Roban más de la mitad de producción de Pemex; va al mercado spot
Francisco Rodríguez jueves 17, Ene 2019Índice político
Francisco Rodríguez
El despojo a México no tiene comparación alguna en el mundo. Vea usted: a 157 kilómetros de la capital campechana se encuentra Cayo Arcas, un conjunto de tres islotes paradisíacos, rodeados de arenas de talco y aguas color turquesa en sus mares. Lo que está pasando parece una historia de ciencia ficción.
Cerquita de ahí se ubica una boya de distribución de crudo que surte el hidrocarburo a los grandes buques que lo transportan a diversas partes del planeta necesitadas de esos bitúmenes. Hasta ahí, bien. El problema empieza cuando alguien analiza lo que está pasando desde hace mucho tiempo.
El mercado petrolero mundial tiene protagonistas cotidianos. Estados Unidos produce el 10% del petróleo total, sólo que al interior su gente consume el 25% del total planetario. Todos los países de la OPEP, incluyendo los grandes productores árabes, producen sólo el 50% del total. Falta entonces un 40% para el consumo, que es lo que se encuentra en medio de la gran conspiración del robo.
El mercado de Rotterdam, llamado negro o Spot Market, fue iniciado en 1959 por las empresas inglesas Halsey Peckworth y Shell Oil, que instalaron refinerías en casi todas las grandes regiones controladas por las empresas multinacionales que procesan gasolinas, gasóleos y cualquier producto.
La atracción del precio spot es que se cotiza al momento, independientemente de las fluctuaciones neoyorquinas y de las condiciones volátiles de Arabia Saudita, Kuwait, Qatar, Irak y los Emiratos Árabes. Los cuellos de botella de la refinación norteamericana y todas las zarandajas que usted se imagine.
Y aquí es donde aparecen los coyotes mexicanos, descastados y voraces, desde los grandes caciques sindicales petroleros, los funcionarios de Pemex, los prestanombres de los grupos empresariales extranjeros y los representantes de tiburones voraces…… como Carlyle, Evercord Partners y BlackRock, el holding de holdings que encabeza el combate contra nuestra seguridad nacional, a través de Carlos Salinas, Pedro Aspe, Peña Nieto, Luis Téllez, Luis Videgaray, Ernesto Zedillo, Fox, Calderón, Joseph Marie Córdoba Montoya y compañía truculenta.
Al término de los años 70 y 80 del siglo anterior se supo que México estaba vendiendo petróleo en el mercado negro de Rotterdam, grandes volúmenes que no estaban contabilizados en los flujos oficiales o formales, y se dirigían al mercado spot. La gran estafa.
En los años de José López Portillo en el poder, el periódico francés Le Canard enchaîné, mencionaba a José Ramón López-Portillo Romano como “el que manejaba e influía en los precios spot de Rotterdam”. Tuvieron que pasar 23 años para que, sin temor a perder la vida, Arthur Ruggeberg pudiera denunciar en cortes internacionales toda la trama y las pasiones debajo de este caso.
Sin embargo, no pasó naaada. Los consumidores del 40% de la producción mundial se ampararon entre los grandes intereses europeos y ahí fue donde la marrana torció el rabo. Alguien tenía que producirlo, distribuirlo y venderlo. Los mercados spot se han reproducido en el Mar del Norte, como peces en el agua.
Acá en el rancho grande, un fraude a Pemex calculado en cientos de miles de millones de dólares de esa época duerme el sueño de los justos. Las familias López Portillo – Ruggeberg, cuyos hijos y delfines se conocieron desde la primaria en el Colegio Alemán, tienen demasiado qué declarar.
Pero por lo visto, no sólo ellos. Los mercados negros han seguido siendo beneficiados por las grandes familias de mandarines mexicanos, chiquitos y grandotes. Una simple observación al funcionamiento de las plataformas petroleras, propiedad de muchos ex presidentillos y de sus secuaces y en la boya de distribución de Cayo Arcas, en el Mar de Campeche, lo confirma a placer.
Para los depredadores mexicanos puede ser que este asunto del huachicoleo y el robo de combustibles a cielo abierto esté funcionando como un foco de mera distracción para la opinión pública, mientras alguno de ellos no pise la cárcel y sea obligado a regresar… lo que se llevó.
Pero a los mexicanos bien nacidos, muchos de ellos trabajadores y técnicos petroleros que se han acercado hasta este escribidor para aportar los datos duros y expedientes del despojo nacional, esto debe tener un remedio urgente y necesario. El futuro y el presente del país lo reclaman. La justicia que ha hecho oídos sordos ya no debe ser la gran ausente.
Es el momento de saber lo que desde hace muchos años sucede en Cayo de Arcas, Pajaritos y La Cangrejera, emblemas de la depredación nacional, la verdad debe salir a flote, antes de que sus consecuencias arrasen con todos nosotros y nuestros descendientes. Nadie tiene derecho a callar, y menos a abstenerse de participar en la revelación de esta conjura antipatriótica.
Lo que aquí se escribe es fácilmente comprobable por cualquier persona con dos dedos de frente. Si usted hace una visita de viajero a cualquier parte de la Sonda de Campeche, se enterará de lo que denuncian todos los superintendentes de Pemex que tienen que ver con la calibración y supervisión de las plataformas y las boyas de distribución.
Declaran los patriotas trabajadores del sindicato petrolero —que sí los hay; son los más— que al llegar en cambio de guardia a las instalaciones, lo primero que hacen es enterarse de la producción en la plataforma. Cuántos pozos, presión, temperatura, diámetro de los estranguladores y resultado de barriles de crudo por día.
Los datos que obtienen los superintendentes nunca compaginan con los informes que les envía la Gerencia: la producción siempre está por abajo de los números que manejan los mandarines. Un 60% menos de lo que se está produciendo en los litorales de Tabasco.
Cuando comparan los números reales con los aforos de las compañías y de la Schulemberger, es la misma que traen ellos. Entonces, ¿dónde estaba el crudo que realmente se está produciendo en México? Por toda respuesta, dicen que este es un caso cerrado.
Grandes barcos y cisternas petroleros salen diariamente “hasta la madre” de crudo y con facturas apócrifas. El daño ha sido hecho: gobernantes, líderes sindicales, políticos locales corruptos y toda la fauna que usted se imagine se están robando diariamente ¡más del 60% de la producción nacional de petróleo!
“Millones de barriles, esfuerzo de todos nosotros, los trabajadores petroleros y patrimonio de los mexicanos desaparecen. Somos víctimas de este fraude histórico que está secando nuestros vientres”, aducen. “Lo de la gasolina, es para entretener. Lo grave está en Cayo Arcas, Pajaritos, Santa Elena, La Cangrejera.”
Es el gran robo maquinado a la Patria.
¿Hasta cuándo estamos dispuestos a aceptarlo? ¡Diga usted!
Índice Flamígero: “Ningún gobierno podría enfrentar sólo este flagelo, robo descarado, excesivo e impune… Estamos conscientes de que debemos resolverlo rápido, lo más pronto posible. No estamos durmiendo, estamos trabajando… Tenemos un plan que se está aplicando y que lo estamos evaluando diariamente, dos veces al día nos reunimos de 6 a 7 y de 9 hasta las 11 y 12 de la noche para hacer los cortes”: el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ayer, en su conferencia matutina.
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