Pemexlandia
Freddy Sánchez martes 23, Oct 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Dos clases de líderes predominan en las lides sindicales en México. Una de estas la representan los que por méritos propios o sin estos, lograron “cocinar” una exquisita “torta” de beneficios económicos, principalmente ofrecidos para su provecho personal.
Y la otra clase, es abanderada por sus eternos o circunstanciales rivales, buscando ser los que se apoderen de las grandes prebendas otorgadas a los sindicatos, en torno al “estira y afloja” en toda relación obrero-patronal.
De ahí que en el ámbito de los liderazgos sindicales, especialmente en instituciones públicas y privadas, (donde son más las prestaciones y los dineros expuestos “al manoseo” de los líderes), las cíclicas y a veces repentinas disputas por el poder suelen “arrojar toneladas de lumbre” como es el caso de los volcanes en erupción.
Y tal cosa, precisamente, es lo que se protagoniza actualmente en relación con las trasferencias de mandos sindicales en el sindicato de trabajadores de Petróleos Mexicanos.
La semana pasada tuvo lugar un proceso electoral, en el que bajo múltiples sospechas de irregularidades y denuncias de que hubo “mano negra” para imponer a los incondicionales del dirigente Romero Deschamps, en diversos liderazgos seccionales, dicha actividad electiva fue duramente cuestionada por opositores de la actual dirigencia nacional.
Y así el sindicalismo petrolero vuelve a quedar “bajo la mira” de la crítica social, proveniente de sectores relacionados con la política y los negocios, además de intelectuales y miembros pensantes de la sociedad, que mucho se preguntan hasta cuándo realmente se dará en nuestro país, un cambio de fondo en favor de la depuración de prácticas marrulleras y corruptas en los sindicatos.
Porque, francamente, se podrían contar con los “dedos de una mano” los líderes sindicales que se escapan al repudio ciudadano por ser auténticos “parásitos” de la vida económica nacional, a la espera de “sacar raja” de los conflictos reales o supuestos entre empresas públicas y privadas y sus trabajadores.
En ese tenor, es inevitable pensar que los dimes y diretes, entre dirigentes y aspirantes a serlo entre los trabajadores de la industria petrolera, no sólo contienen afanes de notoriedad y quizá hasta ánimos mentirosos de desprestigio para ciertos opositores, sino que, naturalmente, mucho de lo que se afirma es verdad, sobre todo tratándose de la desaforada pretensión de no querer perder ganancias millonarias personales en el manejo de los órganos sindicales.
Sobre este punto, valdría la pena señalar lo que un aguerrido contrincante del señor Romero Deschamps, el también representante de trabajadores petroleros, Raúl Romero Maldonado ha dicho en distintos medios de comunicación sobre la corrupción de la dirigencia actual en el sindicato petrolero, dejando ver que seguramente, no abriga en lo más mínimo atender el exhorto de Andrés Manuel, en el sentido de que en el próximo gobierno, se asuma un comportamiento de austeridad republicana al grado de practicar incluso la pobreza franciscana, lo que tendrían que hacer los líderes sindicales, que reciben apoyos con dinero de los impuestos.
Y es que, dados los excesos de la vida cómoda y regalada que llevan no pocas representaciones sindicales como lo dio a entender Raúl Romero Maldonado en sus entrevistas con colegas comunicadores, resulta apremiante que surjan nuevos dirigentes en los sindicatos que dejen de seguir pensando en “ordeñar la vaca” sólo para saciar su sed de enriquecimiento propio.
En ese contexto hace falta, innegablemente, una renovación de líderes y mentalidades en los liderazgos sindicales, en grandes instituciones como el caso de Pemex.
La empresa de todos los mexicanos y no como quisieran seguirla viendo, ciertos burócratas y líderes corruptos, pretendiendo darle vuelo a sus más caras fantasías de auto complacencia más extravagantes como si Petróleos Mexicanos se tratara de la fábrica de sus sueños o lo que sería lo mismo: una especie de “Pemexlandia”.