Riquezas de la evasión
Freddy Sánchez jueves 10, Ene 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
El querer o no cumplir con el pago de los impuestos, es un deber moral de todo aquel que se precie de ser persona bien nacida y decente.
Porque abogar por el bien común, esperando ser beneficiario del mismo, a lo menos que obliga es a no omitir nuestras contribuciones con el fisco.
El dinero que llega a la hacienda pública, no proviene de los santos cielos, sino de la bolsa de los obligados fiscales.
Quienes, naturalmente, deben gozar de pleno derecho a ver correctamente retribuidas sus participaciones tributarias con el erario, ya que en este “sagrado” intercambio el que da tiene todo el derecho a recibir.
Mal hacen pues, los mezquinos del corazón y avaros en general que mucho piden al sector oficial y poco o nada quisieran aportar para el financiamiento de los requerimientos para el bienestar colectivo.
Tal es el caso de los recién detectados grandes empresarios que mediante turbias maniobras de fingimiento de gastos personales, omitieron pagar la cantidad correcta que adeudaban a las autoridades hacendarias, por concepto del impuesto sobre la renta.
Justo antes de concluir la pasada administración, fue motivo de tremendo escándalo la evasión fiscal en la que incurrieron hombres de empresa del más alto nivel, que dado el elevado monto de sus percepciones económicas mensuales, “tras bambalinas” se las ingeniaron dolosamente y por el consejo de sus estrategas fiscales, recurrieron a uso de “empresas fantasma” simulando diversos actos jurídicos para evadir cantidades millonarias a la hacienda pública.
Por lo que se dijo en aquel momento, un solo empresario que fue detectado en sus simulaciones, se vio obligado a reponer más de cien millones de pesos en impuestos evadidos.
Cosa curiosa, después de aquel hecho por demás sonado, las actuales autoridades de la Secretaria de Hacienda, no han informado nada absolutamente de lo que debería ser un operativo de alta prioridad para recuperar el impuesto sobre la renta no pagado por grandes empresarios.
Ese dinero recuperado, lógicamente, le vendría bien al financiamiento público de los programas sociales amparados por “la Cuarta Transformación”, en especial si consideramos que por doquier se escuchan voces de críticos cuestionando de dónde habrá de salir tanto dinero como se necesita para mantener a lo largo del sexenio la viabilidad de la oferta de apoyo social del gobierno de Andrés Manuel.
Ante lo que la única respuesta lógica es, obviamente, tener que buscar medios lícitos de financiamiento, que no impliquen endeudar al país y tampoco provocar un estado de deterioro en diversos servicios a cargo del estado que igual requieren de fondos suficientes que eviten mermas en la calidad y suficiencia de dichos servicios.
De ahí la importancia de que las autoridades hacendarias se apliquen con la máxima eficiencia para la recaudación de impuestos. En ese tenor, huelga decir que nadie que pueda cubrir sus obligaciones tributarias, debe dejar de hacerlo.
Y menos grandes compañías como las que en la red de internet se dedican a hacer jugosos negocios, sin pagar un solo peso por concepto impositivo.
De tal suerte que aplicar un impuesto digital para que lo cubran entre otros grupos empresariales los de Amazon, Facebook y Uber, tendrá que hacerse efectivo con las reformas legales indispensables, al mismo tiempo de garantizar que dichas contribuciones realmente se paguen.
Basta ya de solapar a causantes de grandes ingresos.
Más allá de exhibir o sancionar a los evasores fiscales, lo verdaderamente importante es que las autoridades hacendarias vayan a la caza de los dineros que no se pagaron en materia tributaria y logren una puntual y efectiva expropiación de las riquezas de la evasión.