Corruptos, a la cárcel
Freddy Sánchez martes 6, Nov 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Si una pandilla de facinerosos es pillada a la mitad de un atraco, lo que uno esperaría es que a los responsables se les ponga tras las rejas y no que se les compense por sus frustrados afanes delictivos.
Sería lo mismo que indemnizar a un defraudador por sus gastos al no haber podido concretar sus planes de desfalcar a un grupo de personas.
Lo cual, naturalmente, no se vería nada bien.
Así que al “pan, pan y al vino, vino”, en relación con lo que aparentemente hubo de trasfondo en la decisión de cancelar la construcción del aeropuerto de Texcoco.
Lo dicho por Andrés Manuel no tiene por qué ponerse en duda, ya que si dijo que se evitó un acto de corrupción, simplemente hay que pedirle que en cuanto asuma el mando presidencial ordene deslindar responsabilidades sobre las corruptelas cometidas.
Sean quienes hayan sido los autores intelectuales y materiales de cualquier acto de corrupción en lo referente a la construcción del aeropuerto de Texcoco, es preciso que respondan de sus ilícitos ante las autoridades competentes.
Y lógicamente, habrá que olvidarse de indemnizar a los corruptos, puesto que más bien habría que fincarles responsabilidades y obligarlos a reparar cualquier daño causado al erario público por los actos de corrupción que a decir de Andrés Manuel se cometieron, previamente a la cancelación de la obra.
De modo que una vez tomada la decisión de no continuar con el aeropuerto de Texcoco, lo conducente es realizar una minuciosa revisión de los actos administrativos realizados con particulares, a efecto de poner por un lado lo que haya estado libre de corruptelas, con la finalidad de proceder a las indemnizaciones que en justicia merezcan los afectados.
Y en contraparte, no pagar indemnización alguna a los que por medio de actos corruptos hayan incurrido en perjuicios contra la hacienda pública y el patrimonio institucional, o en todo caso, descontar puntualmente el importe de los dineros que indebidamente se hubieran pagado a contratistas privados, sus asesores o profesionistas y operarios técnicos que en una u otra forma hayan sido parte de los trabajos de la terminal aérea suspendida.
La corrupción detectada y denunciada por Andrés Manuel, requiere una ejemplar demostración de lo que le esperará en los siguientes seis años, a todos los que pretendan incurrir en conductas deshonestas al ofertar y vender o prestar servicios a las instituciones que estarán bajo el mando de una nueva administración federal.
Así que no es una “cacería de brujas” lo que se necesita contra los que hayan incurrido en actos de corrupción en torno a la obra del aeropuerto en Texcoco, sino simplemente un acto de congruencia entre el decir y hacer del futuro presidente de los mexicanos.
Por ello, es menester que la corrupción se castigue puntualmente para que a nadie le quede duda de que ciertamente hubo actos de corrupción y los corruptos no quedarán impunes en cuanto entre en funciones el gobierno de la Cuarta Trasformación.
En la que, naturalmente, no puede haber cabida para la simulación ante el más mínimo acto de corrupción, especialmente, si entre sus autores figuran los pomposos adinerados que por tener lo que tienen, corrompen y se corrompen a placer, sabedores de que en altas instancias del poder predomina la voluntad de solapar un sinnúmero de actos de corrupción.
Cosa que partidarios y no partidarios de Andrés Manuel piensan que no sucederá más a partir del próximo primero de diciembre porque será entonces cuando la escoba barrerá la escalera de arriba para abajo y mandará a los corruptos a la cárcel.