Guerrero bronco
Ramón Zurita Sahagún miércoles 19, Ene 2011De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Con un alto grado de incertidumbre y temor, más de 2 millones de electores tienen derecho de acudir a las urnas el domingo 30 de enero en el estado de Guerrero.
La contienda se espera sea sumamente cerrada entre los candidatos que presentan el PRD (en alianza con PT y Convergencia) y el PRI (en coalición con el Verde y Nueva Alianza), en tanto que el tercer aspirante, el del PAN, participa sin posibilidades de triunfo.
Pero lo más notorio de esa elección no es ni la participación ciudadana, ni el resultado que pueda darse, sino el grado de violencia en que se desenvuelve la entidad.
Amenazas de todo tipo, agresiones verbales y físicas, presencia de grupos delincuenciales y un permanente baño de sangre son los signos de una contienda se espera arroje resultados sumamente cerrados.
Guerrero es un estado identificado desde siempre como bronco y violento, con una dosis adicional de violencia en la actualidad, donde se escenificó el primer baño de sangre del año, con la ejecución de 25 personas en una sola jornada y en un mismo municipio.
Este, sin embargo, no es un evento aislado, ya que la en la entidad se han producido víctimas de todo tipo que van desde la ejecución de políticos, periodistas, pasando por ciudadanos comunes y niños que han caído en los enfrentamientos que con gran frecuencia se dan entre bandas rivales o entre éstos y las fuerzas militares o de seguridad pública.
Hay quienes ven en Guerrero un laboratorio de lo que puede ocurrir en lo que resta del año en que se celebrarán eventos similares (elecciones estatales) en Baja California Sur, Estado de México, Nayarit, Coahuila y Michoacán o anticipo de cómo habrán de desarrollarse los comicios presidenciales de un año después.
Y es que en los tiempos recientes ninguna entidad puede sustraerse de hechos violentos o de la presencia de los grupos considerados dentro del crimen organizado.
Sin embargo, en el caso preciso de Guerrero, habría que seguir de cerca el desaliento que sufra la población para acudir a las urnas, ante el temor de que la violencia se desencadene antes y durante el proceso que culminará con la elección del nuevo gobernador.
Es cierto que Guerrero puede ser clasificado dentro de los estados que presentaban un cuadro de violencia cotidiano, antes de la declaración de guerra del presidente Calderón a los miembros del llamado crimen organizado, pero también es cierto que la violencia y el baño de sangre en esa entidad rebasan por mucho situaciones del pasado.
Por lo que se refiere a lo electoral, en Guerrero compiten por el gobierno estatales dos fuerzas sumamente parejas, en todos los sentidos, ya que ambas representan interese similares.
De un lado el candidato que presenta la izquierda, Ángel Heladio Aguirre Rivero, es un ex gobernador (mantuvo un interinato de cuatro años) que militó por 30 años en el PRI y que renunció a ese partido cuando no fue postulado para el mismo cargo, y por el otro, Manuel Añorve Baños, el que recibió en bandeja de oro la nominación que obligo a su antes correligionario a abandonar la nave tricolor.
Los dos candidatos importantes se conocen bien, ya que provienen del mismo municipio, pero además pertenecen a la misma familia y trabajaron juntos durante varios años.
Aguirre Rivero es el principal promotor de la carrera política de Añorve Baños, al que llevó de la mano a la secretaría estatal de Finanzas y a su primera aventura como alcalde de Acapulco.
Los dos fueron beneficiarios de la caída de Rubén Figueroa Alcocer, ya que lograron sendos interinatos, Aguirre como gobernador y Añorve como alcalde.
Tenían un propósito en común la conquista del poder en Guerrero, lo que ahora buscan en forma individual y cada quien siguiendo la ruta trazada por sus promotores.
De ganar Aguirre Rivero, el PRD se estaría haciendo del gobierno estatal por segunda ocasión consecutiva, aunque sería también la segunda ocasión en que tienen que recurrir a un candidato ajeno para dicha conquista.
Siendo Guerrero una entidad en la que se han presentado brotes guerrilleros y condiciones naturales para la propagación de la ideología de izquierda y donde existen personajes de esa tendencia de gran reconocimiento, resulta sorprendente que ninguno de ellos sea elegido para competir con los blasones de la izquierda y se recurra a políticos ajenos.
Tal fue el caso de Zeferino Torreblanca Galindo, un empresario identificado con la derecha que decidió jugar a la izquierda y convenció a los dirigentes de ese partido para que lo hicieran candidato a diferentes puestos en, cuando menos, cuatro ocasiones.
El desastre en que tiene convertido el estado sería una razón lógica para que el ciudadano común votara en contra de los candidatos de ese partido, aunque la fuerza de la izquierda es tal que puede ganar, con otro candidato ajeno a esas fuerzas.
Para los priístas, el triunfo de Añorve Baños, sería un sueño concretado al iniciar el año con un triunfo en una entidad en la que triunfaron en los pasados comicios locales por la división entre los partidos de la izquierda.
Añorve vendió espejismos con un triunfo en el ayuntamiento de Acapulco, donde los partidos de izquierda unidos le habrían metido dos a uno, pero la fractura entre PRD y Convergencia partió en tres el voto ciudadano.
MOLINAR, DENUNCIADO
El diputado petista Mario di Constanzo cumplió su promesa de presentar una denuncia penal contra el ex secretario de Comunicaciones y Transportes, Juan Molinar Horcasitas, por presunto daño patrimonial.
Di Constanzo mantuvo una fuerte confrontación con el ex funcionario durante sus comparecencias ante legisladores, por las mismas razones por las que ahora lo denunció penalmente, entre los que se encuentran el incendio de la guardería ABC, el manejo del fondo de pensiones y otros asuntos más.