Cilindro sobre ruedas
¬ Salvador Estrada jueves 21, Feb 2019Folclor urbano
Salvador Estrada
En la gran Ciudad de México personajes que pertenecían al folclor y que se veían en las principales avenidas y en los barrios, así como en el Centro Histórico, han disminuido su presencia y están a punto de desaparecer.
Los ropavejeros, ya no se ven, lo mismo que el señor que cambiaba melcocha, por ropa vieja, también desapareció, y el negrito de la bicicleta, que hacía acrobacias en ella, y el domador del oso que andaba por las calles, son personajes del siglo pasado que ya no tuvieron acceso en éste, y pasaron a mejor vida.
Sin embargo, los organillleros o cilindreros, como también se les conoce, están en crisis, porque los capitalinos ya no cooperan como antes e incluso los contrataban para llevar “mañanitas.
Los organilleros se ven todavía “dándole a la manivela” en el Centro Histórico y a lo largo de la avenida Juárez con su uniforme “caqui”, que dicen copiaron a los que usaban los ”Dorados de Villa”.
En la capital existen cuatro lugares en donde se alquilan los cilindros, los cuales pesan alrededor de 40 kilos, peso que carga en su espalda el organillero desde Donceles, por ejemplo, hasta la calle de Madero.
Y una vez que llega a su destino, con “el zanco”, así le llaman a la garrocha con la que sostienen el órgano, empiezan a darle vuelta a la manivela y se escucha la melodía, mientras tanto, su socio extiende su kepí para pedir la colaboración de los peatones,
Pero he aquí que los peatones se siguen de frente y no le “echan monedas al kepí” y como si no escucharan la melodía caminan y caminan y el socio insiste “cooperen, una cooperación”.
Existen cuarenta cilindreros en la capital, que viven de este “oficio” y dicen que “ya no es como antes” porque la gente “daba más, era más solidaria”, no que ahora.
“Casi todos los capitalinos tienen prisa y sus problemas los vuelve insensibles a la música y no nos pelan”, dice un organillero de la avenida Juárez.
Los organilleros pagan 120 pesos por el alquiler del órgano y lo usan de las ocho de la mañana hasta las tres de la tarde y para esa hora “ya deben sacar los gastos y su sueldo. ”En la tarde es otro turno. “A veces solamente alcanzamos a ganar unos cien pesos después de pagar el alquiler y otros días, nos puede ir mejor y sacamos más de doscientos”.
Pero algunos organilleros ya se modernizaron y ya no cargan el instrumento sino que lo tienen colocado en un carrito, con llantas de bicicleta. Y lo ruedan por todas partes, de la seca a la Meca, y ya no necesitan del socio.
Los que cargan todavía el cilindro dicen que quienes usan el “carrito” para transportar el órgano son flojos y que quienes los alquilan cobran por ello hasta 150 pesos.
Para que la tradición musical de los organilleros no se extinga los peatones debemos cooperar no con un pesito, sino con cinco, porque ya con un peso sólo alcanza para comprar un chicle, dice el organillero mientras da vuelta la manivela para escuchar la “Vida en rosa”.