Ni viejo ni cansado; AMLO ya tiene las riendas del país
Francisco Rodríguez martes 13, Nov 2018Índice político
Francisco Rodríguez
Cuando el diputado Mariano Piña Olaya debutó en la tribuna de la LII Legislatura para defender una iniciativa judicial así de chiquita, engoló la voz y con un puro del doce y sus finos lentes de carey empezó a soltar una catarata de silogismos que en cada párrafo contenían insufribles advocaciones a la Revolución, la Constitución y las Instituciones.
Era francamente insoportable su pose, sus ademanes y su impostura cuasi republicana, un monumento al humor involuntario y una falta de respeto al auditorio cameral que esperaba aprobar de trámite un legajo presidencial de ocurrencias y disparates inconsultos contenidos en dos cuartillas.
Parecía que se había posesionado de su personita el masiosare más atrevido, el espíritu inverecundo de sus ancestros priístas y huizacheros, hasta que los diputados del Partido Socialista Unificado de México no pudieron soportar, se levantaron en vilo de sus curules y gritaron: “¡Piedad, señor presidente, calle a ese impertinente!”.
Pero Mariano, de Puebla, fue premiado con los grandes méritos de tribuno, subió a los altares priístas, fue encasquetado gobernador… y así le fue a su estado. Es el creador de personajes como el acusado de pederasta Mario Marín, el de las botellitas de cognac para Emilio Gamboa Patrón; de Salomón Rosas, el atracador cónsul en San Pedrito, California y una larga lista de indeseables.
Era el lenguaje priísta, una mezcla de párrafos del vate López Méndez, el lenguaje reducido de los ideólogos tipo Miguel Osorio Marbán y los gestos estudiados hasta la náusea de López Mateos. No servía absolutamente para nada, pero era el testimonio de la obediencia y de la genuflexión hacia quien mandaba en Los Pinos, con igual parafernalia discursiva.
Una lengua dizque política que nunca pasó la menor prueba de la semántica, de la objetividad y de la realidad. Pero así eran y son ellos, un grupo de gesticuladores de la peor ralea que jamás inventaron una sola idea, un solo concepto, sólo los copiaban de sus antecesores porque según ellos así debía ser.
El pueblo aguantaba todo, aseguraban. Desfilaron ante él por décadas una caterva de farsantes, practicantes del fuero, atrabiliarios e ignorantes a más no poder. Por ellos no pasaban los acontecimientos, los años, el mundo. Acá en el rancho grande eran los dueños del micrófono, los propietarios de las angustias.
Entre los miembros de la tolucopachucracia esa forma de ser, de hablar y de impostar es la razón de su existencia. Nadie como Enrique Peña Nieto para regar el tepache en tribuna y en cualquier evento. Es el amo de la insensatez y de la vacuidad. Es también el mejor ejemplo de un candidato al patíbulo.
”Ya se va la clave azul, se va el sol de Marabú, ya se va y no volverá, jamás, pero jamás la clave azul”, dice la canción de Agustín Lara y dice mucho. Parece que la melancolía se ha adueñado de los derrotados priístas y de sus elogiadores a modo de la prensa, escrita y radioeléctrica. Todos se hacen una en la añoranza del régimen desplazado.
Y no es para menos. Nadie quisiera que ya se fueran, desde los privilegiados con el absurdo régimen de privilegios, prebendas y concesiones que los hicieron multimillonarios en dólares, y mucho menos lo quisieran quienes verdaderamente han mandado, que no son los presidentes, sino los titiriteros del back stage.
La melancolía inunda los espacios y las páginas vendidas. Todos hablan de tormenta popular, tienen miedo al fracaso y al éxito, temen por el derrumbe y gimotean por lo solito que se encuentra quien habrá de tomar las riendas del poder dentro de veinte días. En el fondo, ninguno de ellos quiere que llegue el día. Sus cabezas se sienten amenazadas.
Dicen que ya fracasó antes de asumir, afirmación que tampoco pasa la prueba del lenguaje. Que está cansado, mientras el Electo recorre todos los palmos del país, se amaciza día y noche en el poder, amalgama las mayorías en el Congreso, las gubernaturas, el empresariado, las fuerzas armadas, la seguridad y forja un discurso popular que comunica directo con la gente.
¿Cómo puede estar viejo y cansado un hombre que cumple sus principales promesas de campaña, que detiene una ola de ataques financieros promovidos desde el exterior por BlackRock y ejecutan aquí sus prestanombres Salinas, Baillères y Quintana, entre muchos otros?
No puede estar cansado y solo un sujeto que impone la agenda de las noticias y de la discusión, que marca el ritmo al abdicante gobierno atlacomulca, que saca a flote un presupuesto equilibrado, que emprende grandes obras y proyectos de infraestructura y desarrollo regional, desde antes de asumir formalmente el poder.
Los que están ya cansados, desconcertados y patidifusos son Salinas, Peñita y la claque de sesudos reventadores que los acompañan, que todavía no se explican cómo fue que el peso recuperó su valor, la Bolsa por ellos manipulada recuperó el nivel de sus indicadores, las mayores empresas del mundo insisten en su intención de invertir en México y para colmo, la mezcla de petróleo local es más que revaluada a precios de postín.
¿Dónde andará el golpe maquiavélico que añora el pitufo mayor, o menor según se quiera ver, de la pandilla de innombrables? El sueño guajiro de los entreguistas, la asonada de los enemigos de la patria, pendientes del juicio popular a sus atracos y abusos de todo jaez.
Un somero análisis de la situación política nacional nos arroja que los únicos sectores del espectro que el Electo no se ha decidido a abordar son tres: la Iglesia, el rompecabezas del campo y la pasta donde se mueven los líderes sindicales burocráticos, del charrismo y del huachicoleo obrero. Las demás riendas para gobernar el país las tiene el jinete de Tepetitán.
Que nadie coma ansias. La carrera no ha empezado. Sólo es el tiempo de las apuestas, y en estás muchos se van con el trapo de que ¡ay nanita!, los ministros de la Corta quieren seguir mamando y dando de topes. No es para tanto. Un manotazo basta.
Lo mismo hay quien apuesta por la permanencia eterna de Romero Deschamps y de Joel Ayala. No. Es demasiada manteca pa’ tan pocos huevos. Así no se hace ni se imagina un gran país como el que pese a ellos todavía tenemos. Falta ver la caída de las hojas. Primero la banda, después los bandos y tras los bandidos.
Si llegamos hasta aquí no hay razón alguna que nos impida continuar hasta dónde sea necesario. El problema del campo requiere una cirugía mayor y bien pensada para que no vuelvan a aparecerse estos vividores. Presupuestívoros, los llamó Palillo.
Vamos a la conquista de México, sin protocolos lingüísticos, imposturas ni farsantes.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Tomás Ruiz ha puesto a circular un audio en el que subraya y subraya con tono histérico que quienes van a tomar el poder dentro de 17 días no saben qué hacer. ¿Estará pidiendo chamba al banquero con quien dice haber desayunado y a quien sirve de corre-ve-y-dile? La trayectoria del tecnócrata no lo autoriza a ser vocero de nadie. Financiero de Javier Duarte, ex dirigente del desaparecido Panal, ex subsecretario de Ingresos de la SHCP y… colocador de “diablitos” para robarse la luz lo pintan más bien como un tipo con el que hay mantener distancia.
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