La Guardia Nacional
José Luis Montañez Aguilar sábado 23, Feb 2019La Ley de Herodes
José Luis Montañez
Después del show completito y mamerto que se aventaron los senadores para avalar constitucionalmente la creación de La Guardia Nacional, el problema ahora es quién será el director, jefe o titular de esa nueva corporación policiaca que se supone pondrá orden en el desmadre en que se ha convertido la seguridad para todos en nuestro país.
Por lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador se ha referido al tema, se supone que este megacuerpo de seguridad tendrá pronto más de 300 mil elementos con presencia en todo el país y con el presupuesto necesario y suficiente para operar contra el crimen organizado y la delincuencia común. México vive hoy por hoy momentos difíciles en cuanto al tema de la inseguridad.
Nadie parece estar a salvo ni en su propio domicilio y cuando se logra atrapar a uno de estos enemigos de la sociedad es increíble cómo los ahora tan cacareados Derechos Humanos sirven de protección y escudo para estas lacras, quedando indefensas las pobres víctimas.
México llegó a tener de la mejor policía del mundo
Y es que mire usted, a partir de la gestión del polémico y criticado, general Arturo Durazo Moreno, jefe de la Policía Preventiva del entonces Distrito Federal de 1976 a 1982, no ha existido quién tenga los suficientes pantalones, para decirlo de una manera elegante, para devolverle a la ciudadanía la paz, la tranquilidad y sobre todo la seguridad para salir a la calle sin el temor de ser asaltado, extorsionado, secuestrado y víctima en toda la extensión de la palabra del crimen organizado, pero también de la delincuencia común y corriente, que ahora se oculta detrás de máscaras falsas haciéndose pasar como miembros de cualesquiera de los cárteles delincuenciales, que cometen todo tipo de ilícitos cobijados y auspiciados por un manto de impunidad que prevalece en todo el país.
Para que la cuña apriete debe ser del mismo palo, reza el viejo refrán y en el caso del Negro Durazo estaba más que comprobado que el gran amigo del entonces presidente José López Portillo o sea Arturo, era una verdadera joyita o más bien dicho una fichita como persona, pero también como policía y con señalamientos por actos de corrupción.
Peeero al famoso personaje se le pudo acusar de muchas cosas como jefe policiaco, sin embargo, hay que decir también que bajo su control como director de la policía citadina, los índices delictivos en la Ciudad de México estaban al tres por ciento de la alarmante inseguridad en que viven ahora millones y millones de mexicanos, en una de las tres metrópolis más grandes del mundo.
A Durazo Moreno se le acusó de todo y hasta se hicieron películas y series de televisión o documentales completos dando cuenta de sus excesos y su desempeño corrupto como funcionario público.
Sin embargo en aquellos tiempos la capital del país dormía más o menos tranquila. Había tres robos de auto cada 24 horas y tal vez una docena de atracos.
Hoy en la Ciudad de México se roban cada 24 horas hasta 300 vehículos y se cometen unos doscientos robos y atracos de todo tipo, incluso a plena luz del día. Los homicidios se han disparado y hay días en que suman diez los ejecutados.
Los plagios de personas, la extorsión, los asaltos fuera de las sucursales bancarias y ahora hasta los secuestros en el Sistema de Transporte Colectivo Metro son el pan nuestro de cada día, mientras que por la titularidad de las instituciones encargadas de la seguridad y el orden en la CDMX han desfilado una bola de ineptos que lo único que han hecho, en el mejor de los casos es hacerse multimillonarios con los cargos y la corrupción que se desató y multiplicó a raíz de la famosa Renovación Moral de la Sociedad emprendida por el otrora presidente engañifa y tibio Miguel de la Madrid Hurtado.
A partir de su gobierno se “combatió”, según él en todos los niveles la corrupción en las corporaciones policiacas. Nada fue cierto esa cortina de humo de la dizque Renovación Moral sirvió sólo para venganzas políticas.
Se desarticuló entonces la División de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia, la Policía Judicial del Distrito Federal, La Dirección Federal de Seguridad, la Dirección General de Policía y Tránsito del D.F., y todas aquellas entidades donde, según los “expertos” se violaban los derechos humanos de los delincuentes.
Y así, hasta nuestros días, parece tener más Derechos Humanos un delincuente común y corriente y le hacen más caso que a cualquier ciudadano víctima del crimen en todas sus modalidades.
Se terminó y se rompió con el proceso formativo de miles de policías, la mayoría de ellos hechos en la calle y con muchas horas de trabajo. El FBI llegó a reconocer los logros en ese entonces de la policía mexicana.
Se empoderó como jefes de la policía capitalina a personajes improvisados o bien con fama de corruptos como fueron los casos de Joel Ortega, Santiago Tapia Aceves, Marcelo Ebrard, Ramón Mota Sánchez y muchos más puestos en cargos tan importantes en seguridad sólo por ser amigos del mandamás.
Mención aparte merece un tipo locuaz que ocupó la jefatura de la policía de la Ciudad de México y luego la titularidad de la Policía Federal dependiente de la Secretaría de Gobernación durante la administración de Enrique El Abandonado Peña Nieto como presidente de México.
Me refiero al doctor Manuel Mondragón y Kalb que con sus discursos mareadores y su pila de títulos chafas engatusó a sus jefes ( presidente de la República y titular de Segob) quienes lo dejaron hacer y deshacer sin rendir resultado alguno, lo que provocó que la delincuencia se saliera de control completamente y se diera pie a lo que hoy por hoy vivimos.
Ese señor Mondragón y Kalb a quien no se le conoce ni se reconoce acción policiaca alguna, ni siquiera haber enviado a la barandilla a un borracho, se le dio manga ancha y se le dotó de presupuestos de miles y miles de millones de pesos que se fueron a dar al caño, igual que sus ideas mafufas de cómo abatir los índices delictivos y tratar el problema de las adicciones.
Ese funcionario siempre presentó cifras maquilladas y como buen merolico pronunció discursos llenos de mentiras e ideas fantasiosas para mantenerse en los cargos y colgado siempre de la ubre del presupuesto público.
Cabe hacer notar que antes de que llegaran todos estos genios y sus ideas novedosas para manejar las corporaciones policiacas del país, hablo de las décadas de los sesenta, setenta y ochenta, la policía mexicana era reconocida a nivel mundial por su capacidad y experiencia por el FBI y Scotland Yard.
Para que vea que conocemos del tema le daré algunos nombres: Florentino Ventura, jefe de la Interpol México a principios de los ochenta; Jesus Miyazawa Álvarez, jefe de la Policía Judicial del Distrito Federal por 18 años; Miguel Nazar Haro, de la Dirección Federal de Seguridad, Rafael Rocha Cordero El Gallito, jefe del Servicio Secreto de la Ciudad de México, jefe de la División de Investigaciones y también titular de la Dirección Federal de Seguridad.
Entre los policías notables de las décadas de los sesenta a los ochenta en México están también: Martín Larrañaga, de la Policía Militar; Jesús Terrón Serrano, de la Policía Judicial del DF., Reynaldo López Narváez, de la DIPD; Juventino Ventura, de la Policía Judicial Federal e Interpol; Héctor Zugasti Calderón, general Raúl Mendiolea Cerecero, Salvador y Christian Peralta, Luis Aranda Zorrivas, Roberto Cuevas Antolín, Alberto Pliego, Enrique Gándara Chacón, Rosalino Ramírez Faz, Miguel Aldana, el propio Arturo Durazo Moreno y muchos, muchos más que en nada se comparan a los policías de escritorio y señoritingos que hoy ocupan cargos en las corporaciones policiacas del país careciendo de mérito alguno y que han generado con su corrupción e incapacidad el clima de intranquilidad en el que vivimos.
Más que abrirle espacio en la Constitución a la Guardia Nacional el problema ahora es: ¿ Quién va a dirigir esa institución que se supone habrá de tener por arriba de los 300 mil efectivos?