El Gran Concierto: catalizador de sensaciones
Cine viernes 14, Ene 2011Vértebras del cine
Luis Diego Hernández Romero
La abstracción del lenguaje musical es capaz de tomar múltiples formas y alcanzar transmitir emociones que superan las palabras. No nos resulta ajena la experiencia de estar escuchando cierto tipo de música y percibir que ella nos provoca determinadas emociones. El realizador rumano Radu Mihaileanu está muy consciente de ello en su último filme: El Gran Concierto (Le Concert), una historia escrita con la fuerza de todas las pasiones que la música puede llegar a desatar.
La película arranca apresuradamente con la presentación de Andrei Filipov, el prodigioso ex director de la Orquesta de Bolshoi, quien fue destituido de su cargo durante el régimen comunista por rehusarse a expulsar de ella a los músicos judíos. Treinta años después, Filipov, quien ahora es el encargado de la limpieza de El Bolshoi, obtiene la oportunidad de revivir su sueño, o mejor dicho, de volver a sentir el aliento de la vida, cuando intercepta una invitación a la Orquesta para tocar en París. Filipov aprovecha este momento para recuperar su Orquesta y presentarse en París haciéndose pasar por El Bolshoi.
El Gran Concierto es una aventura que corre por sí sola, mientras Filipov y su fiel amigo, el violoncelista Sacha, tratan de reunir a los músicos que alguna vez pertenecieron a la disoluta Orquesta, los cuales se hallan regados en los lugares más exóticos y laborando en las más excéntricas ocupaciones.
Hábilmente, el guión de Mihaileanu aprovecha esta atmósfera para enfatizar las vicisitudes por las que pasan, no sólo los músicos, sino las personas en general, por conseguir un trabajo para poder subsistir. Además, de incluir una ligera crítica a la decadencia del partido comunista, tanto en la sociedad rusa, como en la misma Francia.
De las interpretaciones no se puede decir nada que no apunte hacia lo majestuoso; la fluidez con la que todo sucede hace que por momentos olvidemos que estamos viendo una historia que no es real. Con un finísimo sentido del humor, Le Concert es una historia conmovedora disfrazada de comedia. La actriz Mélanie Laurent, reconocida por su destacada actuación en Bastardos Sin Gloria, interpreta a una exitosa violinista, cuya importancia en la trama, irá creciendo lentamente hasta convertirse en el fundamento de todo el largometraje.
Lo que obtenemos al final, es un regalo para el melómano, y en general, para todo aquél que busque un detonador de emociones. A través de Tchaikovsky, Radu Mihaileanu ofrece al espectador un impresionante desenlace que justifica mediante el carácter universal de la música. Un lenguaje propio que prescinde de las palabras y que obra conjuntamente con el espíritu.
El gusto por El Gran Concierto es inmediato, porque así es el goce que provee. No hay una historia truculenta, ni sobrenatural o del espacio exterior. Solamente se trata del momento puramente humano de la percepción y sensibilidad; la música, como el verdadero lenguaje universal, transmitido a través del cine.
Cuadro por cuadro
Park Chan-wook, responsable de perturbadoras historias como Oldboy y Sed de Sangre, sorprende esta vez realizando un mediometraje rodado totalmente con la sencilla cámara del Iphone. *** Aunque usted no lo crea, después de cinco años en pláticas de preproducción, el filme sobre la vida del conocido señor Ripley anunció, finalmente, que tendrá como guionista a Eric Roth (Forrest Gump; El Curioso caso de Benjamin Button) y supuestamente a Jiim Carrey como protagonista.