Nueva falacia sexenal
Freddy Sánchez martes 13, Nov 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Si las palabras tuvieran piernas y pies para correr o alas para volar estaríamos en lo más alto de una montaña o incluso en el cielo de la prosperidad nacional, después de tantos discursos políticos colmados de promesas de bienestar para el futuro del país.
Cosa que tristemente, no fue una auténtica verdad, sino más bien el reciclaje de las retóricas mentirosas de siempre.
Pero el deseo inmarcesible de que algún día alguien realmente cumpla a cabalidad sus ofrecimientos de hacer de nuestra patria una tierra de oportunidades de bienestar para todos, obliga a no perder la fe cada que se conforma un nuevo gobierno que promete cambios en favor de la colectividad.
La pregunta, naturalmente, en el caso de Andrés Manuel, que desde el primero de diciembre estará a cargo de la encomienda federal de hacer nuevo gobierno, es por dónde comenzar.
Qué actos de gobierno deben ser lo primeros, a efecto de materializar en realidades tangibles las ofertas de campaña en aras de pacificar al país, abatir la delincuencia, atacar con vehemencia y efectividad el setenta por ciento de las causas y el treinta por ciento de los efectos de la violencia delictiva.
Cómo pues hacer que empiece a funcionar “la varita mágica” de la que sería “La Cuarta Transformación”, prometida.
Lo que uno, lógicamente, entiende como la suma de actos gubernamentales encaminados a cambiar la faz del acontecer nacional con la firme voluntad de que el país se enfoque en una nueva dirección, en la que los ricos moderen sus apetencias de riqueza, mientras que los que menos tienen logren ver que el pan y la sal en sus mesas escasee menos y en general se puedan satisfacer sus mínimas aspiraciones de bienestar.
En ese tenor, es de esperarse que sin más demora el mismo primer mes de gobierno de Andrés Manuel, no sólo prosiga la oratoria que deleita el oído, sino que se den a conocer las acciones concretas que permitirán trasformar parte por parte este país, en todos los escenarios, actualmente insatisfactorios e inadmisibles para la mayoría.
Antes que nada y por encima de todo, lo que se refiere a detener la ola delictiva que como es obvio no será con cánticos a la pacificación ni una exhortación a una nueva conducta dispuesta a aceptar el orden y la no violencia, como se logrará que los delincuentes se replieguen y dejen de delinquir con violencia y desfachatez.
Y es que no puede ser con discursos como se pretenda apaciguar a la nación, siendo como es menester que se adopten medidas radicales para detener el crecimiento exponencial de los delitos con nuevas manifestaciones cada vez más inescrupulosas y letales.
La política de encarcelar y matar delincuentes de altos vuelos resultó absolutamente fallida en los tres últimos sexenios.
Por tal razón, obstinarse en seguir igual, no lograría sino una nueva era de tropiezos institucionales frente a las mafias del delito, que hasta ahora definitivamente siguen ganando sobradamente la lucha oficial torpemente planeada para contener a los grupos delictivos.
Así que acciones diferentes, es preciso que se pongan en práctica, puesto que de lo contrario la consumación de hechos delincuenciales continuarán masacrado impunemente el bienestar nacional, en la actualidad bajo la metralla incesante de extorsionadores, secuestradores, saqueadores, traficantes y demás escoria social que pulula por doquier ante la falta de mejores métodos oficiales para hacer que la delincuencia deje de ser un gran negocio.
Quizás el mejor de todos, razón por la cual, quienes se benefician de la delincuencia organizada, no cederán fácilmente los terreros de los que se han hecho “dueños y señores”, pensando lógicamente en frustrar todo intento de cambio y por lo mismo hacer de la cuarta trasformación una nueva falacia sexenal.