Mito sarcástico
Freddy Sánchez jueves 11, Oct 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
El viejo cuento de que pague más el que más gane, debe terminar y con ello la larga historia de una política fiscal engañosa que beneficia más a los que más tienen.
Sobre todo, en el rubro de la producción, distribución y ventas de productos que representan un grave riesgo a la salud.
Verbigracia, los vinos y licores, las cervezas, los cigarros, productos “chatarra”, y naturalmente, la amapola y sus derivados, además de cualquier otra clase de droga, cuyo consumo pudiera legalizarse para el próximo gobierno sexenal.
Y es que basta de trampas en relación con el pago de los impuestos, particularmente, los que corresponden a los que tanto se benefician de producir, distribuir y vender productos nocivos para la salud.
En ese tenor hay que señalar sin tapujos que los costos de atender problemas de salud pública, derivados del consumo de productos no saludables, supera con creces el importe impositivo que terminan pagando los que producen y venden lo que daña a la gente.
Así que de pensar seriamente en implantar una “Cuarta Transformación”, en el gobierno que presidirá Andrés Manuel, justo será que se ajusten cuentas con los que ganan mucho dinero y pagan pocos impuestos.
O sea los industriales y comerciantes que mediante trucos fiscales lejos están de pagar lo que deben en materia fiscal. En especial, los que se benefician de la venta de productos dañinos para los consumidores.
Por tal razón, es menester que el gobierno entrante adopte una nueva política tributaria que garantice un ingreso fiscal suficiente para afrontar los gastos en materia se servicios públicos de salud, derivados del consumo de productos nocivos para el ser humano.
En ese contexto se podría aplicar el criterio de que pague menos impuestos el que con lo que produce y vende beneficie más a los consumidores.
Y en contraparte, que pague más alta tasa impositiva todo aquel que provoque mayores perjuicios contra la comunidad en general.
Un ejemplo, en particular: en el caso de la salud, que pague más el que más la ponga en riesgo.
Claro que, obviamente, dicho pago tiene que hacerse sin afanes de argucias, puesto que por lo regular los irrisoriamente llamados “grandes contribuyentes”, recurren a una y mil tretas para reducir el verdadero importe de sus utilidades y de ese modo pagar lo que quieren, cuando quieren y si es que quieren.
Así que tal desfalco al erario público, debe acabar definitivamente. Solo de esta manera el erario dejará de padecer de limitaciones para la atención de los bienes y servicios que demanda la población.
De tal suerte que lo más conveniente sería imponer a los productores, distribuidores y comerciantes de productos en general, particularmente, aquellos que venden productos nocivos para la salud, que paguen un porcentaje fijo sobre sus ingresos.
Porque como dice un dicho: “mal vale pájaro en mano, que un ciento volando”.
Y la verdad es que los “pollos gordos” de la economía, (los que venden productos de riesgo para la salud más que ningunos otros), se han hecho maestros para la manipulación de sus utilidades y así reducir al máximo posible sus contribuciones con el erario público.
Una táctica que adoptarían sin el menor escrúpulo los productores de cualquier droga cuyo consumo se apruebe legalmente. Lo cual, definitivamente, no debe permitirse en el sexenio que se avecina, puesto que aparte de no estar acorde con una “Cuarta Transformación” en bien de la sociedad, en cuanto aquello de que pague más el que más gane, simplemente sería la burda repetición de un mito sarcástico.