“Los pedigüeños”
¬ Salvador Estrada jueves 10, Ene 2019Folclor urbano
Salvador Estrada
Dicen que año nuevo vida nueva, pero en la gran capital donde se viven y se ven los grandes contrastes, para muchos, la vida sigue igual y hasta se empeora.
Es el caso de los indigentes que se ven en las grandes avenidas de la ciudad y de los desempleados, donde este año no lo ven distinto, sino igual al de otros años.
Caminar, pasear por la avenida Juárez, por ejemplo, es ver desempleo de músicos y cantantes de ópera, que se acomodan en una esquina y dan a conocer su talento y a cambio esperan que el peatón saque algunas monedas de su bolsillo, haga un alto y las deposite en su estuche de violín o en una manta extendida en el suelo.
Los cantantes y los músicos, por su ejecución, hacen notar que son profesionales desempleados, que las instituciones de cultura no los ha tomado en cuenta para que se integren en alguna orquesta sinfónica.
Pero, lo más triste es ver a los indigentes pidiendo limosna en las calles del Centro Histórico y a lo largo de las avenidas Juárez y Reforma, con sus ropas desgarradas y sucias, estirando la mano con la esperanza de alguna ayuda.
Y así ves a una familia de alguna etnia indígena, al padre rascando una guitarra o “moviendo un acordeón” y a la madre sentada en el suelo con un niño en sus brazos, esperando que los caminantes la socorran con algunas monedas.
Además de este “folclor citadino” lo lamentable son los “teporochos”, alcohólicos, sucios, desarrapados, que con una cobija sucia se tiran al suelo, se enrollan para dormir y se tapan la cara. Y ahí se quedan estáticos, lo mismo en el día que en la noche. Después deambulan por las calles pìdiendo “un pesito p’a comer”.
Y en el Metro abundan los vendedores de “chucherías” y los pedinches o pedigüeños que abordan los vagones para “sacar p’a la papa”. Así ves y escuchas a los invidentes tocando la armónica o cantando a capela y con su “bote recolector”. O escuchas a “la señora con su hijo de la mano”, pidiendo porque no tiene trabajo y tampoco para comer”.
También puedes ver en los pasillos del Metro a personas de la tercera edad, sentadas en el suelo, con la mano estirada, con un hueco en su palma, para que “caritativamente” por su edad seas generoso con ellas.
El gobierno capitalino debe de cambiar “estas postales citadinas” y llevarse a los indigentes a los lugares que tiene designados para ello y con esa atención en muchas ocasiones podrían salvar vidas, ya que por esta época el frío se cuela por todas partes y podría dejarlos “fríos”.
El turismo que visita la Ciudad de México y camina por el Centro Histórico, ve “esas imágenes de pobreza” y les llama la atención y, tal vez lo comente al retorno a su país y eso resta puntos al mapa turístico, sobre todo cuando conocen que aquí “hay atracos y asesinatos” y que la justicia y la ley se tardan mucho para su aplicación.