El huachicol también ha evidenciado al falso periodismo
Francisco Rodríguez martes 15, Ene 2019Índice político
Francisco Rodríguez
Desde que la libertad de expresión se asumió como un derecho humano, como garantía individual o como derecho inmanente al ser humano —dependiendo de la ideología reinante— sólo tiene dos obstáculos para ser ejercida: el miedo y la mentira maquinada. Estos dos son los principales enemigos de esa prebenda jurídica.
El miedo, cuando el que se expresa en el sentido que desee, teme la reacción del poderoso; la mentira maquinada, cuando los medios de comunicación, generalmente respetados por el que mande, los utiliza para engañar, confundir, distraer de las razones objetivas, para continuar medrando de la confianza popular.
El caso específico que se presenta entre nosotros desde que el mundo es mundo es, desgraciadamente, el segundo, la mentira maquinada, en la que han caído los propietarios y sus mensajeros abusando de la confianza, de la fiat pública a sus emisiones. Es un delito grave, por cuanto amenaza la convivencia y socava el interés público del derecho a la información.
¿Qué ganamos cuando seguimos permitiendo que los medios, la prensa infame y vendida, “eduquen” al pueblo en la cultura del engaño y la trivialidad distractora? ¿Por qué no reconocemos de plano como sociedad que la verdad, aunque sea dolorosa, sigue siendo eso: la verdad pura y dura?
La respuesta es obvia: absolutamente nada. El llamado a la tolerancia y a la permisividad por parte de quienes asolaron al país durante décadas no tiene ni tendrá sentido, porque se presenta a destiempo, como una hipocresía filantrópica, necesariamente falsa y retrechera.
Que no se llamen pacíficos los que alentaron la violencia y la masacre, pues es ilegítimo que ahora invoquen la legalidad aquéllos que la pisotearon y la quisieron erradicar de nuestro sistema de vida. Los que asesinaron a conciencia lo que costó tanto trabajo construir, aunque sólo fuera edificado por tabiques de esperanza y de justicia.
Deben estar conscientes de que ellos contribuyeron en gran medida a liquidar los tiempos de los arreglos cupulares y en lo oscurito. Ya no van a ser posibles. México ya no los cree ni los respeta, ni los necesita. Por eso la gente que profesa la verdad ha tomado en sus manos los destinos del país.
La decisión de hablar con la verdad, a pecho abierto, en tiempo real, ya ha sido tomada, y esperemos que dure tanto tiempo como el pueblo la demande. No hay reversa. La verdad tiene a su favor que casi nunca se puede decir cuándo los regímenes que la ejercitan no dan primero el ejemplo.
El miedo y la mentira, que fueron durante muchos tiempos aciagos el sello de la casa en la política mexicana de medios de comunicación adocenados y vendidos han sido opacados por los movimientos sociales que siempre son dialécticos y nunca obedecen al voluntarismo de una sola persona.
Llega un momento en que la indolencia debe ceder el paso a la verdad. Un país que quiere salir del marasmo histórico siempre estará dispuesto a asumir la verdad, aunque se trate de una medicina sumamente amarga. Para eso se ha preparado durante largos cuarenta años de oposición militante y de asesinatos recurrentes a los que enarbolan la verdad de los sucesos.
Esto ha sido demostrado por las encuestas recientes que se han levantado en México después de los amargos acontecimientos de los helicopterazos poblanos y de la lucha contra la delincuencia organizada que interviene descastadamente en las actividades de ordena de ductos y de combustibles y del huachicoleo.
Los medios vendidos e infames han tratado de torpedear las medidas de seguridad y abastecimiento del nuevo régimen hasta que se han cansado de repetir sus sonsonetes falsarios, con el despropósito de convencer que se trataba de una lucha inútil contra los delincuentes sindicales, petroleros y gobernantes sin escrúpulos.
Quienes aseguraron que la falta de combustibles en algunas ciudades del país se debía a la impericia o a la mentira, han sido rotundamente vencidos por la llamada tercera potencia mundial, la opinión pública. En las últimas mediciones demoscópicas sobre la intervención del gobierno y sus fuerzas armadas, representa una lección de tamaños latinoamericanos.
En conclusión: López Obrador cuenta con el 75% de aprobación ciudadana a sus medidas y eso no es lo menor, sino que el 94% de quienes votaron por el cambio de régimen, lo volverían a hacer, sin duda alguna. Una cachetada con guante blanco a la prensa y a los medios de comunicación infames y vendidos.
Un profundo desmentido a quienes insisten hacer de sus posiciones un relicario inacabable de sandeces para seguir aprovechándose de la supuesta ingenuidad y desinformación popular. Un cierre de cortina a una manera de ser de quienes han aprovechado las prebendas y concesiones del Estado para hacer cera y pabilo de la voluntad ciudadana.
Las acciones de seguridad nacional emprendidas contra el huachicoleo cuentan con la aprobación mayoritaria. La gente espera con pasión que sea el inicio del nuevo régimen para asegurar la honradez administrativa y por consiguiente la paz social, la gobernabilidad y la credibilidad en sus posteriores acciones de defensa colectiva.
Ha sido la muestra inicial de lo que puede ser la lucha integral contra las actividades delincuenciales que han asolado a la Nación. El enfrentamiento decidido contra las actividades del trasiego y del narcotráfico que apoyadas por los sentimientos de la población puede ser definitiva y exitosa.
El ejemplo, así como el barrer la casa, deben venir desde arriba. Las limpieza del hogar común debe empezar por arriba, es el mensaje, la conclusión popular. Y esto es hasta dónde tope.
No sólo es la lápida para comentócratas comprados y melifluos, es también una advertencia oportuna contra los que desde el poder político, económico y financiero, o desde cualquier posición de ventaja actual y del pasado inmediato insisten en agitar las aguas de la corrupción, complicitados con los medios ridículos.
Quienes trabajamos en las plataformas digitales de la información tenemos por primera vez un aliciente a nuestro desempeño. La verdad se impone y la opinión pública aplaude todas las posiciones donde se esgrima la verdad como el único frente de resistencia ante el poder descarnado del dinero.
Ahora sí: la verdad está tomándose el café en nuestra sala. ¡Sea bienvenida! Es la mejor noticia del año que comienza y de una nueva época que se asoma en favor de la libertad.
¡Fuera de nuestra vida el falso periodismo! ¿No cree usted?
Índice Flamígero: En el portal Polemon hay un claro ejemplo de lo comentado líneas arriba: “Los periodistas críticos de Andrés Manuel López Obrador y muchos empresarios también anti-AMLO se enteraron que en The Wall Street Journal se había publicado un texto con el sugerente título: “Mexico Reduces U.S. Gasoline Imports”. Pensaron: ya la hicimos, y maquinaron una historia simple y falsa. Esa historia debía saberla “el pueblo de México”, y se debía contar de la siguiente manera: Andrés Manuel había mentido con el combate al robo de gasolina, porque lo que en realidad estaba sucedido era que redujo las importaciones de gasolina y por eso se dio el desabasto. La historia prometía: atraería el pánico y el enojo, y poseía todo lo que ellos habían soñado: la mentira de AMLO y la evidencia de que su gobierno era un caos… El reportaje citado por estos personajes (Carlos Mota, Pascal Beltrán del Río y León Krauze) no tenía acceso libre. Es decir, solamente se podía leer el texto completo vía suscripción… Lo único libre era el título (“México reduce las importaciones de gasolina de Estados Unidos”) y dos párrafos de tres líneas cada uno, que decían lo siguiente: “México ha reducido significativamente las importaciones de gasolina de los EU. Desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador asumió el cargo el 1 de diciembre, debido a la ofensiva del gobierno contra el robo de combustible que ha atascado la distribución y causado una escasez generalizada de gasolina”. “Las importaciones de gasolina por vía marítima desde la Costa del Golfo de Estados Unidos ha promediado alrededor de 350,000 barriles por día bajo la administración de López Obrador, un descenso del 38% con respecto a diciembre de 2017 y enero de 2018, de acuerdo con la firma ClipperData”. Con esas dos líneas comenzó una andanada para hacer creer a la sociedad que el desabasto en varias gasolineras del país no se debía, como lo ha mencionado en múltiples ocasiones Andrés Manuel López Obrador, a una cuestión de transportación, sino a la falta de combustible en el territorio nacional. Esta andanada fue tan fuerte que el mismo autor del texto tuvo que salir en Twittera aclarar la situación. Escribió un mensaje dirigido a quienes solamente leyeron los dos párrafos y a partir de ahí afirmaron que el desabasto en el país se debía a que AMLO redujo importaciones de gasolina: “Una gran cantidad de mexicanos en Twitter está retuiteando esta historia [su artículo] como prueba de que AMLO causó la crisis de gasolina a propósito, al reducir las importaciones de combustible estadounidense y crudo ligero, y que está usando el robo del huachicol como pretexto. Les insto a todos a suscribirse a @WSJ porque eso NO es lo que dice la historia”.
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