Bienes de la corrupción
Freddy Sánchez martes 27, Nov 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
La magia de los poderosos al servicio de la mafia del poder.
Una constante en la historia de la praxis de la política desde remotos y medianos tiempos hasta nuestros días.
Se “corta la cabeza” de unos cuantos para limpiar de la deshonra a los practicantes en turno de la política.
Una costumbre arraigada entre los políticos mexicanos.
Treinta años de tecnocracia en el país, (aparentemente viviendo en el ocaso de su efervescencia), no vinieron a innovar nada.
Casi todo fue un vulgar remedo de los sesenta años de priísmo político.
De la Madrid, el primer tecnócrata, (en relevo de los políticos), implantó lo que llamó la “Renovación Moral de la Sociedad”, limitándose prácticamente a llevar a la cárcel al ex director de Pemex, Díaz Serrano y al ex director de Policía y Tránsito, Arturo Durazo.
Salinas dio inicio a su administración con la impactante aprehensión de “La Quina”, (connotado y aguerrido líder sindical petrolero), y Zedillo se dio el lujo de encarcelar al hermano carnal de su antecesor, Raúl, consanguíneo de Carlos.
Fox, en su turno de gobernar, (tras el sonoro retiro del PRI de Los Pinos), intentó algo espectacular, pero todo quedó en el fiasco del Pemex Gate.
Calderón se ocupó más bien de su encarnizada guerra contra los narcotraficantes con varios cabecillas del narco muertos o en prisión.
Y por lo que se refiere al actual sexenio, aparte de seguir en auge las matanzas entre delincuentes y fuerzas del orden, se quiso y logró regresar al viejo estilo de ajustar cuentas contra algunos políticos corruptos, primordialmente del PRI y el PAN.
Con el ex gobernador de Veracruz, el señor Duarte, como caso emblemático, indudablemente.
Pero, más que un acto de justicia y de escarmiento para la corrupción de los políticos, esta detención con el decomiso de bienes mal habidos y un encierro relativamente corto, (en apariencia pactado con el indiciado, tal parece que todo fue una pantomima circense entre políticos corruptos.
Eso que Andrés Manuel prometió que no sucederá durante su gobierno, porque, según dio a entender, no se procederá a detener a unos cuantos políticos imitando las usanzas de otros tiempos para aparentar firmeza contra la corrupción.
Y qué bueno que en el sexenio por comenzar, realmente se deseche toda farsa que no se proponga acciones institucionales en verdad implacables e inflexibles contra los políticos, empresarios y delincuentes sinvergüenzas.
Más que inadmisible y repudiable sería que lo del señor Duarte se quisiera, cínicamente, repetir y multiplicar en la lucha contra los corruptos, tanto del pasado como los del futuro ciclo sexenal.
Y para evitarlo, bien podría adoptarse la política que se aplicó al señor Duarte, pero bajo condiciones completamente distintas.
Es decir que si se ha de llegar a alguna clase de acuerdo con presuntos malhechores de la política y los negocios, a fin de que no pisen la cárcel o sólo compurguen condenas menores, antes de eso, se debe imponerles la devolución al erario público de cuando menos el ochenta por ciento de lo que hayan obtenido de manera ilícita, renunciando a cualquier alegato judicial posterior, prendiendo recuperar bienes decomisados.
Porque eso de que como a Duarte se le castigue tan benignamente, con la expropiación de cuarenta y una propiedades, siendo que, supuestamente, “se robó” sesenta mil millones de pesos, es un insulto a la nación forjado por la trama corrupta de políticos corruptos, obviamente, interesados en seguir alentando nuevas conductas inmorales y como tantas otras veces en el pasado la impune acumulación de los bienes de la corrupción.