Presupuesto 2019: para hacer más con lo que se tiene
Francisco Rodríguez miércoles 19, Dic 2018Índice político
Francisco Rodríguez
México es eternamente el mismo… aunque cada fin de ciclo deba renovarse a sí mismo para regenerarse, para seguir viviendo. Sea después de la Colonia, de las reyertas de la Independencia, de la Reforma, de la Revolución, nos enfrentamos siempre a la necesidad de restaurar la República y rehacer el poder perdido.
Si se vale la comparación, somos como nuestros entrañables ajolotes, posiblemente nuestra imagen icónica, reyes de las humedades de nuestro Xochimilco, que cuando pierden las partes del cuerpo o los tejidos, las recuperan para seguir viviendo. Por eso son seculares, milenarios.
En este fin de ciclo, después de haber sufrido la amputación de la Patria y la masacre insólita de los hermanos, nuevamente nos enfrentamos a la enorme necesidad de recuperarnos, otra vez debemos restaurar la República y rehacer el poder. Es imperioso para la sobrevivencia como nación independiente y soberana. Es una gran tarea que requiere de todos.
Afortunadamente, tenemos con qué. El manejo político de la crisis no es el problema. La conducción del destino, tampoco. El conecte con el pueblo, menos. La comprensión de nuestro lugar en el mundo mucho menos. Tenemos liderazgo y fortaleza.
Las grandes decisiones están fuera de duda, lo mismo que el gran apoyo popular de todos los confines de nuestro territorio. La solidaridad continental latinoamericana está fuera de duda. Las alianzas que deben hacerse están claras. El enemigo es el mismo: el vendepatrias, el rastacuero, el meteco.
Lo que está a prueba es el carácter, la piel, las dubitaciones de aquéllos colaboradores que han sido llamados al esfuerzo gigantesco y no están a la altura del momento nacional. Los aquejan presiones impensables: se aterran ante los menguados presupuestos, los desafían las grandes tareas, no saben hacer más con menos.
El enorme Bertolt Brecht ya lo había dicho: la política se hace con lo que se tiene. Cualquier conocedor de la administración pública sabe que así deben hacerse las cosas. De qué sirven faraónicos haberes, si cuando los burócratas de cuello alzado han sido ubérrimamente pagados, venden la patria.
Si en las mejores épocas de nuestra historia, los próceres de la nación han sobrevivido a la escasez y a la desgracia, se han impuesto a los inconvenientes y han pintado en nuestro lienzo las más grandes gestas históricas de todos los tiempos. El que pida bonanza para actuar es que no sabe ni donde está parado.
Dice el viejo refrán que aquél que presume de regresar de todos lados es porque no ha ido a ninguna parte. Y es cierto. Afuera no hay soluciones a nuestros problemas endémicos y a nuestra encrucijada. Las únicas soluciones se hayan entre nosotros. Aquí es donde tenemos el problema.
Parece mentira. Después de obtener el apoyo popular mayoritario para luchar contra los adversarios del país y derrotarlos en las urnas, ahora el adversario se encuentra entre nosotros mismos. Ya no es la vieja oligarquía, los tecnócratas de huarache, el catatonismo de los hastiados, ésos han sido corridos de la plaza.
Debemos ejercer el auténtico nacionalismo, la real democracia con nuestros propios medios. Ya no existe el poder barroco de las parafernalias y los protocolos de cartón, el poder tendrá que reconstituirse desde las cenizas, con lo poco que dejaron. La justicia no espera y debe ejecutarse por el bien del país, por su gobernabilidad y por nuestra confianza en las instituciones originales.
La República debe ser restaurada. Acabar con los viejos privilegios de los mentecatos, unir fuerzas para volver a unir el territorio y los objetivos de la organización secular. Hacer frente al temporal con imaginación, denuedo, decisión de ser fuertes, competitivos, productivos, ejemplares. Es la última oportunidad. Pocos lo entienden.
Nos falta sindéresis, la gran actitud de hacer sólo lo adecuado. Que los encargados de despachos del Ejecutivo no se manejen como si administraran abarrotes, sus personales changarros. Que los gobernadores no se rodeen de indeseables en sus estados. Que todos los colaboradores piensen en la gran tarea de reconstrucción nacional.
Que nuestras pobladas universidades entiendan que ya no es momento de financiar el porrismo, que se dediquen a la investigación y la enseñanza del entorno, que hagan sinergia con el piso de la patria. De nada sirven los maestros bien pagados, con fama de inspirados, que se refugian en los cubículos para medrar el exiguo presupuesto.
Las cofradías de intelectuales ya no caben. Las prebendas y canonjías deben terminar. Las autonomías de las universidades del país no son para inconformarse vanamente de los presupuestos. No debe engolarse la voz y levantar las cejas sólo para fortalecer sus economías particulares.
Fustigaron a los que no comulgaban con sus sandeces. Callaron hipócritamente ante las necesidades y los juicios de la opinión pública, despreciando sus quejas y reclamos legítimos. Fueron palafreneros del poder y del dinero. Diseñaron ocurrencias lesivas, pero personalmente provechosas. Carretadas de millones al servicio de su vanidad.
Que se entienda que el dinero es para quien lo necesita. No para imprimir tratados sobre la nada que duermen el sueño de los injustos, por decenas de miles en los estantes y en las bodegas. Es demasiado dinero despilfarrado, mucho presupuesto tirado en el absurdo. Hacer más con menos no significa inventar nada imposible. Sólo dedicarse a hacer lo adecuado.
El turno es de los jóvenes que buscan espacio en el mercado de trabajo. Las becas son para uso, no para financiar comodidades de los mandarines de la educación. Tampoco para sus viajes de placer y de supuestos estudios de postgrados.
México no es un país de los sueños absurdos. Somos un conglomerado que debe dedicar sus esfuerzos a autoabastecerse y sobrevivir con lo que tenemos. La riqueza inexplorada está viva. No podemos encontrar en otras partes lo que podemos hacer con nuestras propias manos. Ya no debemos insistir en la copia. Ha costado sacrificio y tiempo.
Somos un país que siempre ha salido adelante incentivando el talento y la producción de lo que tenemos, que no es poco. Enfocando nuestras baterías a desarrollar regiones productivas, explotar el entorno, abastecer a una población dispersa y pobre.
Ni para obras faraónicas, ni para ilusorias competencias trasatlánticas. Desarrollar la agricultura, el comercio y las industrias domésticas para fortalecer primero nuestro mercado interno y emparejar las disímbolas regiones. Si en verdad queremos ser fuertes. Una vez logrado, podemos pensar en aventuras mayores.
Restaurar la República y rehacer el poder pasa necesariamente por estos procesos. Lo demás es lo de menos.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Continúa la “luna de miel”. La administración del presidente Donald Trump reconoció ayer los planes de su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador, para el desarrollo del sur de México y de Centroamérica, comprometiéndose a detonar inversión en proyectos productivos en la región. En un comunicado, el Departamento de Estado de EU dio la bienvenida a la Declaración Conjunta de México y EU para promover inversión en la región, a la que señaló como un esfuerzo para detonar el crecimiento económico para enfrentar la migración, el crimen organizado y dar mayores oportunidades. “Estados Unidos reconoce que un México fuerte, estable y prospero beneficia a la región entera”, dijo la vocera del Departamento de Estado, Heather Nauert, mientras el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, emitía un mensaje anunciando la Declaración. En la Declaración, EU se compromete a invertir hasta 5 mil 800 millones de dólares en proyectos en Centroamérica, de los cuales 3 mil 300 ya están siendo aplicados Además, invertirían hasta 4 mil 800 millones de dólares, de los cuales 2 mil millones ya están siendo aplicados en el sur de México.
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