Bola de corruptos
Freddy Sánchez martes 5, Mar 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Aquel famoso dicho del finado ex presidente José López Portillo, acerca de que “la corrupción somos todos”, rezumba en los oídos de la memoria nacional, con motivo del denodado empeño sexenal en aras de erradicar un mal que envenena a la nación.
Las prácticas corruptas, obviamente.
Lo que bien podría constituirse en la degradación moral de la sociedad en general, aunque deba decirse que tal cosa: no es verdad ni es mentira.
Y es que no todos los mexicanos cargan sobre sus hombros el estigma de actuar cínica y habitualmente en las “aguas negras” de la corrupción como tampoco ser ajenos a la más mínima sospecha de haber incurrido alguna vez en un acto que pudiera ser catalogado de deshonesto.
Digamos, por ejemplo, haber hecho cierta clase de pagos subrepticios para obtener concesiones o evitar sanciones de parte de autoridades, tanto policiacas como administrativas, además de practicar el influyentismo y amiguismo como medio para obtener beneficios personales, familiares o amistosos de una u otra naturaleza.
Claro que si alguien se siente, absolutamente libre de culpa, que lo manifieste sin reservas para colocarle su aureola de santidad o un merecido distintivo como ciudadano intachable. Que naturalmente, lo hay.
El caso es que al ir a la “caza de los corruptos”, tomando en cuenta las evaluaciones internacionales sobre conductas de deshonestidad, en las nuestro país figura en los primeros lugares de corrupción, hace más que difícil estar de acuerdo en señalar un área en particular que se pudiera considerar como la más corrupta de las existentes en territorio nacional.
Dónde pues, sería lo justo y correcto que se intensificara la lucha contra las conductas inmorales, en los distintos sectores de la sociedad mexicana.
Haber frenado la supuesta gran corrupción en torno a la construcción del nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México, lógicamente, fue una decisión digna de aprobación, aunque lo será mucho más, ver que “rueden las cabezas” de todos los sinvergüenzas que se “frotaban las manos” habiendo, hipotéticamente, estado a punto de consumar un atraco contra el interés de la nación.
Lo de las guarderías infantiles, otro hecho corrupto puesto al descubierto, ciertamente ameritaba acciones firmes de autoridad, en espera de que los afectados no sean a fin de cuentas los padres de familia que no tengan a quién confiar a sus hijos para poder trabajar y esos pequeñitos queden expuestos a una mala y perniciosa custodia.
Por lo que concierne al frontal y vigoroso embate contra el “huachicoleo”, dedicado a saquear la gasolina para su venta incluso en las propias gasolinerías concesionadas, nadie podría con razón criticar al gobierno federal y su indeclinable voluntad de salir en defensa del patrimonio de los mexicanos.
El sacrificio que se tuvo que afrontar, por las dificultades para obtener gasolina para los automotores en importantes ciudades del país, durante algunas semanas, simple y llanamente valió la pena.
Como lo sería cualquier contribución ciudadana, en el entendido de que en la lucha contra la corrupción privada tanto como pública, es indispensable que se proceda a enjuiciar a los “pollos gordos”, que son los grandes empresarios y políticos, funcionarios de alto nivel, legisladores y demás ilustres personajes de “altos vuelos” en la sociedad que realmente se enriquecen a manos llenas en un país de tantas corruptelas.
Y es que si en la corrupción muchos se han metido, no todos tienen en su haber magníficos dividendos de esta nefanda práctica a la que se debe combatir de arriba para abajo.
Mucho hay que hacer entonces para que dentro y fuera del gobierno se deje de incurrir en toda clase de simulaciones para encubrir y disimular conductas deshonestas de quienes podrán gozar de gran poder e influencias, pero no dejan de ser una bola de corruptos.