Estafadores fiscales
Freddy Sánchez jueves 22, Nov 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Después del ruido se hizo el silencio.
Como si en la profundidad de un sepulcro se quisiera enterrar el escándalo de la evasión fiscal de una pléyade de grandes magnates de los negocios en México.
Auténticos malandrines de cuello blanco que “escondieron” millonarios ingresos económicos personales para no pagarle impuestos a la hacienda pública por una tercera parte de las cantidades que omitieron en sus declaraciones fiscales.
Toda suerte de simulaciones jurídicas, por medio de empresas “fantasma” permitieron a los evasores del fisco “hacer humo” más de cien mil millones de pesos, que debieron haberse pagado por concepto del impuesto sobre la renta.
Cosa que no sucedió en virtud a la rapaz conducta de empresarios sinvergüenzas.
La mayoría de quienes, pese a estar plenamente identificados, siguen gozando de impunidad, a la espera de que atiendan la amable invitación de las autoridades tributarias para ponerse al corriente de sus adeudos fiscales.
O sea que tras haber incurrido en el descaro de robarle dinero al erario público, se les ha dado la gracia de esperar a que recapaciten y paguen lo que deben.
Lo que no es seguro que todos hagan y menos con inmediatez.
Porque no se trata de adeudos menores, sino de grandes deudas con el fisco.
Un solo ejemplo: uno de los deudores voluntariamente entregó más de ciento veinte millones de pesos, a fin de cubrir lo que dolosamente había dejado de pagar.
Según informes de fuentes cercanas a las autoridades fiscales, el evasor mencionado había omitido declarar un ingreso de aproximadamente trecientos sesenta millones de pesos.
Cabe decir entonces que el aludido, un gran empresario obviamente, tuvo ingresos personales infinitamente más altos.
Lo que quiere decir que entre los ricos hombres de negocios, que recurren a una y mil patrañas para reducir al mínimo sus contribuciones con el fisco, la calidad moral es una divisa que vale menos que un sorbete, si es que algo vale entre ellos.
Acumular riqueza personal con deleznable avaricia, es su afición predilecta.
Y es que empresarios de la sucia calaña como el señalado anteriormente, suman varios centenares, cada cual con el mismo prurito de no querer pagar impuestos o sólo acceder a pagar mendrugos a la hacienda pública.
Razón más que de sobra para obligarlos a devolver lo que le adeudan al fisco, y de paso hacerlos cubrir una penalización económica por su concertada acción defraudatoria.
Lo cual sería lamentable que por el cambio de gobierno el primero de diciembre quedara en el olvido, si no es que de todos modos los tramposos empresarios estuvieran a la espera de que se les cobre mucho menos de lo que deben pagar por haber incurrido en irregularidades al manipular sus declaraciones con la evidente intención de no pagar impuestos conforme a sus verdaderos ingresos.
Una desfachatez que “no tiene nombre” si consideramos que las patrañas de los evasores del fisco aludidos, fueron orquestadas como un auténtico fraude a la hacienda pública, que como todo lo indica se planeó y ejecutó con alevosía y ventaja como los crímenes más reprobables.
De modo que si no es en éste, que sea en el gobierno de Andrés Manuel en el que se diga quiénes son exactamente los defraudadores y se ponga un buen escarmiento a los potentados empresariales convertidos en repugnantes estafadores fiscales.