Presidente: el silencio es oro
¬ Sócrates A. Campos Lemus sábado 2, Mar 2019¡Que conste,.. son reflexiones!
Sócrates A. Campos Lemus
Para ser exitoso, no hay que ser envidioso.
Pues nos dicen en todos lados que hay confianza en que con la Guardia Nacional se terminarán los problemas de seguridad y no es que desconfiemos ni tengamos envidias ajenas, pero el que se quema con leche hasta al jocoque le sopla, y ya que estamos en los dichos y los dichos presidenciales son como coplas para cantarse en todos lados, hay que recalcar que el dichoso dicho explicado por el Presidente no es como él dijo, creo que es mejor si va hablar claro decirlo tal como es y es: “EL PODER MAREA A LOS INTELIGENTES, PERO A LOS PENDEJOS, LOS ENLOQUECE” y hay que recordar que al final de cuentas vivimos en un presidencialismo no en una monarquía ni en una democracia absoluta porque no las hay, el presidente es el que manda y si se equivoca pues vuelve a mandar y en esta tónica pues se han provocado tragedias, desastres y tiznaderas que al paso del tiempo nadie puede ocultar, así que la sabiduría de un presidente comienza hasta en su silencio y a lo mejor, no me da por dar consejos pero recomendaría al presidente que se diera un tiempo y callara hasta esperar cómo se van generando las instrucciones de sus acciones, porque a veces, nos brinda la impresión de que quiere hacer tanto, porque es necesario no porque quiera pararse el cuello, que se enreda de vez en cuando, hay muchos políticos y funcionarios que ahora empiezan a entender lo que es la palabra del presidente y. cuando el presidente protege, pues de tanto cariño lo llega a uno a hogar, pero cuando un presidente se enoja y enloquece, lo destaza, así de sencillo.
Hace algunos años, platicando con un presidente al que me ligaba una especial relación y afecto, me concedió unos minutos para plantearle algunas cosas del trabajo y cuando estábamos en una de sus muchas oficinitas, entró un oficial y le extendió una tarjeta, el presidente, concentrado en lo que estábamos, de pronto dijo: “Mándelo a la fregada, Coronel” y el oficial salía, pero de pronto, el presidente, se voltea y le grita: “Coronel entienda que es mi amigo, si le digo que lo mande a la fregada es por el afecto que le tengo y que me llame después y me comunica”, al ver mi cara de asombro, el presidente sin más me dijo: “Entienda Sócrates, éstos son como Gabino Barrera, no entienden razones, solamente cumplen instrucciones, y si uno las da mal pues tiene uno una enorme responsabilidad. Si no le aclaro, a lo mejor, mi pobre amigo al que estimo no se podría comunicarse conmigo de ninguna forma”. Esa es la fuerza de la palabra y de la capacidad de un presidente, por ello, cuando algunos tontuelos digo yo, acelerados y tratando de tener pretextos para joder al presidente dicen que este habla pausado, muy pausado, yo me digo, pues hace bien, más vale pensar lo que se dice a ese nivel porque una tontería mal dicha puede ocasionar una gran tragedia nacional o personal y hay que evitarlo.
Pensando en eso de la palabra del presidente entendamos que desde los aztecas, la voz del Tlatoani que ejercía la fuerza religiosa, política y militar en el gobierno, era no solamente ley, era de respetarse, y cuando un Tlatoani se dejaba guiar por sus miedos o por sus odios se generaban las grandes tragedias nacionales y las guerras que no eran tan floridas como declaraban, sino que tenían como finalidad llevar a los vencidos a ofrendar su corazón en un ritual sangriento y horroroso que impactaba a todo el pueblo, ese era el poder de una palabra del Tlatoani: de VIDA O DE MUERTE y, esto, todavía existe, tan es así que de pronto hay criticados y marginados en el poder o bien, existen, hoy en día los que dejando sus ideales a un lado se acercan pidiendo perdón y se convierten en ASESORES Y NO EN MAFIOSOS DEL PODER, ejemplos ya hay muchos, y si el pueblo no es para desconfiar debe saber el presidente que a pesar de su perdón, muchos de los jodidos y afectados por esos mafiosos, hoy, perdonados, no lo son por los que fueron afectados, porque al final de cuentas, como hombres al fin, con sus sueños y rencores, no olvidamos las ofensas ni olvidamos los favores, bueno, en política, la realidad nos dice que se olvidan las ofensas y los favores porque al final de cuentas lo que buscan es el poder a pesar de que ahora muchos digan, al lado de AMLO, que no es el poder por el poder sino el poder para servir, no para servirse, y eso, en algunos casos, estaría por verse.
La neta es que el presidente es seguramente un hombre de buena fe y de claros principios y metas, pero debería entender que el silencio es oro al igual que la dignidad, no tienen precio, que una vez dichas las palabras no hay forma de ocultarlas y que por ello, cuando un presidente de su fuerza moral y fuerza política real habla, debe hacerlo con total prudencia, de otra forma un mal entendido provocaría una gran tragedia o un enorme desgaste y chismes y cuenteretes de todos para tratar de entender o de joder, según sea el caso, al presidente, o de apoyarle, lo que es verdad es que tendremos que aceptar que hay un estilo personal de gobernar, por ejemplo, Ruiz Cortines, lo hacía con prudencia y engañando con la verdad, López Mateos estuvo en una posición tan importante que hablaba con la verdad, Díaz Ordaz se metió tanto a las leyes que quedó atrapado en su dogmatismo y visceralidad, Echeverría recorría los caminos y hablaba y hablaba y sus dichos siempre superaron a sus hechos y se quedó, en fin, el estilo de AMLO es el suyo y no hay que entenderlo, él, tiene que interpretar lo que en verdad el pueblo quiere y no lo que él desea, porque para transformar la realidad, como explicaba el Dr. Gustavo Baz, hay que entenderla, porque una cosa es la realidad y otra la que se quiere y, esa distancia, se puede convertir en demagogia…