Unidad y discordia
Alberto Vieyra G. miércoles 2, Ene 2019De pe a pa
Alberto Vieyra G.
El helicopterazo en el que murieron la gobernadora de Puebla, Martha Erika Alonso y su marido el senador Rafael Moreno Valle en plena víspera de Navidad, dejó ver a los mexicanos una clase política que destila veneno emocional, que ha llevado a la nación azteca a la división y el enfrentamiento. ¿Fue un crimen, un accidente o todo fue obra siniestra de las mafias criminales del huachicoleo? No me detendré en algo que compete investigar a la ciencia criminalística.
Pero llama poderosamente la atención que a “24 horas del accidente”, el gobierno lopezobradorista, a la velocidad del rayo, se apresuró a decir que no se encontraron en el aparato rastros de algún artefacto explosivo, lo cual nos recuerda que cuando Luis Donaldo Colosio fue abatido en Lomas Taurinas, Tijuana, Carlos Salinas envió a esa ciudad fronteriza al entonces procurador chilango Diego Valadez, quién a mitad de camino se apresuró a adelantar la tesis de que se trataba de “un asesino solitario” ¡brujo, brujo!
Pero dejemos a la ciencia que haga su trabajo para no caer en el sospechosísmo. La cuestión es que, durante los funerales de los personajes de la política poblana, a los que asistió con la representación presidencial la titular de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, quien junto con otros funcionarios del gobierno federal fue abucheada y en sus oídos retumbo el grito de “asesinos” … término que hizo que se calentará el granizo. Sí, esas muestras de duelo que exigían justicia molestaron a AMLO, quien dejaría ver que es de mecha corta cuando en su mañanera conferencia desde Palacio Nacional tildó a los panistas conservadores de “mezquinos y neofascistas”.
Por mezquinos, se entiende que son seres miserables y el neofascismo identifica a personas con un ideología totalitaria y antidemocrática. Todo eso les recetó de un solo golpe a los azules el epicentro de El Yunque poblano. Con ello, López Obrador demostró su odio contra el conservadurismo, que históricamente ha sostenido una larga guerra contra los liberales de México.
Pero aún hay más: Como ardió Troya y lo que menos le dijeron los panistas que era un imprudente. Al día siguiente, en otra conferencia les llamo “canallas” …
No estoy seguro que el señor López Obrador haya leído Tiempo de canallas de la escritora norteamericana Lillian Hellman, en cuyo libro narra magistralmente la rabiosa guerra de canallas que el gobierno norteamericano libró dentro y fuera de sus fronteras para con todo vestigio de comunismo y socialismo. El artífice número uno de ese tiempo de canallas sería el senador Joseph McCarthy, quien encabezó la comisión senatorial que destruyó a cientos de familias, muchas de ellas valiosas, que no pensaban igual que el gobierno.
¡Qué lamentable que el Presidente siga ahondando en división y confrontación de los mexicanos! Sin duda que el reto número uno de su régimen será convertirse en factor de unidad y dejar de ser motivo de encono y discordia.
No hay duda que unas lacras sociales llamadas partidos políticos han profundizado en la desunión y confrontación de los mexicanos. El ejemplo más a la mano es que Miguel Barbosa, ahijado de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y consentido de López Obrador, volverá a ser el candidato a gobernador de Puebla para las elecciones extraordinarias de este año, cuando todo mundo sabe que fue el principal factor de confrontación entre el pueblo de Puebla.
¡Vaya ambición de poder! ¡Vaya inmoralidad! Y ¡Vaya letal veneno o basura emocional con la que nos envenena la clase política!