Solidaridad en el PRD, ¿qué es eso?
¬ Augusto Corro martes 16, Oct 2018Punto por punto
Augusto Corro
Todo está listo para darle la puntilla al Partido de la Revolución Democrática (PRD) como organización política.
Se encuentra mal como instituto político y peor en su economía.
La debacle de las elecciones presidenciales lo dejaron en agonía. Ahora sus dirigentes están decididos a sepultarlo. El año próximo casi es seguro que cambiará su nombre, apellidos y colores.
Para la jerarquía de ese partido, acostumbrada a los negocios no representará ninguna preocupación.
Saben muy bien que si no alcanzan a resucitar al PRD sus restos los ayudarían a continuar en el escenario político. En el presente la cúpula perredista enfrenta problemas económicos pues decidió echar a la calle a los trabajadores sindicalizados, pero estos exigen indemnizaciones de acuerdo con la ley laboral.
Llama la atención que la dirigencia amarilla se queje de falta de dinero, cuando sus dirigentes son gente rica que bien podría ayudar a la organización política que los hizo personajes prósperos.
Por ejemplo, la ex presidenta del partido, Alejandra Barrales, bien podía ayudar económicamente con algo de recursos económicos, pues ya puso en venta su departamento de lujo de Miami. O el ex gobernador de Morelos, Graco Ramírez, podría sacrificar un poco su presunción y en vez de comprar un coche caro (con un valor superior al medio millón de pesos), no se vería mal que hiciera el intento de conseguir un vehículo austero. La diferencia sería recibida con toda clase de agradecimientos.
También podría prestar una ayuda excelente Miguel Angel Mancera, ex jefe de gobierno capitalino, quien alcanzó la prosperidad apoyado en el PRD organización a la que nunca quiso afiliarse.
Si los perredistas quieren salvar la deprimente situación económica que padecen, basta con exhortar a los riquillos a que sacrifiquen algo de sus ganancias.
A “Los Chuchos” no hay que molestarlos, ni siquiera presentarles sugerencias. Ellos se encuentran en los suyo, en sus negocios redondos que los tienen en otra esfera, en la de los capitalistas. Sin embargo, todo hace suponer que el PRD se irá más a fondo del hoyo en que se encuentra.
Más violencia
De acuerdo con los índices sobre los hechos delictivos en la Ciudad de México, la violencia repunta entre los capitalinos. No es noticia. Hace varios años la delincuencia se encargó de alejar la seguridad. Por ejemplo, el año pasado el 36 por ciento de los capitalinos mayores de 18 años fueron víctimas de algún delito, en este año alcanzó el 43 por ciento.
En los últimos meses son más los daños físicos a las víctimas.
Entre los delitos que se incrementaron se encuentran el robo a transeúnte, en transporte público, y negocio. Claro, hay que incluir el homicidio. Quizás lo que más preocupa a los habitantes de la Ciudad de México es que los asaltantes usan indistintamente pistolas o cuchillos para sus fechorías; se convirtieron en sujetos más violentos.
En hechos delictivos más cruentos, generalmente son sujetos afectados por el consumo de drogas que no miden las consecuencias de sus actos.
Las recomendaciones de las autoridades para evitar algún asalto o salir lo mejor librados que se pueda, son: no oponer resistencia, no llevar alhajas, no usar el teléfono ni en autobuses, siempre permita que alguien le acompañe, cheque las horas en que más se registraron asaltos a cuentahabientes, por no hacerlo; como conductor, en su automóvil, no se distraiga; tampoco lleve sus pertenencias a la mano. Ni hablar. Vivimos tiempos difíciles.
Niños indigenas como esclavos
Al menos sesenta y tres indígenas en condiciones de esclavitud fueron liberados por las autoridades en la capital oaxaqueña; cincuenta y seis eran niños.
Los rescatados eran obligados a pedir dinero en los cruceros viales. Vivan en condiciones de hacinamiento y su labor tenían que desempeñarla con frío, lluvia o calor.
Primero se detuvo a once personas como responsables del delito de trata de personas en la modalidad de explotación laboral. Entre los liberados estaban doce niñas y 14 niños (seis de estos menores de dos años).
El modo de trabajar de los pequeños de la etnia tzotzil de Chiapas consistía ubicarse en las esquinas de las principales avenidas para pintarrajearse la cara y vender chicles y dulces.
Así se desempeñaron los niños hasta que a alguien se le ocurrió solicitar la intervención de las autoridades en lo que a simple vista se notaba el abuso.