Terror y bioética en el mismo experimento
Cine viernes 21, Ene 2011Vértebras del cine
Luis Diego Hernández Romero
Durante los últimos años, los beneficios de los avances de la biotecnología han recorrido el mundo, desatando también disputas y temores por los nuevos horizontes de la genética. No solo el descontento por parte de algunos grupos ideológicos, sino también, reflexiones a nivel filosófico ante la posibilidad de la clonación humana.
Sobre estos asuntos, Vincenzo Natali dirige Splice, una perturbadora cinta de ficción fundamentada en la creación de la vida a través de la genética. Clive (Adrien Brody) y Elsa (Sarah Polley) son una pareja de científicos enfocados a la producción de una nueva proteína que pueda servir a la cura de enfermedades mortales.
Aunque para ello han utilizado ADN de distintas especies animales, deciden llevar sus experimentos a un nivel superior, al introducir en los engendros el código genético humano. El resultado es un desastroso híbrido con cualidades humanas, incluyendo sus virtudes y sus males.
Natali juega dentro de un mundo fantástico, como suele hacerlo en sus películas (El Cubo, por ejemplo), con la finalidad particular de criticar el comportamiento humano; el empleo del género de ciencia ficción cumple con un propósito sólido, distinto al entretenimiento puro e invitando a la reflexión.
En el caso de El Cubo, se trata de las reacciones que llegan a tener los individuos al encontrarse encerradas en una habitación sin salida. Con Splice, aborda una cantidad de temas que florecen ante la idea de la crianza de una especie totalmente nueva, por parte de sus creadores, como si de un hijo se tratase.
Sobre la mesa caen las cartas del deseo por ser madre, y más que eso, por ser mejor madre que la propia. Los freudianos podrán debatir respecto a los complejos que la criatura va desarrollando conforme crece, mientras que los límites de la ética se pierden ante la imagen de un experimento que es capaz de tener emociones y deseos.
La interpretación de los protagonistas comienza a sentirse inverosímil por la intensa carga psicológica que hay detrás de ellos, sin embargo, conforme avanza la trama, se van descifrando las causas de dicha tensión, y al mismo tiempo entenderemos cómo el engendro, el hijo, se convierte en una forma de desahogo de traumas.
A pesar de que el filme llega a un clímax muy denso, se resbala en un desenlace poco temerario, que le resta muchos puntos a la carga reflexiva que había conseguido en sus primeros tres cuartos de tiempo, quizá para facilitar la aceptación en el público. No por ello, nos hace olvidar unas cuantas escenas incómodas, tanto a nivel moral, psicológico y físico; visceral.
Sin duda alguna, la película cae en el linaje de Frankenstein de Mary Shelley. La conocida historia del hombre que quiso ser dios, y la creación que aspiraba ser hombre. Si Natali estaba dispuesto a causar reacciones, con esta cinta lo logra, aunque con ello, puede que ahuyente a una gran parte de espectadores.
Cuadro por cuadro
Catherine Hardwicke, directora de Crepúsculo, prepara una adaptación de la clásica historia de Caperucita Roja, protagonizada por Amanda Seyfried y Gary Oldman, entre otros. Podemos esperar una historia de fantasía, adaptada para el goce del público juvenil. *** Después de que Will Smith aseguró el futuro de su hijo con la realización del remake de Karate Kid. Ahora es turno para su hija, Willow Smith, con la que planea realizar una adaptación de Annie (Anita la Huerfanita).