Corrupción del pasado
Freddy Sánchez jueves 6, Dic 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
“La Cuarta Transformación” como “Esperanza de México”, que ciertamente se traduzca en el abatimiento de la corrupción, la impunidad y la inseguridad para el bien colectivo, dejando plena constancia de una “austeridad republicana” con tintes de “pobreza franciscana”, requerirá de una auténtica “honestidad valiente”.
De tal suerte que el inexorable “tic…tac” del reloj sexenal comenzó a hacer vibrar los corazones de los que creen y los que se resisten a creer en “tanta belleza” de la propaganda política de Andrés Manuel.
Y ante lo que se piensa, se quiere o se avizora, justo es decir que el régimen en curso tiene ante sí grandes retos por afrontar.
Mucho más difíciles que los que afrontaron los gobiernos que precedieron al presente.
La dimensión de los males que agobian a este país, es inmensa. Tan enrome que no han faltado las voces pro gubernamentales que hacen ver la imposibilidad de acabar en un solo sexenio con cada uno de los lastres heredados del pasado.
La corrupción, inseguridad e impunidad, francamente emparentadas, se han enraizado tan hondamente en la sociedad, que incluso cuesta trabajo definir por dónde comenzar a combatirlas.
Es de entender pues, que en el corto plazo, (no más allá del trienio sexenal), e inclusive al término del mandato de Andrés Manuel, dentro de seis años, será imposible erradicar lo que ha dañado hasta la médula al cuerpo social en nuestro país.
Y por la misma razón, sería absurdo exigir que en un solo sexenio, se limpie la podredumbre de varias administraciones sexenales.
Claro que, por otro lado, comprobar que nada ha cambiado y todo sigue igual, en materia de inseguridad, corrupción e impunidad, lógicamente contribuiría a una sensible baja en la aceptación popular del régimen en turno, porque la paciencia social que antaño duraba varios sexenios, viendo pasar gobiernos ineficientes, con políticos demagogos y tecnócratas insensibles, actualmente funciona de otra manera. Dura muy poco y no perdona falsas expectativas de mejoramiento colectivo.
Eso quedó más que claro con doce años de panismo y únicamente seis de priísmo, tras cuyo respectivo curso en el poder presidencial más reciente, los electores en México los echaron a la calle descalificando su desempeño y pensando en un cambio radical.
Lo que sucedió al haberse prácticamente “borrado” del escenario político al PRI y al PAN, haciendo crecer casi de la nada a un partido minoritario, que de la noche a la mañana, (en un solo día), se convirtió en un súper poder con influencias no sólo en la presidencia, sino en las cámaras legislativas federales y en muchos congresos locales de México.
Perdido el miedo a votar por una nueva opción, los que se ufanen de su mandato popular, no pueden estar seguros de que contarán con el respaldo ciudadano más de un sexenio, si no se ganan el derecho a seguir vigentes.
Y ese sentido, justamente para “Morena”, el nuevo partido en el poder, por la propia voluntad de Andrés Manuel, el reto para seguir contando con la confianza social será mucho más grande que para otros partidos.
Un ejemplo basta para demostrarlo.
Si realmente será la corrupción de este sexenio la única que se persiga, dos cosas pueden suceder: que se fracase en el intento y el descrédito institucional sea mayúsculo o bien que si los resultados fueran positivos poniendo tras las rejas a muchos corruptos, inevitablemente se dirá que la corrupción descubierta y perseguida fue nada más y nada menos que la de los incondicionales y amigos de Andrés Manuel y sus colaboradores de confianza.
De ahí la importancia de no otorgar perdones a los políticos y funcionarios que hayan incurrido en actos deshonestos en administraciones anteriores porque no es justo ni sería inteligente ignorar lo que tiempo atrás alentó el abuso del poder, la delincuencia y la impunidad, a causa de la corrupción del pasado.