Ángel de la guarda
Freddy Sánchez jueves 28, Feb 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
“Vísteme despacio que tengo prisa”, diría Napoleón.
Inspirados por ese dicho habría que seguir esperando a que con toda calma, sin precipitaciones ni decisiones adoptadas a la ligera, La Guardia Nacional comience a operar en el país con todas las aprobaciones legales que lo faculten.
No importa cuanto los delitos, solo es cuestión de poco tiempo para que comience a “todo vapor” la estrategia policiaca sexenal contra los grupos delincuenciales organizados.
Que es justamente, en lo que la Guardia Nacional tendrá que aplicarse a fondo hasta conseguir resultados que se perciban en el ánimo ciudadano, a todas luces desalentado por los nulos beneficios de pacificación en el país, habidos en los tres últimos sexenios por lo menos.
Con mando civil y operativos de orden policiaco o militar, lo que realmente espera la sociedad es que la Guardia Nacional penetre las estructuras y estrategias de la delincuencia organizada y en el corto y mediano plazos se note que en lugar de seguir creciendo las actividades de quienes están dedicados a la comisión de los delitos, ocurra una auténtica disminución en las estadísticas delictivas.
No bastará por supuesto que se pretenda hacer uso de “cifras alegres” ni mucho menos manipuladas como se ha dicho que ocurrió con el registro de los ilícitos cometidos en la Ciudad de México, en el sexenio anterior, puesto que la única manera de convencer a la gente de que la nueva política institucional en materia de seguridad está funcionando correctamente, dependerá de que eso se perciba con menos sensaciones de inseguridad colectiva.
Por ello es que la Guardia Nacional con todo el poder legal que le será conferido para actuar, no puede darse el lujo de medianamente cumplir con la captura de algunos grupos delictivos, sin que se perciba un paso atrás de la delincuencia organizada, temerosa de que con nuevas estrategias y acciones más eficaces los encargados de combatir el delito, lo hagan con un alto grado de contundencia.
Es decir que en efecto, se logre dar “duro y a la cabeza” de las mafias, debilitando sus finanzas como nunca antes, independientemente de la captura de ciertos hampones de alto nivel operativo, lo que es irrelevante en tanto las organizaciones criminales y los delincuentes de “cuello blanco” que se benefician de estas, continúen actuando con impunidad.
Llegó pues la hora de que la Guardia Nacional se convierta en el auténtico remedio a todos los males de la inseguridad que padece este país.
Claro que si la nueva estrategia sexenal vuelve a fallar, que Dios “nos agarre confesados”.
No estaría de más incluso que todos los creyentes religiosos como lo hicieron sus padres en el pasado sigan ecomendando su propia seguridad y la de sus seres queridos a la protección divina.
Digamos, por ejemplo, al ángel de la guarda.