Cero tolerancia
Freddy Sánchez jueves 8, Nov 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Qué hacer contra la delincuencia, (enfrentándola con todo rigor), cualquiera lo sabe.
En cambio, cómo hacerlo, (con prontitud y eficacia), no cualquiera.
Confiemos pues en que la próxima administración sexenal, en verdad haga las cosas que se tienen que hacer, de la manera apropiada como se requiere, a efecto de que la delincuencia en el territorio nacional se repliegue y esconda temerosa de las acciones de la autoridad, en vez de todo lo contario.
O sea, seguirse regodeando con horondo placer en su práctica diaria de un sinnúmero de conductas delictivas consumadas con tácita impunidad.
Robos, violentos o no violentos, secuestros, extorsiones, tráfico de drogas, contrabando, piratería, saqueo de gasolina, asaltos a trenes, fraudes cibernéticos, trata de blancas, pornografía, prostitución de menores y mayores, en fin la lista de ilícitos cometidos todos los días en México, se modifica constantemente con nuevos comportamientos criminales dada la falta de acciones institucionales que lo impidan.
Porque las detenciones de delincuentes, los enfrentamientos a balazos, las bajas por muerte o la reclusión de distintos hampones, (muchísimos si se quiere verlo así), sencillamente no ha servido para frenar la ola criminal en todo el territorio nacional.
Con menos de los dedos de una mano se pueden contar los lugares en el país en los que la seguridad es un bien incólume compartido satisfactoriamente por la totalidad de sus habitantes.
Por ello, es imperativo hacer más que simples ajustes en la lucha contra la delincuencia. Las políticas, leyes, prácticas e instrumentos que hoy se usan para preservar el orden y la paz en nuestra nación, tienen que ser sustituidos por algo nuevo que garantice resultados positivos a corto y mediano plazos.
De ahí, la urgencia de definir el cómo darle dinamismo y efectividad a la prevención del delito y la persecución de delincuentes y sus organizaciones criminales para inhabilitar sus capacidades de resistencia y expansión delictiva hasta lograr que se den de “topes contra la pared” al enfrentar a un sector institucional que supere con creces su potencial defensivo y ofensivo en los últimos tiempos bastante más contundente que el de todas las autoridades juntas.
No se trata por supuesto de lanzar una guerra a “tontas y a locas”.
Más bien una estrategia sustentada en apoyos tecnológicos de avanzada, nuevas tareas de “inteligencia” capaces de escudriñar los más oscuros secretos de la delincuencia organizada y lógicamente leyes acordes a las necesidades actuales.
De modo que si alguien debe ser detenido en la calle para descartar que se trate de un presunto delincuente (porque se la pasa merodeando zonas residenciales o industriales o bien viaja en un auto o camioneta de gran lujo), que eso no se preste a abusos.
Una indagatoria debe seguir su curso, únicamente cuando alguien no pueda acreditar al momento de una detención, que tiene una actividad lícita de la que vive honestamente.
Y como es natural, esta clase de acciones y aquellas que deban hacerse al llegar a una empresa o una fastuosa residencia a pedirle a sus propietarios que prueben la lícita procedencia de sus bienes, seguramente, acarrearán diversas molestias, pero ni modo si ese el precio social a pagar a cambio de que las autoridades recuperen su capacidad de contener a los delincuentes y devolverle al país la tranquilidad perdida.
Dos cuestiones son de fundamental importancia contra la delincuencia: echar mano de acciones rigoristas aplicando “el bisturí” con la destreza de un buen cirujano y evitar al máximo los abusos que afecten a personas que tengan una forma de vivir honorable.
Así que en la nueva lucha institucional anti criminal todo el rigor y todo el poder contra la corrupción, la delincuencia y la impunidad tiene que aplicarse con el criterio de cero tolerancia.