La Santa Inquisición sexenal
Alberto Vieyra G. lunes 21, Ene 2019De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Creada por decreto presidencial de mayo de 1900, por el general Porfirio Díaz Mory, la PGR tuvo 54 procuradores de la injustica, ningún abogado general de la nación.
Por la PGR desfilaron especímenes de las más distintas especies -políticos, rancheros, compadres, cuatachos, teóricos, iluminados, académicos, “hechizos”, “colados”, chambistas con hambre y hartas ganas de comer, tecnócratas, yupis y hasta maricas, todo por la gracia de la pluralidad democrática-.
A lo largo de más de 100 años, la PGR careció de un abogado docto en derecho penal y procesal. Ese es el error histórico cometido por los presidentes de la República.
La PGR fue desde su creación un ponzoñoso instrumento del poder público al servicio del Presidente de la República, para castigar a sus enemigos políticos ¡fue la santa inquisición sexenal! o ensarapar crímenes como el de Venustiano Carranza, en el que la PGR se declaró incompetente “echándole el muertito” a las autoridades militares que también lo rechazaron y estas “le echaron la bolita” al fuero común del Estado de Puebla, por haber sido ultimado en Tlaxcalantongo.
Las consignaciones de la PGR siempre fueron defectuosas, frágiles, sospechosas, y, por tanto, la mayoría de sus casos los pierde ante los jueces y testigos somos los mexicanos de que los llamados delincuentes de cuello blanco o enemigos del presidente parecieran entrar a la cárcel por una puerta giratoria…
En el 2014, el régimen peñista, de triste recuerdo reformó la Constitución para darle a la PGR ¡cristiana sepultura! y crear la Fiscalía General de la Nación con autonomía plena, pero se atravesó el proceso electoral del 2018 y no pocos candidatos presidenciales le sacarían raja al asunto argumentado que, el pase automático del procurador general a fiscal, Raúl Cervantes Andrade era para darle impunidad al Presidente de la República y como era su cuaderno de cuadricula grande, le dieron en llamar “el fiscal carnal” y todo se derrumbó para Enrique Peña Nieto.
El pasado viernes 18 de enero, el Senado mexicano, apéndice de la presidencia de la República, designó, a propuesta del dios sexenal Andrés Manuel López Obrador, a Alejandro Gertz Manero, amiguísimo del jefe del ejecutivo, como primer fiscal general de la nación.
Gertz Manero además de ser cuatacho de Presidente de la República trabajó con él como secretario de seguridad pública, cuando el peje era titular del gobierno de la Ciudad de México. Y ahora tendrá chamba por 9 años, como fiscal. La única carta valiosa de Gertz Manero, abogado en derecho, es que no ha estado involucrado en cuestiones de escándalo y corrupción.
¿Gertz Manero será un fiscal independiente o será el instrumento para castigar a los enemigos políticos de López Obrador y saqueadores de la nación? ¿O será el primer “fiscal carnal”?
Por supuesto que, no hay ninguna garantía de que ese primer teórico que tendrá la Fiscalía General de la Nación sea y garantice la independencia de esa institución. Gertz Manero es amigo del presidente y a quién obedecerá ciegamente es a él. México requiere y con urgencia un fiscal que no esté al servicio del presidente de la república, sino de la sociedad.
Otro gallo le cantará a los mexicanos el día en que tengamos, una procuración de justicia pronta, honesta, ajena a los caprichos emocionales del Presidente de la República, que no deje ninguna sospecha de ser parcial o se aplique la justicia por consigna, tráfico de influencias o por dinero.
No sé por qué tengo la ligera sospecha de que, Gertz Manero será el primer fiscal de México con una vieja PGR que no cuenta con los instrumentos ni el presupuesto para meter a la cárcel a las grandes mafias, comenzando por las que están incrustadas en las grandes estructuras del poder público y político.
¿La centenaria PGR será “la misma gata, pero revolcada”?