21 de marzo, a votar por el juicio a quienes traicionaron a México
Francisco Rodríguez jueves 28, Feb 2019Índice político
Francisco Rodríguez
El sistema político-económico del neoliberalismo empezó entre los clanes de una universidad gringa del este de los Estados Unidos, Notre Dame, en 1952. Cuando eligieron el modelo del dictador latinoamericano más cercano a sus intereses geoestratégicos, el chileno Augusto Pinochet acabó siendo el epónimo, el que crearía la nueva época.
Tenía entonces cuatro años de edad el miembro más distinguido de la especie, Carlos Salinas de Gortari, cuando los gabachos diseñaron el continente que querían para sus objetivos. El llamado neoliberalismo y la corrupta globalización acompañaron en todo tiempo la formación de una élite de entreguistas que quiso acabar con el país, pero no pudo.
Los gringos acababan de ser derrotados en toda la línea en su proyecto de invadir Corea gracias a la oposición tenaz de Kim Il Sung, un nacionalista asiático que los redujo a medrar en el continente americano y enseñarles que el afán de predominio mundial no era posible. El campo de prácticas acabó siendo Latinoamérica.
Dentro de un larguísimo periodo de dominación, las élites mexicanas se habían ajustado a los designios de los Estados Unidos: santanistas, porfiristas, alemanistas y salinistas fueron los puntuales apuntadores de ese guión de opresión.
El neoliberalismo salinista – atlacomulquista fue el resultado óptimo del viejo diseño.
Los Estados Unidos tuvieron toda la formación de sus cuadros económicos y políticos en las manos para imbuirles el credo de la sujeción y el vasallaje consentido. Los becamos en el extranjero gabacho para que recibieran títulos patito de maestros y doctores en economía para acabar arrasados por ellos.
Se hicieron fabulosamente ricos a la sombra de ese dislate. Las constantes inalterables fueron el conservadurismo, el entreguismo, el apoyo a la oligarquía y la corrupción sin freno. Un sinónimo absoluto de molicie e ignorancia patria los identificaron con lo peorcito del sector financiero local e internacional.
El salinismo-atlacomulquismo destrozó sin argumentos, entregó sin condiciones, arrasó sin medir los rebotes sociales. Genéticamente indolentes y depredadores, confeccionados mentalmente para la obediencia a los intereses extranjeros que decidieron hundirnos sin retorno.
Fabricaron una clase política que superó en abusos y corrupción a todas las conocidas, aún en los períodos más convulsos de la nación. Han pasado a la historia como los peores hijos de México. Las estructuras empresariales, clericales, sindicales y agropecuarias que los rodearon forma parte del peor anaquel que podamos recordar.
Si tanto santanistas como porfiristas pusieron las bases del vasallaje, al menos lo hicieron defendiendo un modelo anexionista para un país descabezado por las guerras fratricidas, para establecer una visión propia del futuro que deseaban para sus hijos, anclados a los intereses internacionales.
Construir ferrocarriles, vaciar las entrañas petroleras y mineras, instalar puertos, carreteras, telégrafos, servicios públicos para las clases emergentes, ensamblar estructuras comerciales, financieras y agroexportadoras que permitieran el enclave adecuado para una división internacional del trabajo.
Trataron de justificar las medidas que acentuaran un juego de mecanismos aparentemente competitivos y de acumulación privada en pocas manos, que deberían conducir al progreso total y al orden civil, porque así lo quería una visión desvelada del capitalismo industrial. Ese fue el guión de la dependencia estructural.
Era “una religión sin culto y sin templo”, según lo definió Manuel Calero, el teórico económico del porfiriato. Un modelo político, económico y social que estaba vinculado a la vida misma del dictador y de su declinante biografía.
Alentaron la desintegración del país y la generalización de la miseria, defendiendo a capa y espada el hacinamiento en los centros urbanos y el traslado de los recursos a las actividades de servicio de la plutocracia porfirista. El alemanismo completó ese ciclo, el apoyo al crecimiento, con la condición de que éste fuera desigual.
Pero lo que hizo el salinismo – atlacomulquismo no tiene nombre. Desbarató la planta productiva nacional y rindió pleitesía al becerro de oro, dejando un país inmensamente débil, presa fácil de las ambiciones imperiales. Quisieron acabarse el país, pero no pudieron. Es demasiado grande y rico, resiste las presiones y ambiciones de sus peores engendros.
El salinismo prometió la abundancia, la inversión extranjera sin límites, desorganizó a las bases trabajadoras e involucró a sus líderes hechizos en los negocios jugosos y fáciles del poder, para que nadie reclamara a la hora de la entrega de cuentas. Y todavía entregó las mejores prebendas y concesiones a sus socios y favoritos.
Una pequeña claque que no llega al uno por ciento de la población nacional. Inmensamente rica y absolutamente solitaria en la obtención de los beneficios multimillonarios en dólares. Saquearon lo que pudieron, amenazaron, torturaron, desplazaron y asesinaron a sus adversarios. Quisieron que ese sistemita durara todo lo que alcanzara su pobre imaginación.
Pero así fueron educados, bueno, de alguna manera hay que llamar al adoctrinamiento recibido en escuelitas nylon del gabacho dónde les extendieron títulos patito para desenvolverse con pompa y boato acá, en el rancho grande. Crearon superestructuras obreras de dominación en cotos que aparentemente eran inexpugnables para el pueblo.
Y como todo, les llegó la hora. Jamás pensaron que la decisión electoral de la población les volteara el chirrión por el palito. Se sentían inmunes e indestructibles, hasta que la gente se cansó. Fueron demasiados estropicios y burlas a su dignidad para poder ocultarlos.
En una etapa superior de organización, México debe pensar en desarrollarse en base a sus potencialidades y a su mercado interno. Es la única salida, es la solución para responder masivamente a los anexionistas de la patria. Es la única puerta que nos queda, y está muy grande.
La sociedad entera debe empezar a reconstruir sus formas de organización, sus ansias de independencia, con base en estructuras obreras, universitarias y agrarias que estén diseñadas para defender al país. Centrales obreras que no obedezcan de ninguna manera a supuestos respaldos de organizaciones internacionales que siempre acaban por afianzar lazos con imperialismos ajenos.
La sociedad debe empezar a recordar, no a aprender su historia. Ha recorrido un largo trecho de decepciones cuando se ha porfiado en estructuras impuestas. No queremos que se repitan viejas consejas de dominación y de autolimitación.
Confiar en nosotros mismos. Saber que tenemos un país inmensamente rico en recursos naturales para poder intentar desde ya una época de independencia, soberanía y prestigio en el mundo moderno. Se tienen todas las condiciones geopolíticas para lograrlo. El mundo ya no es unipolar.
Lo único que se requiere es honradez. Justicia para consolidar la seguridad nacional. Respeto a los fundamentos democráticos. Autonomía en las grandes decisiones de los trabajadores obreros y campesinos . No es mucho pedir. Podemos lograrlo.
El próximo 21 de marzo, el día de la consulta popular sobre el enjuiciamiento a los traidores que hemos padecido las últimas décadas, puede ser el inicio de una nueva forma de ver las cosas, de la restauración del poder y de la política al servicio del pueblo, de una nueva República.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Producto del salinismo-atlacomulquismo, José Antonio Meade Kuribreña preparó su llegada a la directiva del banco británico Hong Kong and Shanghai Banking Corporation (HSBC). De acuerdo al columnista Enrique Galván Ochoa “en vísperas de renunciar a Hacienda, Meade, acompañado por Videgaray, entregaron al director general de HSBC Holdings, Stuart Gulliver, la condecoración de la Orden Mexicana del Águila Azteca por su contribución al sistema financiero nacional e internacional. (Lo mismo que Videgaray hizo con el yerno de Trump.) La institución financiera premiará a Meade con un salario anual de 120 mil ¡euros!”. Pero no sólo eso, el 27 de julio de 2012, cual titular de la SHCP del calderonato, Meade dio carpetazo final al caso de lavado de dinero en HSBC, al señalar que fue corregido a cabalidad y “se cerró ya”. El banco británico fue denunciado en un juzgado texano porque entre 2006 y 2008 las sucursales HSBC en Sinaloa recibieron depósitos por aproximadamente mil 100 millones de dólares del crimen organizado, que posteriormente se transfirieron a Estados Unidos. Por su parte, el contratante del fallido candidato presidencial del PRI, señaló en un comunicado que éste “trae consigo una gran cantidad de experiencia adquirida en varias áreas clave de políticas —que, incluida su beca para estudiar en Yale, pagamos los contribuyentes mexicanos— y su experiencia y conocimiento de América Latina será de gran importancia para HSBC, dada la importancia que otorgamos a la región. Vale la pena destacar especialmente la importancia que México tiene para HSBC como uno de nuestros mercados de escala”, puntualizó el presidente del Grupo HSBC, Mark Tucker.
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