Prepotencia legislativa
Freddy Sánchez jueves 29, Nov 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Gústele a quien le guste o moléstele al que le moleste…
Para asuntos menores o mayores, será una la voz “cantante” en el Congreso. Lo demás que se oiga, será la estridencia de los exabruptos y “los chillidos” de la oposición partidista.
Eso sucedió con la reforma legal para anulación del fuero, que con muchas reservas y todo, pero en lo general se aprobó y no irá a parar a “la congeladora” como sucede con tantas propuestas de ley, “desautorizadas” de ante mano por el priísmo o el panismo.
Y es que las cosas cambiaron en materia legislativa. PRI y PAN son minoría frente al nuevo superpoder de Morena, que casi en todo impondrá su mayoría para decidir qué hacer o no hacer en relación con reformas legales y la producción de nuevas leyes, salvo en la aplicación de uno que otro ajuste a los proyectos originales, tratando de complacer a los opositores.
Salta a la vista pues, que los grandes actores legislativos del nuevo sexenio, (al menos en los tres primeros años en la Cámara baja y los próximos seis años en el Senado), inequívocamente serán los diputados y senadores, con el distintivo de correligionarios y leales colaboradores de Andrés Manuel.
De tal suerte que Morena (como una auténtica aplanadora), podrá pasar por encima de sus opositores legislativos, prácticamente en cuanto asunto mejor le parezca, obviamente con algunas limitantes, como sucedió con lo del fuero.
Esto se debe a que a diferencia de sexenios anteriores, la mayoría suficiente de electores dejó atrás la voluntad colectiva de imponer “candados” a la actuación presidencial, puesto que, virtualmente, todo el poder y toda la confianza se depositó en una sola fuerza política partidista.
En tales circunstancias, entonces, Morena no tiene contrapeso que le impida actuar legislativamente en todo cuanto quiera. Lo cual implica una gran ventaja para el gobierno de Andrés Manuel. Nada que ver con lo que dijera el ex presidente Fox, respecto a que el gobierno propone y el Legislativo dispone.
Más bien podría suceder lo que era la costumbre en el porfiriato, en que el gobierno mandaba, el Legislativo obedecía y la gente aplaudía.
Con treinta millones de votos a su favor, más los que se sumaron después de las elecciones, la aprobación de lo que se legisle en apoyo al gobierno federal, seguramente contará con el respaldo garantizado de una importante mayoría nacional.
Claro que tal cosa podría ir de más a menos en el curso del régimen en turno.
Eso dependerá del buen uso del Poder Legislativo, por parte de Morena, en aras de apuntalar y vigorizar las acciones institucionales con la finalidad de resolver los problemas que más agravian a la sociedad mexicana.
En la medida en que lo que se legisle tenga como repercusión un descenso en la proliferación delictiva, logrando que las grandes organizaciones criminales se replieguen al ver disminuidos sus grandes recursos financieros, además de que diversos delitos se dejen de cometer y en realidad se sienta el poder del nuevo gobierno como restaurador de la paz social y la seguridad nacional, obviamente, la gente apoyará los quehaceres legislativos.
Y si aparte se actúa realmente contra la corrupción y la impunidad, favoreciendo de manera paralela un mejoramiento en las condiciones económicas de la colectividad, los aliados legislativos y mandos operativos institucionales de Andrés Manuel, tendrán para rato en la permanencia de cargos camarales y administrativos.
El pueblo demandará que continúen en el poder, si satisfacen las grandes expectativas nacionales.
En caso contrario, la insatisfacción popular pronto estaría reaccionado en contra de lo que un número creciente de la sociedad podría llegar a calificar de las barrabasadas de Morena derivadas de sus fallas en la administración pública federal y una lamentable prepotencia legislativa.