Por Felipe Calderón Hinojosa, la descomposición se agudizó desde 2006
Francisco Rodríguez lunes 7, Ene 2019Índice político
Francisco Rodríguez
Es una rara, explosiva mezcla la que se forma cuando se juntan los bajos instintos del crimen organizado, el saqueo cómplice de los gobiernos y los artilugios electorales. Imponen al peor del grupito atolondrado y displicente. Hacen de la patria un páramo de muerte y de vergüenza. Matan hasta a la esperanza, sin la cual no puede vivir un pueblo.
Desafortunadamente fue lo que pasó en México a lo largo de casi cuatro décadas de explotación y miseria. Es muy difícil borrar la memoria, es imprescindible aplicar la justicia, es necesario remontar la cuesta de esa infamia. Se impone la honradez y la verdad para sembrar nuevamente la concordia, la conciliación posible.
Asesinaron a la inteligencia e impusieron a la muerte, como en la más sanguinaria de las dictaduras, sólo que aquí al costo de centenas de miles de habitantes masacrados, una guerra civil no declarada, al costo de ciento treinta millones de burlados, al costo de dos generaciones de mexicanos que hoy buscan la identidad perdida con su patria.
Ha sido nauseabundo y perverso el paso de los aprendices de tecnócratas, realmente cacharpos del Imperio, sanguinarios y estultos mamarrachos que construyeron un territorio asolado, repleto de riquezas despreciadas y luego rematadas, mórbido y acribillado por delitos graves y aún de lesa humanidad, imprescriptibles, que piden a gritos la justicia del verdugo nacido de ese pueblo.
Vemos pasar, azorados, una lista interminable de ilícitos punibles, expuestos a la luz pública, imperdonables, cometidos durante largos años por mandarines despiadados y codiciosos en grado sumo. Nunca, nadie, puede perdonar esos destrozos. Menos un pueblo acostumbrado a pelear por su libertad y decoro.
El robo y el crimen, las divisas de un grupito de gente menor metida a políticos, formados en las aberrantes cavernas de grupos delictivos regionales, sus mentores, que siempre constituyeron un peligro para nosotros, aplicando la misma carnicería que en sus aldeas. Todos hemos sido testigos y somos víctimas.
Quienes nos han gobernado los últimos treinta y seis años son igualitos a los que ensalzaron todas las intervenciones armadas, entronizaron localmente a los imperios extranjeros y se opusieron a todas las defensas revolucionarias del presente y del pasado. Son los mismos que agudizan la pobreza y atizan el hambre de la población.
La primera llamada a reaccionar ante la infamia, la tuvimos desde que Televisa impuso el infecto “triunfo electoral” de Felipe Calderón, en el 2006. Mentes lúcidas, de la talla de Immanuel Wallerstein, Atilio Borón, Eduardo Galeano, Ernesto Cardenal, James Petras, entre muchos, firmaron un texto histórico.
Señalaron: “nos duele que la patria de Benito Juárez, de Emiliano Zapata, de Lázaro Cárdenas esté mancillada por la vergüenza de otro fraude electoral, orquestado para favorecer los intereses de las poderosas minorías locales y trasnacionales.
“Saludamos con respeto y admiración la resistencia civil de los que luchan por la democracia, la justicia, la igualdad y la soberanía, pues con ello enaltecen la dignidad del pueblo que supo escribir las mejores páginas de la historia de México y de nuestra América”, dijeron también valiosos luchadores latinoamericanos como Aníbal Quijano y Víctor Licandro.
Al unísono, 25 ministros de asuntos exteriores de la Unión Europea se unieron a la condena de las autoridades electorales mexicanas que se prestaron a las aberraciones fraudulentas y delincuenciales que hicieron palidecer los acontecimientos en Ucrania, dijeron.
Mientras, aquí en el rancho grande, los jerarcas católicos, encabezados por Norberto Rivera Carrera, un encubridor de pederastas con ligas empresariales de primer nivel, exigieron consolación y mansedumbre a los creyentes de su grey, “¡para seguir gozando de las bondades del sistema!”
El supremo Poder Judicial, la Corta ¿de Justicia?, adaptó la interpretación constitucional al caprichato presidencial, rechazando que el artículo 97 de la Constitución le confería entonces al máximo tribunal la revisión de un proceso doloso, argumentando en voz del ministro Mariano Azuela —lástima de tal nombre en ese hombre— “que el artículo estaba redactado con los pies”.
Por ende, el pomposo Trife, acatando ciegamente los designios de los poderes extralegales, se negó a actuar para limpiar y esclarecer el cochinero y declaró Presidente electo a un borrachín que acabó llenando de sangre al país.
Las fuerzas de las armas y del dinero decidieron siempre por nosotros. El miedo mediático, atizando por loros radiofónicos y televisivos, por infames de la pluma, arrinconaron a la sociedad a justificar un atraco teratológico. Y deshumanizado.
Como buenos cavernarios se agazaparon en las sombras de Los Pinos, custodiados por las fusiles y metrallas del Estado Mayor para no dar jamás la cara. Se encogieron maquinadamente y no permitieron que el anacoreta en turno, cruzado con la banda, se enfrentara a las voces populares.
Desde entonces pensaron que el cuartelazo electoral estaba dado, de una vez para siempre en sus dominios. Según sus números, presumidos siempre ante los enviados de los medios para hacer el caldo gordo del sistemita, simples paniaguados de las empresas boyantes que lucran con la información, todo estaba decidido de antemano.
La suma era sencilla, siempre lo sostuvieron: PRI + Verde + Panal = al 40% de los votos, era la tendencia amañada. El complemento de la fórmula: si el PAN sacaba el proverbial 25%, los candidatos “independientes” obtenían el 10 o el 15% de la votación…… y los partidos chiquitos se quedaban con las migajas sobrantes para acreditar sus diputados plurinominales, ¡todo estaba planchado!, aseguraban. No habría poder humano que los detuviera, según sus sumatorias. Otra vez a robar y matar, hasta el fin de los tiempos, cuando menos.
Así pensaban, y así siguen pensando. No puede ser de otra manera. La impunidad e inmunidad garantizada por las cifras incuestionables e inamovibles de su voluntad popular. No se movía una hoja si las cuentas no cuadraban.
Si se presentaba un incidente, sólo habría de sustituir al Panal por algún otro partidito al gusto de Fox, Calderón, Peña Nieto o los dueños de los medios. Total, no había reclamo. Todos en el ajo. Todos en el hurto. Todos en el crimen. Todos, absolutamente todos en la complicidad contra la patria.
Cuando la gente despertó, se dio cuenta de la maniobra.
Vale la pena recordarlo, para que nunca lo olvidemos. México merece un largo período de paz y de progreso. Ya era hora.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Desde Torreón, Coahuila, don Miguel Ramírez escribe: “Aunque todavía es breve el tiempo que López Obrador lleva ejerciendo su cargo de Presidente de la República, ha sido suficiente para definir cuatro grupos que claramente se le oponen. 1) El primero es el formado por los partidos políticos que fueron tundidos en las elecciones del pasado 1 de julio. El PRI presenta un desprestigio tan grande que no le permitirá hacer gran cosa en el futuro. Es posible que, como lo mencionan algunos, su primer medida para evitar el rechazo de la sociedad mexicana sea cambiar de nombre. El PAN tiene un conflicto interno que no ha podido superar y que le resta fuerza. Y el PRD, partido en extinción cuya militancia no notó a tiempo el gran daño que le causaría la peor de sus tribus que lo dirigió por mucho tiempo, Los Prostichuchos. 2) A este grupo le siguen algunos funcionarios públicos y los miembros del Poder Judicial que gozan de un salario y prestaciones altísimas. Para defenderlas, los primeros argumentan que les son necesarias para no caer en corrupción, y los segundos señalan que las requieren para mantener su independencia y autonomía. Es obvio que se niegan a decir la única y verdadera razón que los motiva: seguir aumentando sus cuentas bancarias. 3) El tercer grupo es de empresarios. De dientes para afuera dicen que apoyan a AMLO, pero están agazapados esperando que éste cometa un error y poder eliminarlo, ya que añoran los tiempos cercanos en que llevando un billete por delante podían comprar a cualquier autoridad y hacerse de buenos contratos y concesiones. 4) Y, por último, el cuarto grupo, el constituido por la prensa escort, que ve seriamente amenazada su existencia al haber sido disminuido en un 50% el gasto irracional que EPN asignó a promoción y publicidad. La manera en que los medios han atacado a AMLO es tan burda y con señalamientos falsos que en lugar de perjudicarlo lo fortalecen. López Obrador tiene a su favor que la gente lo considera un funcionario honesto y capaz y que a los cuatro grupos mencionados los ve con mucho recelo. No es de dudarse que en poco tiempo continuará cumpliendo con las promesas que ha hecho, lo que le dará mayor apoyo al que actualmente recibe. Si este principio de su presidencia puede parecer una carrera con obstáculos, ojalá que en pocos meses se convierta en una carrera de 100 metros planos, que es el estilo de hacer las cosas del tabasqueño”.
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