedecer ciega e interesadamente los designios extranjeros, nos enfrentan hoy a un destino preestablecido que las calificadoras gabachas Moody’s, Standard & Poors y Fitch Ratings quisieran que nunca se acabara.
Antes, el callejón del entreguismo sólo llevaba a una salida: procurar dar un manotazo a las condiciones establecidas de obediencia al Imperio o seguir así, hasta que el mismo destino nos alcanzara. Todo era cuestión de tiempo. Pero la gente en su inmensa mayoría decidió dar luz verde al primer camino, y ése es el mandato, ésa es la obligación impostergable.
Porque durante ochenta años vimos desfilar en pasarela política monigotes de todo tipo: “mister amigous” del gabacho, obreristas demagogos, gorilas salvajes sin escrúpulos, frívolos oportunistas, entreguistas incondicionales, mandilones, fantoches teledirigidos, rateros de bajos fondos, casi todo lo que teníamos que ver.
Ochenta años que requieren de los mexicanos una nueva forma de construir historia, que exigen gigantes al timón, no ratones temerosos corriendo en la cubierta, definen los contornos del presente mexicano. Y aquí no hay lugar para blandengues, anexionistas, polkos ni cobardes. Esas películas ya las vimos demasiadas veces.
Ellos, los presidentillos mexicanos panpriístas fueron, son y criaron una casta de reaccionarios en todos los ámbitos de la vida pública y privada. Cosieron a mano un país a su modo, que ahora está imposibilitado de pensar en contra de ellos. Es la vieja historia del perrito de Pavlov. Ahí tienen su colchón, frente a la furia y la indignación popular, creen.
El conflicto geopolítico en el área latinoamericana no debe quedarles demasiado grande. Deben recordar que quienes anduvieron de rositas en Madrid, los caciques sindicales escondidos de la furia popular conspirando en Argentina, los pitufos ex presidentes en sus cuevas hoteleras de Granada, son los causantes y promotores de lo que pasa en México.
Los culpables directos de que ahora México esté en condiciones de intervención parecidas a las de Venezuela son los caciques neoliberales que comprometieron el futuro del país y ahora fingen amnesia. Así como los grandes trusts desean el coltán, el petróleo, el tirio venezolano, así quieren que aquí les aflojemos todo lo que todavía es de nosotros.
Por eso se sienten con agallas para sabotear, para matar indigentes en busca de combustóleo en los ductos que manejan a conveniencia desde las oficinas de seguridad de Pemex, para crear desasosiego, para amenazar de muerte al Presidente y civiles que lo acompañen, para alimentar los dardos envenenados de comentócratas reaccionarios y vendidos al peor postor.
Todo, porque el inquilino del Palacio Nacional se opuso a seguir permitiendo que acaben con las reservas de la nación, que siguieran engrosando sus carteras a límites inimaginables, que siguieran burlándose del pueblo.
Pero Alejandro Gertz Manero, no sé con qué cuajo, se da el lujo de opinar a pecho abierto que en su Fiscalía —un auténtico parto de los montes— sólo hay denuncias genéricas contra Romero Deschamps y que así no puede proceder. Cuando cualquier estudiante de preparatoria sabe que la Fiscalía debe proceder de oficio contra una acusación de cualquiera de esos tamaños que pese contra cualquier sujeto.
Si los actuales colaboradores del nuevo régimen quieren pasar de noche, como los que se acaban de ir, es que no estaba en su guión enfrentarse a las consecuencias políticas que sembraron sus antecesores. A lo mejor sólo venían a sentarse a un escritorio grande a recibir comisiones, moches y prebendas. Así estaban programados.
No, señores, es otra la situación. No hay lugar para funcionarios que tengan miedo a ejercer el poder, porque jamás lo pelearon ni lo obtuvieron, sólo lo usufructuaron con miras de bolsillo de corto plazo y ahora que se les exige actuar no saben qué hacer porque esto no estaba en su agenda. Es que no venían a servir, sino a servirse.
O tienen miedo a ejercer el poder, a jalar las palancas del mando, porque sus decisiones fueron comprometidas de antemano a las mismas chequeras de los saboteadores y terroristas que ahora siembran el pánico esperando doblegar al país a sus antojos de siempre. ¿Fueron comprados con antelación?
Ésa que han tomado no es la actitud por la que votaron los mexicanos el pasado primero de julio. Parece que el único que está en sus cabales es el director de la orquesta, los demás están dormidos, o viendo llover, desafinando. ¿No han entendido que jamás podrán resolver esto si no lo hacen en favor del pueblo?
¿Qué más tienen que hacer los Salinas de Gortari, los Romero Deschamps, los Gamboa Patrón, los Aldana Prieto, los Peña Nieto, Fox, Calderón y demás polkos para que los funcionarios del nuevo régimen se decidan a actuar? Porque tienen para hacerlo la opinión del 90% de los mexicanos, frente a un puñado de vendepatrias.
Para los comentócratas de bolsillo primero fue El Mesías Tropical, ahora el del sermón inservible. Ningún chile les raspa. Nadie asume su papel con seriedad. Nadie ve en su justa dimensión el tamaño del peligro que han creado con su inconsciencia y apoyo vendido durante tantos años.
Ahora, los lorillos de las estrellas se asustan y gimen porque en noventa días se han causado ya un número de problemas. No saben los que faltan por desenredar… entre otros, los de ellos mismos. Problemas como los de México entregado tardan a veces siglos para resolverse… y mal. Pero en casa de herrero cuchillo de palo. Hasta que llegue el de acero.
Permiten y celebran que el puñito de diputados y senadores del PRI exijan que no se linche anticipadamente a Romero Deschamps, porque es un benefactor nacional. ¡Hágame usted el refabrón cavor! No aceptan nada que vaya contra sus intereses personales, menos cualquier tipo de moralidad pública.
La gran mayoría de la nación pide ya un castigo ejemplar para Romero Deschamps, cuando menos, ese caciquillo sindical, traidor de los obreros y lamebotas de sus jefes empoderados hasta que les voltee la espalda. Gertz Manero se suma a la zarabanda del huachicoleo y del gran fraude petrolero en alta mar… ¡exonerando al culpable!
Grita, junto con los priístas y panistas: ¡Al ladrón, al ladrón! Y no sabe que los ladrones son todos aquellos a quienes encubre.
Pero ahora no son sólo rateros de baja monta, se han convertido en terroristas, asesinos y saboteadores, y eso tiene otro castigo. Son los verdaderos enemigos de México. Los que nos siguen vendiendo al extranjero por monedas sin valor.
Lo dicho: aquí ya no caben los traidores, blandengues y cobardes.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Recibo con agrado una nota del respetado historiador don Rodolfo Villarreal Ríos: “Hoy, como diariamente lo hago, leía su artículo en esta ocasión titulado El Tratado de Bucareli. Se acabó la prohibición yanqui. Ya podemos industrializarnos. Al revisar el texto, me encontré con la narrativa de una leyenda que ha prevalecido durante casi 96 años. Respecto a esta, me permito discrepar de su perspectiva y procedo a explicar los motivos que la originan. Como marco histórico es conveniente mencionar que las Conferencias de Bucareli tienen sus antecedentes en la Convención para el Arreglo de Reclamaciones suscrito en Washington el 4 de julio de 1868 en nombre del presidente de México, Benito Pablo Juárez García, el enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de México, Matías Romero Avendaño, mientras que, por parte del presidente estadounidense, Andrew Johnson, firmaba el secretario de estado, William Henry Seward. Posteriormente el 31 de mayo de 1911, el presidente interino, Francisco León De La Barra y Quijano, emitió un decreto, él creando la Comisión Consultiva de Indemnizaciones. Al acceder Venustiano Carranza Garza a la presidencia, tras promulgar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, crea, el 24 de noviembre de 1917, la Comisión de Reclamaciones y un mes más tarde emite su reglamento de operación. Bajo ese marco jurídico habrían de examinarse las reclamaciones presentadas hasta que, el 30 de agosto de 1919, se expide la Ley Reglamentaria de Reclamaciones por daños provenientes de la Revolución. A partir de lo anterior, durante varios años, me dediqué a indagar en archivos documentales diversos, así como publicaciones diarias de México y los EUA acerca del tema y en ninguna parte encontré nada referente a prohibiciones para que nos industrializáramos. Revisé cada una de las minutas de las relaciones, el intercambio de comunicados entre los dos gobiernos, las propuestas diversas que se hicieron a través del tiempo, así como el contenido de las versiones finales, aprobadas por el Poder Legislativo de los EUA y México bajo los nombres de ‘Convención General de Reclamaciones’ y ‘La Convención Especial de Reclamaciones’ y lo que en los EUA se llaman The General Claims Convention, y The Special Claims Convention. En igual forma escudriñ sobre la otra leyenda acerca de que Adolfo De La Huerta renunció a la Secretaría de Hacienda por estar en desacuerdo con el contenido de estos y por ello se lanzó a una rebelión armada. Ni en el comunicado de su renuncia, en donde aduce razones de salud, ni en los que envió al entonces secretario de Gobernación, Plutarco Elías Calles, se encuentra mención alguna al tema. Asimismo, en el Plan de Veracruz que lanzó el 6 de diciembre de 1923, no se encuentra mención alguna a la discrepancia con el contenido de los Tratados. La versión de su inconformidad aparece por vez primera en 1957 cuando De La Huerta dicta sus memorias a Roberto Guzmán Huerta. Todo lo anterior, me llevó a escribir el libro titulado Las Conferencias de Bucareli. Un acuerdo pragmático de la diplomacia mexicana, publicado en noviembre de 2018 por el Instituto Nacional de Estudios Histórico de las Revoluciones de México (INEHRM). En este libro, sustentado en evidencias documentales, realizo una narrativa del proceso previo, el desarrollo de las negociaciones, en que consistieron estas Conferencias y muestro los textos de los documentos finales. Ello no me exime de que si usted me indica en donde se encuentran los documentos que fundamentan la prohibición para que nos industrializáramos, eventualmente acepte mi perspectiva errónea. Desafortunadamente, en estos momentos no me encuentro en México para poder obsequiarle, lo cual espero realizar en cuanto ande por allá, un ejemplar del libro en comento y, por supuesto, intercambiar con usted puntos de vista respecto a este tema siempre controversial. Reciba un abrazo cordial…” Agradezco a don Rodolfo Villarreal Ríos su aleccionador comentario. + + + Quien nuevamente recibió severos cuestionamientos por sus pronunciamientos públicos e irresponsables sobre la adjudicación directa que el gobierno federal concedió a instituciones financieras de sus programas sociales fue la titular de la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece), Alejandra Palacios Prieto. En reunión con integrantes de la Comisión de Economía de la Cámara de Diputados, los legisladores encabezados por Cipriano Charrez Pedraza (Morena) y Benjamín Robles (PT), la increparon y reconvinieron sus dichos al señalarle una clara intención de dañar el ambicioso programa social del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador que apoya a los más necesitados. “No fue opinión personal. Fue firmada como Comisionada Presidenta de la Cofece. Ahí está el punto! Violó la imparcialidad a la que los integrantes de esa institución están obligados! (Artículo 28 Constitucional)”, apuntó el diputado Benjamín Robles. Es un hecho que para el Legislativo, Alejandra Palacios no puede seguir al frente de la Comisión que debiera ser ejemplo de imparcialidad, transparencia, equidad, y más tratándose de la titular de Cofece.
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