Empantanado
¬ Augusto Corro miércoles 19, Ene 2011Punto x Punto
Augusto Corro
El Partido de la Revolución Democrática (PRD) se encuentra sin salida, la falta de unidad le resta fuerzas para enfrentar a sus adversarios políticos en momentos álgidos en los que se define el camino hacia la sucesión presidencial del 2012.
Aunque la izquierda mexicana tiene a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y a Marcelo Ebrard Casaubón como los precandidatos punteros, todavía no hay nada escrito y los conflictos por alcanzar la primacía serán de escándalo.
Se podría decir que el PRD, el Partido del Trabajo (PT) y Convergencia integran la corriente del izquierdismo, aunque éste representa una singularidad que obedece más a intereses personales que a beneficios colectivos. Se trata pues, de la ambición por el poder, sin darle mayor vueltas al asunto.
Ante esa situación, los medios para conseguir la victoria partidista es lo que menos importa. Así lo demuestran las alianzas que le funcionaron al Partido Acción Nacional (PAN), Partido del Trabajo (PT) y Convergencia y al PRD en elecciones efectuadas en Oaxaca, Puebla y Sinaloa, principalmente.
Se hizo el milagro de juntar el agua con el aceite, sin tomar en cuenta que los perredistas y los panistas tienen diferentes ideologías y maneras de gobernar. Los experimentos –alianzas- sirvieron para acceder al poder y nada más. Los representantes populares que obtuvieron el triunfo tendrán que gobernar basados en una ideología mixta que difícilmente funcionará.
Así pues, la izquierda mexicana se convirtió en comparsa de la derecha que se encuentra en el poder. Los triunfos de las alianzas les dieron un poco de oxígeno al PRD y al PAN, que en las últimas elecciones fueron derrotados por el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Los aliancistas se vieron motivados por sus victorias y pretenden continuar con sus tácticas. Nada más que cada entidad tiene sus características propias y no en todos los casos van a ganar. En el Estado de México la lucha es diferente. El propio PRD es el promotor principal de su derrota en las elecciones para gobernador, próximamente.
AMLO quiso madrugarle a sus adversarios políticos y adelantó el destape de la senadora Yeidckol Polevnsky y luego se vio obligado a replantear su acción, porque su cuate Alejandro Encinas, quien se hizo del rogar para aceptar la candidatura del ala del lopezobradorismo, decidió ir a la justa electoral, sin la monserga de alianzas o de uniones con el PAN. Según declaraciones de los políticos mencionados, su actitud es la de estar lo más lejos posible de los azules.
En esta parte de la historia, las cosas se complican para el presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRD, Jesús Ortega, el “Chucho” mayor, porque sus compromisos con el PAN eran los de ir en alianza en las elecciones del Estado de México. Y esta ala del perredismo, aunque es débil, cuenta con el apoyo del partido en el poder. El enfrentamiento entre Ortega y AMLO se agudizó y pronto sabremos los resultados.
Entonces, ante un PRI fuerte en el Estado de México, el PRD dividido no tendrá nada que hacer, a pesar de que AMLO resucitó a Joel Ortega y a Francisco Chiguil, (remember News Divine) para que le hagan el trabajo sucio en Ecatepec. El análisis objetivo vuelve a mostrarnos una izquierda mexicana sin esperanzas de actuar unida y con las derrotas a cuestas. Esto podría demostrarse en las próximas elecciones en Guerrero y Baja California Sur.
En Guerrero no se logró presentar un candidato perredista auténtico, a pesar de la fuerza que tiene el partido del sol azteca en aquella entidad y un arribista fue designado como el representante para competir como aspirante al gobierno estatal: Angel Heladio Aguirre, quien tuvo que renunciar al PRI para convertirse en abanderado perredista.
De esta manera, los priístas, Angel Heladio Aguirre y su primo Manuel Añorve, candidato oficial del tricolor, fingirán una lucha por el poder en la que ninguno de los dos será el perdedor, aunque la semilla de la disputa siembre más violencia entre los guerrerenses.
Y en Baja California Sur, la guerra entre los perredistas también le dará el triunfo al priísta Ricardo Barroso Agramont en las elecciones para gobernador. Deja sin oportunidad a su adversario político, Luis Armando Díaz, avalado por Marcelo Ebrard y los “Chuchos”.
Como señalamos al principio, ahora el tiempo es importante porque los partidos buscan organizarse, para llegar fortalecidos a la lucha más importante, como lo es la sucesión presidencial. Y esto no ocurre en el PRD.
El propio líder moral perredista, Cuauhtémoc Cárdenas, así lo considera y no contempla la posibilidad de la unidad en el partido del que fue uno de sus fundadores. En una entrevista con el hijo del ilustre Lázaro Cárdenas del Río, con su estilo parco, manifestó que “ni los milagros de cualquier santo podrían conciliar los intereses en el interior del PRD”.
El periodista le preguntó: “¿Cómo ve al PRD hoy?”. Contestó: “Dividido y no veo que se subsane o se supere. No está haciendo trabajo de organización con la intensidad necesaria para superar los malos resultados electorales del 2009, no hay un trabajo para reconstruir y fortalecer las bases territoriales, donde debería haber trabajo sólido; no veo tampoco una propuesta hacia la ciudadanía, la gente sólo ve discusiones, pleitos, descalificaciones de los compañeros de la dirección o hacia la dirección”.
En otra pregunta, Cárdenas Solórzano manifestó: “Estoy preocupado porque veo al partido dividido y en una situación de estancamiento y empantanamiento, condición de la que no parece poder salir”.
Dijo que en el caso de las alianzas no hay congruencia y calificó de contradictorio ir con el PAN.
El panorama para el PRD no es halagador. Sus pugnas internas por los intereses personales fueron más importantes que la doctrina política. El próximo marzo tendrá que renovarse al CEN del PRD y se multiplican los pronunciamientos de las tribus a favor de Lázaro Cárdenas Batel para que lidere al partido, pues según se dice, su presencia en ese cargo ayudaría a la unidad perredista, pero las declaraciones de su padre –Cuauhtémoc- no auguran nada bueno para el perredismo, obviamente; y sin lugar a dudas, el junior lo tendrá que pensar varias veces antes de aceptar la dirigencia, pues seguramente no desearía terminar con su partido en la misma tumba.