Exterminio… en la mira de la Coordinación de la Memoria Histórica
Francisco Rodríguez jueves 22, Nov 2018Índice político
Francisco Rodríguez
Está a punto de caer la noche sobre uno de los aspectos medievales de nuestra convivencia. El exterminio de los diferentes en base al espionaje, rumores y dedeos; el asesinato basado en la conjura de unos cuantos debe ceder el paso al verdadero juicio público sobre los causantes de esta desgracia nacional. Ya es tiempo.
Un dizque gobierno como el mexiquita, cerrado a la crítica, dispuesto a toda posibilidad de exterminio de los discrepantes, asesino de inconformes, ciudadanos, periodistas, defensores de derechos humanos, observadores… o hasta ex sicarios que podían comprometerlo, está de salida, afortunadamente.
Todos estuvimos en su lista, pues el gobierno aceptó espiar para criminalizar. Se complicitó con los grupos de la delincuencia organizada para eliminar al que lo increpara, a cualquiera que lo acusara de ignorante o corrupto. Respaldado por un Congreso de cuartilla que fue incapaz para procesar cualquier acto de espionaje. Todo un caso de deshonra pública.
Los boletines oficiales que durante seis años reseñaron la acción de los organismos policíacos, de la Comisión Nacional de Seguridad para abajo, para cercar y abatir a los trasegadores, fueron una mentira maquillada. Contribuyeron a justificar el trabajo sucio de los sicarios a su servicio, más sanguinarios que muchos delincuentes dizque perseguidos por ellos.
Todo el aparato de seguridad nacional recibió las instrucciones hasta para ir al baño de los jefes gabachos del narcotráfico, los agentes de sus instalaciones asignados en el país y los amos yanquis, controladores de los capos, en estricto sentido, sus caporales en el rancho grande. Ensangrentaron al país.
Muchos miles de millones del presupuesto nacional, asignado a las pomposas oficinas de inteligencia, se gastaron en importar armamentos obsoletos con moches por adelantado, mantener orejas y matones y perseguirnos al 99% de mexicanos que nunca estuvimos en el nicho de protegidos y favoritos del régimen.
Después del reportaje del The New York Times del año antepasado, que descubrió la red de coyotes mexiquitas atrás de la compra del equipo israelí Pegasus, grabando imágenes y audios de inconformes, fueron para “combatir al crimen organizado”, cubriendo las espaldas de la pandilla de Los Pinos, cayó la cortina de humo.
“Preocupantes”, dijeron en todos los tonos los observadores más acreditados desde el exterior, los fenómenos de corrupción, impunidad, espionaje y sometimiento al narcotráfico y al crimen organizado. “Complicitados, el conservadurismo feroz y los criminales de baja estofa”, añadieron.
Para los observadores internos e internacionales, la sociedad cumplió un papel catatónico, testimonial. Los desatados funcionarios tomaban decisiones a su antojo y medida, sin obedecer un solo parámetro legal que se respetara. Todo a la deriva, argumentaron: el país esperando que lo engulleran, que lo masacraran, que lo avergonzaran.
Funcionarios de seguridad, respaldados por plumas y loros radioeléctricos a modo, se atrevieron a decir durante seis largos años que se usaba la fuerza bruta para hacer avanzar la democracia y la libertad, como única garantía de estabilidad en un mundo que debía apoyarse en la barbarie de los sistemas dizque políticos. Peña Nieto, llegó a expresar ante las críticas sobre la compra del aparato de espionaje: “cierto; a veces yo mismo me siento espiado”. Lo decía el mismo, que según la Comisión Económica para América Latina había impulsado la más injusta distribución hemisférica del ingreso.
Todo el aparato gubernamental de seguridad, al servicio de las órdenes de los Estados Unidos, sin saber que allá los tenían “clavados”. Confesaba públicamente sus arrojos de espía Peña Nieto, el que había provocado que 200 mil personas con acciones en la Bolsa de Valores acaparasen el cincuenta por ciento de la riqueza nacional.
Pero como hasta para espiar y exterminar fueron incapaces, las investigaciones ciudadanas llevaron a descubrir el secreto: el grupo de interés que rodeaba a Emilio Gamboa Patrón estaba metido hasta el cogote en el espionaje.
Uno de sus lavadores y mendicantes de dinero, Rodrigo Ruiz de Teresa, era el vendedor del equipo de espionaje Pegasus, el sujeto resultó ser hijo de Guillermo Ruiz de Teresa, el mismo que había recibido de Emilio Gamboa Patrón el regalo de la Coordinación General de Puertos y Marina Mercante de la SCT, hoy a cargo de la Armada de México.
El círculo se cerraba en torno de Genaro Borrego, sucesor de Gamboa en el IMSS y alto ejecutivo, paniaguado de El Diablo Fernández, dueño de la embotelladora regiomontana Femsa y de la cadena Oxxo. Una auténtica pandilla al servicio de la claque mayor, la llegada de Atlacomulco.
El espionaje político para acabar con la oposición y con los adversarios constituyó una de las etapas más negras del pripanismo en el poder usurpado. El espionaje fue la antesala de las soluciones finales del sistema, aplicadas a todo aquel que osara llevarles la contra.
La inviabilidad estructural del famoso Sistema Nacional Anticorrupción y el feroz encubrimiento de simuladores de derechos humanos fueron la misma moneda. Así como el empantanamiento en el que se sumieron las investigaciones sobre los crímenes de Estado. El proceso de Brooklyn así lo atestigua. Se viene la tormenta.
Los casos de las ejecuciones extrajudiciales de Tlatlaya, la masacre y desaparición de cadáveres en Ayotzinapa, la liquidación de los narcos que no derramaron la copa en Tanhuato, las matanzas de Apatzingán, las ejecuciones de marinos y civiles en las trampas policíacas de Reynosa…
… la complicidad entre trasegadores y autoridades para hacer naufragar la Ley General sobre Desapariciones Forzadas y todos los delitos de lesa humanidad cometidos durante este sexenio deberán ser expuestos y llevados al juicio público por la Coordinación de la Memoria Histórica, recién constituida en este país.
México debe dejar de ser el escenario de jueguitos de espías rancheros con espuelas prestadas por los gabachos, para recuperar parte de la dignidad perdida. El Estado social y democrático de Derecho debe hacer a un lado todas las vergüenzas que nos han postergado ante la comunidad internacional.
Imponer la justicia a secas. Contra los violadores de la privacidad, del decoro y de la dignidad. La base serán las indagatorias que ponga en el espectro público la Comisión, para hacer que se respete la ley, esa extraña enemiga de los traidores a la patria.
México ha llegado a la mayoría de edad. Está obligado a poner la plana en esta nueva etapa continental.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: La tenacidad periodística de Carmen Aristegui consiguió, ayer, que el Presidente electo matizara su “perdón a los corruptos”. La nota al respecto aparece en el portal AristeguiNoticias que le transcribo en su parte medular, conservando los subrayados de la redacción original: “Andrés Manuel López Obrador afirmó que su gobierno hará una consulta para decidir si se debe juzgar a los ex presidentes de México, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. En entrevista para #AristeguiEnvivo señaló que en México han habido mucho abusos y latrocinios y la corrupción está presente en todos los sectores. ‘Hay políticos vendiendo medicinas, por eso no hay medicinas en los hospitales; en las cárceles, y las policías, todo está podrido… No nos alcanzarían las cárceles y los juzgados’, dijo. Comentó que si se abren expedientes contra los corruptos se tendría que comenzar por ‘los de arriba’ pero no sería conveniente porque significaría ‘conspirar contra la estabilidad política del país’. ‘Desatamos (a los demonios), nos empantanamos, se suelta la confrontación entre los mexicanos, porque tendríamos que enjuiciar a Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto, y habría demasiado escándalo, y no podría hacer lo que quiero hacer para acabar con la corrupción”, sostuvo. En este sentido, consideró que lo mejor será poner un ‘punto final’ e iniciar una nueva etapa, en la que se modifiquen las leyes para que la corrupción sea considerada un delito grave. ‘Hacia adelante cero corrupción y cero impunidad’, puntualizó. Recordó que durante su campaña nunca ofreció encarcelar a los políticos por actos de corrupción, ya que eso generaría un conflicto peor que en Brasil. ‘Le haríamos más daño al país que beneficios si desatamos una cacería de corruptos. Me interesa un cambio de régimen. Lo que ya está en curso continúa porque no soy absoluto, yo no soy dictador, pero como titular del Ejecutivo no voy a perseguir a nadie, no es mi fuerte la venganza, quiero justicia no venganza’, afirmó. Sin embargo, al ser cuestionado si aceptaría realizar una consulta legal organizada por el Instituto Nacional Electoral para decidir si se juzga o no a los ex presidentes, López Obrador dijo que sí y la pregunta que los ciudadanos tendrían que contestar sería: ‘¿Crees que Andrés Manuel, presidente de México, debe de promover que se juzgue para que haya justicia, y no sólo se persiga a chivos expiatorios, y se revisen las responsabilidades en delitos de corrupción y otros a Carlos Salinas, a Zedillo, a Fox, a Calderón y a Peña Nieto?’”. La respuesta, claro, es sí. Afirmativa.
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