Populismo y miedo • I
Alberto Vieyra G. lunes 11, Feb 2019De pe a pa
Alberto Vieyra G.
[ Primera parte ]
¿Qué sería de nuestro planeta ante la devastación de una guerra nuclear entre las potencias?
¿Se imagina usted a nuestra casa común, la tierra sin una gota de agua y convertida en un gigantesco y yermo desierto?
¿Imagina usted a México totalmente en las garras de una feroz delincuencia y que alguien de nuestra familia ya no llegue a casa el día menos pensado? ¡Qué miedo!, ¿verdad?…
Pero a todo esto: ¿Qué es el miedo?
Según el tumba burros, entendemos por miedo ese estado psicológico presa de angustia por un riesgo o daño real o imaginario, pero según los estudiosos del carácter el miedo, en la historia humana ha sido usado como una forma de control político y social.
Desde la más remota antigüedad, el hombre sintió miedo ante los terremotos, maremotos, inundaciones, tempestades, pestes y tantas otras manifestaciones devastadoras de la naturaleza.
Desde tiempos remotos, la creación de miedo entre la población, con fines de control y disuasión, ha sido una estrategia muy común usada en la política.
Lo mismo ha sido utilizado en sistemas políticos autoritarios, totalitarios o democráticos. En el pasado, la usaron los romanos, tanto para cohesionar a sus ejércitos ante el peligro de la división interna que los hacía vulnerables o para atemorizar a sus enemigos.
En el año 1500 a.C, el chino Sun Tzu escribió “El arte de la guerra”, que no es otra cosa que el arte del engaño contra el enemigo, utilizando al miedo como estrategia de guerra para ganar batallas, sin entrar en ellas.
Ese libro ha sido un texto de cabecera no sólo de los grandes estrategas de la guerra, sino también de la política.
Tal es el caso de Napoleón usando la estrategia de simulación de “miedo” para engañar y hacer creer a sus adversarios de su supuesta debilidad militar, lo cual fue utilizado como estrategia de guerra.
Después, acudieron al “miedo” los grandes dictadores como Hitler, Mussolini, Stalin y Franco para atemorizar a la población e imponer sus decisiones e intereses propios.
Hitler, recurrió a holocausto nazi exterminando a casi 8 millones de judíos. Era un hombre ferozmente temido.
La tesis de Nicolás Maquiavelo es que “el gobernante, antes que amado, debe der temido por su pueblo”.
Durante la Segunda Guerra Mundial se escribieron épicas páginas en las que el factor “miedo” fue toral.
Erwin Rommel, apodado el Zorro del Desierto, por ejemplo, que había sido destacado por Hitler en el desierto de África con poca tropa tuvo que recurrir a artimañas con las que apantalló a sus enemigos.
A determinadas horas del día ordenaba que todos los tanques, motocicletas y Gep hicieran actos acrobáticos que levantaran mucha arena y polvo para hacer creer al enemigo que el ejército de Rommel era gigantesco e invencible.
Y fue precisamente después del fascismo hitleriano cuando en América Lantina allá por 1946 surgiría una corriente democrática, cuya columna vertebral era el populismo, que no es otra cosa que un hibrido del fascismo encabezado en Argentina por Juan Domingo Perón, aquél roperaso quién ayudado por su mujer Evita, se dedicaría a regalar dinero a manos llenas a la gente del pueblo como una forma de control político, electoral y social.
Convirtió a millones de argentinos en haraganes. Juan Domingo Perón fue quién acogió secretamente a decenas de exterminadores nazis en Argentina y es que pocos lo saben, pero, Evita fue espía nazi en América.
Desde entonces el populismo democrático parece haber sentado sus reales y en México y cuando menos dos regímenes populistas han partido el queso:
El de Luis Echeverría Álvarez y el que hoy encabeza, Andrés Manuel López Obrador y de cuyo peligro que encierra para los mexicanos, ese régimen, le hablaré aquí, mañana.